Dos fueron los destinos naturales realizados. Uno hacia el oeste en busca de la punta más occidental de la isla; el Valle de Viñales. El otro hacia el este, a medio camino entre La Habana y la paradisíacas playas de Varadero; el Valle de Yomurí.
VALLE DE VIÑALES.
Saliendo de la ciudad por la 5ª avenida observaremos las casas de los cubanos que fueron obligados a abandonar el país cuando se impuso la Revolución.
Casas que fueron expropiadas y que actualmente pertenecen al estado dándoles un uso público. Casas que nada tienen que ver con lo que habíamos visto los días anteriores.
Mogotes de Viñales, desde el mirador de los Jazmines |
Ya en la autovía, nos llamará la atención el estado de las carreteras, y la cantidad de viandantes y carros con propulsión animal que usan estas vías. Por lo que un viaje de 150km puede traducirse en 3 horas de autobús.
Otra impresión que me causó sensación fueron los carteles relovolucionaros que salpican la carretera para recordar los ideales del régimen cubano. A modo de carteles publicitarios, aparecían imágenes o citas del Che, Martí, Castro...
Carteles revolucionarios en las carreteras |
El viaje continúa hacia la localidad de Viñales donde divisaremos unas creaciones geomorfológicas peculiares llamadas Mogotes. Éstas podrán divisarse en su máximo explendor desde el Mirador de los Jazmines.
Descendiendo hacia el valle, pasaremos por la propia localidad de Viñales para adentrarnos en la región más afamada de la isla por sus cultivos de tabaco.
Fumando un habano en casa de un veguero |
Tras esta demostración, tomamos rumbo al que dicen es el peor atractivo turístico de la zona. El Mural de la Prehistoria. Una pintura al fresco sobre una pared de uno de los mogotes que representa la evolución de la vida en la zona. Sin tener un criterio artístico considerado, al menos resulta impresionante ver la pintura sobre la montaña.
Mural de la Prehistoria |
Otro gran descubrimiento, en esta ocasión sobre la mesa, fue la del boniato, tanto frito como cocido que resultó ser uno de los grandes manjares del viaje.
Afri disfrutando de la comida con música en directo |
Un leve paseo a pie acompañado de otro en barco por las aguas subterráneas que se filtran en la cueva mientras juegas a imaginar formas en las piedras te hacen olvidar ese efecto turístico para disfrutar de la realidad del lugar.
Saliendo de la cueva, en barco. |
El segundo viaje, fuera de la urbe, nos adentraría de nuevo en la naturaleza pero en esta ocasión de manera mucho más activa. Junto a la localidad de Matanzas.
El viaje hasta la ciudad de los puentes, no sería lo mismo sin pasar por el puente de Bacunayagua, el más alto de toda la isla. Puente que permite el acceso a Matanzas desde la capital.
Un leve paso por su bahía nos permite ver al menos cinco de sus diferentes puentes en busca del que permite el paso sobre el río Canímar.
Es en este río donde nos esperan las lanchas motoras para ser conducidas aguas arriba y observar la vegetación densa de sus orillas. Toda una experiencia la de poder dirigir la barca por este ancho cauce esquivando los diferentes meandros que el río dibuja antes de su desembocadura en el mar. Parecíamos estar en la Amazonia.
Afri navegando en el río Canímar |
Estrellas, corales, algas todos daban una sensación de paz y belleza digna de contemplar. Tan solo interrumpida por alguna ola traviesa que introducía el agua por el tubo molestando el momento de nirvana que ofrecía este rincón de la costa cubana.
Tras la bonita experiencia. Un refrescante CocoLoco bajo una lluvia que llegó de repente y que amenazaría al resto de la jornada. Dándola así un punto mayor a la aventura.
CocoLoco tras snorkel, bajo la lluvia. |
De nuevo en 4x4, ahora bajo toda una tormenta tropical, daría ese punto de aventura que se buscaba en la excursión. Limpiaparabrisas a toda velocidad, barro, ramas cruzadas, charcos. El Suzuki Jimmy se portó como debía para llevarnos hasta la Cueva de Saturno.
Cruzando el valle en 4x4, con lluvia tropical |
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