jueves, 28 de julio de 2016

La Habana Centro y El Vedado

En nuestro segundo día por La Habana pretendíamos salir de la zona turística para adentrarnos en la verdadera ciudad, no sin dejar de ver algunos de lugares que todavía debíamos visitar. Lugares como la Plaza de la Revolución cuyo turista normal suele visitar en taxi, debido a la lejanía con el centro neurálgico de la ciudad.

Para ello, salimos del hotel por el Paseo de José Martí (o Paseo del Prado) hasta llegar al Capitolio, previo paso por el imponente edificio del Teatro Nacional.

Al llegar al Parque de la fraternidad, cruzamos el arco que nos situaba dentro del Barrio Chino, junto al edificio de telecomunicaciones ETECSA.
Habana Centro
Una vez en el Parque del Curita, nos dimos cuenta que el ambiente ya había cambiado. No es común ver turista a partir de esta zona y sí, el quehacer diario de los habaneros.

En la larga avenida de Simón Bolivar, que cruza sin titubeos toda la Habana Centro, pudimos observar locales comerciales, barberías, tiendas, escuelas primarias, bares, hospitales...

Gente local tomando una cerveza, cortándose el pelo, con una radiografía en la mano, haciendo su compra diaria. Todo ello facilitado por una galería de soportales que nos resguardan de los rayos de sol.

Pero la verdadera Habana Centro se encuentra en las calles que cruzan perpendiculares a esta ancha y principal avenida. Una pequeña inmersión en cualquiera de sus manzanas merecerá la pena para sentirse teletransportado medio siglo atrás, donde kilómetros de tendido eléctrico colgado sobre fachadas que demuestran que hubo un pasado próspero.
Puestos de bananas
La Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús es la que irrumpe en el primer tercio de este largo paseo. Bella iglesia que el Papa Francisco visitó en septiembre del 2015. Merecerá la pena parar y reponerse del paseo durante unos minutos. Aunque frescor, no vamos a encontrar en su interior.

Continuaremos nuestro viacrucis por la misma avenida, que ahora pasa a llamarse de Salvador Allende (o Carlos III). Mucho más amplia, que nos dirige hasta la Quinta de Los Molinos, lugar de residencia de los Capitanes Generales españoles y actual Jardín Botánico de la ciudad.
Carteles revolucionarios
Tras desviarnos por la avenida de la Independencia y cruzar la parada de omnibus, habremos llegado al objetivo principal de la caminata. La plaza de la Revolución.

Allí, en fea y anodina explanada encontraremos el monumento a José Martí, un monolito de casi 130 m que controla la ciudad desde sus alturas. También encontraremos el mural del Che Guevara sobre el edificio del Ministerio de Interior, así como el de Camilo Cienfuegos. Ambos presidiendo este punto emblemático de la ciudad.
Efigie del Che en el edificio del Ministerio de Interior
El calor es aplastante en este lugar por lo que decidimos buscar una sombra y un sitio donde refrigerarnos. Muy cerca se haya el Auditorio Nacional. A sus espaldas, hay un pequeño puesto de comida y bebida donde los actores y actrices hacen las pausas de sus ensayos.

De camino a la plaza, también pudimos disfrutar de un partido del deporte nacional, el béisbol, en una cancha próxima a este gran edificio.

Como las negociaciones con los Cocotaxis no proliferaron, obviamos visitar el Cementerio de Colón, el que dicen es la segunda necrópolis más grande del mundo, en beneficio de volver por las espaldas del Castillo del Príncipe hacia las puertas del Hospital Calixto García, en busca de la Universisad de La Habana. Ya adentrándonos en la zona de El Vedado.
Monumento a José Martí
Interesante el introducirnos en su campus, con los estudiantes de un lado para otro. Un ambiente que bien puede recordarte al de tu propia universidad. No parecía estar en La Habana. Su larga escalinata la sitúa en un punto estratégico dentro de la ciudad.

El hotel Habana Libre, servirá como referencia para continuar nuestro camino hacia el afamado Parque Coppelia para tomar uno de los helados más sabrosos de la isla.

Curiosas las bulliciosas colas de cubanos para poder disfrutar de sus sabores, y la inexistente para los turistas. El pago en CUC o CUP tienen la culpa. Nos aprovechamos de ello, pero no nos gustó esa situación.
Helado en Coppelia
Tras el refrigerio necesario (solo hay que observar mi camiseta), nos dirigimos hacia el Edificio Focsa. Orgullo nacional de ingeniería civil, planteado como una miniciudad dentro de la ciudad. Nosotros visitamos dos de sus espacios, el más alto y el más bajo.

En lo alto podemos acceder al restaurante o simplemente a tomar una cerveza en su bar La Torre, situado en el piso 32 y desde el que se tiene una panorámica completa de toda la ciudad. El malecón, sus estructuradas avenidas, el Hotel Nacional, la reinaugurada embajada estadounidense... Un momento de embobamiento con cerveza Bucanero en la mano que merecerá la pena disfrutar.
Vistas desde el edificio Focsa
Después de tomar este aperitivo, debemos ir a los bajos de este edificio. El Café TV nos fue recomendado en Madrid por unas cubanas esperando la cola para embarcar. Y por casualidad nos lo encontramos aquí. Así que aprovechamos para comer un "Mar y tierra", langosta y carne con ensalada de camarones (gambas) un buen mojito y un espectacular daikiri. A un precio a medida de los cubanos, fuera de las "tasas" turísticas. Completamente recomendado.
Afri relamiéndose ;)
A la salida, la intención era la de pasear por los jardines del Hotel Nacional con vistas hacia el Malecón, pero el sol abrasador nos obligó a obviar la idea.

Tomando la Calle 10 de octubre, nos adentraremos de nuevo en la ciudad. La silueta de la iglesia del Carmen nos servirá de guía para llegar hasta el cruce con el Parque de los Mártires Universitarios y dirigirnos al extravagante Callejón de Hamel, donde artistas callejeros exponen sus obras y tiendas de herbolarios recetan pócimas medicinales.
Callejón de Hamel
La idea de volver de nuevo por la Habana Centro, tras ya haber tocado con discrección la parte del Vedado, no era muy agradable debido al calor. Sin embargo un Cocotaxi se nos apareció en medio de esta hoguera que se estaba convirtiendo la ciudad. Sumado a los casi 10km de pateo, nos obligó a tomarlo sin discutir el precio del taxista.

La ducha, la habitación fresquita y la piscina del hotel nos llamaba con fuerza.
Los Cocotaxis, otra manera de desplazarse por La Habana
A la noche, un ligero paseo para visitar el Memorial Granma donde exponen los barcos y tanques utilizados para entrar en Cuba en busca de la revolución desde Méjico. Y los bellos edificios del Museo de la Revolución y la Embajada Española.

Después a cenar en la Piña de Plata, muy próximo a La Floridita. Con muy buena relación calidad/cantidad/precio. Leve paseo por las calles de noche y preparados para el siguiente día
Neones de los 50 en la noche habanera.

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