La salida de la ciudad se realiza hacia el este, por la avenida de Sagunto en busca de la N-234. En ligero ascenso, y con extremada precaución por las amplias avenidas, llegamos a la altura del Dinópolis donde abandonaremos el asfalto.
La salida por esta pista ancha, y muy transitada por turolenses en estas primeras horas de la mañana, resultó muy cómoda. Un corto, pero vertiginoso descenso, nos introducía por primera vez en una de los múltiples barrancos que salpican esta zona.
Continuando por la pista, los árboles flanqueaban nuestro paso ofreciéndonos una sombra que, a estas horas de la mañana, aún no era necesaria.
A nuestra derecha nos acompañaba las aguas de un arroyo mientras rodábamos en busca del trazado de la Vía Verde de los Ojos Negros. Antes de llegar a ella, un viaducto elevaba sobre nuestros ojos el trazado del la autovía Mudéjar (A-23). Pocos metros más adelante, se nos mostraba otro viaducto, algo más antiguo pero más bello.
Era el trazado de la Vía Verde que nos acompañaría durante toda la jornada de esta séptima etapa hasta Segorbe. Una vía rápida, rectilínea, homogénea, fácil y aburrida.
La edición de nuestro camino, a cargo de nuestro presi, nos sacaría de ella en sus primeros y últimos kilómetros del día, evitándonos así caer en el aburrimiento.
No obstante, algunos pocos decidieron tomar en este punto el camino original de la ruta por la adecentada vía férrea. El grueso del grupo lo obviaríamos para continuar adelante e iniciar un bello, duro e intenso tramo.
La pista se convirtió en camino; y el ligero ascenso, en una buena rampa. Empezaba la fiesta.
Tocaba apretar los dientes y disfrutar del denso pinar que nos rodeaba. Pronto llegamos a un descanso. Debíamos ahora andar con los ojos bien abiertos para no pasarnos un escondido desvío.
El nuevo tramo se adentraba literalmente por el cauce del barranco del Río Seco. Estrecho, angosto, serpenteante, divertido, técnico y lento. Puro mtb.
Rambla Río Seco |
Campo a través por una siega. |
Tras estos seis especiales kilómetros, volvimos a retomar un camino marcado como tal que nos ayudaría a llegar hasta nuestro objetivo final. El campo eólico del Alto de la Sima, que sitúa a su vértice geodésico a unos 1500 m de altura.
Para llegar hasta él, el camino se endurece por momentos poniendo nuestras piernas a prueba. La referencia visual de los "gigantes aspados" nos impedía recaer en el esfuerzo.
Campo eólico del Alto Sima. |
Tocaba descender. Pero no sería por donde toda persona sensata hubiese hecho, siguiendo la ancha y adecentada pista, no. Una búsqueda incesante de un escondido sendero nos llevó hasta el cauce del Barranco del Francés, todo un acierto para aquel que quiera divertirse descendiendo entre pinos por un singletrack que bien merece la pena. Gran alternativa.
Sendero en el Barranco del Francés. |
Viaducto entre los pinos. |
Fueron 80 kilómetros rodadores y monótonos, pero eficientes.
Túneles. |
Los cuatro primeros kilómetros hasta el puerto del Escandón, donde cruzamos la autovía A-23, son en ligero ascenso. Algo de tráfico ciclista nos confirmaba que aún estábamos relativamente cerca de Teruel.
Cortados en la roca |
Entre medias de ambos puntos, cantidades de viaductos, túneles e innumerables cortados en las piedras permitían que el trazado discurriese indiferente a las lomas y barrancos por los que transitábamos.
Se disponía así, un viaje casi aburrido, si no fuese por el entretenimiento de admirar estas interesantes obras de ingeniería, y algunas bellas estampas de las localidades de paso, como es el ejemplo de Sarrión.
Sarrión. |
El bonito y tranquilo hostal-restaurante "La casa de la estación" nos permite refrescamos con unas buenas cervezas, a la sombra de las parras, antes de disfrutar de la excepcional comida casera y de la gran amabilidad de sus dueños nos hicieron sentir como en casa.
Este oasis en medio de la nada es completamente recomendable incluso para planificar aquí un posible final/inicio de etapa y descansar en sus limpias habitaciones.
Tras la abundante comida, un breve momento de relax obligó a más de uno a acurrucarse en sus sofás y cerrar los ojos. Pero debíamos continuar, aún nos quedaba la otra mitad de la jornada.
Un bonito paso por el último pueblo de la provincia turolense, nos permitió observar el bello viaducto que daba acceso a esta limítrofe localidad de Albentosa.
Albentosa. |
Hitos kilométricos. |
Al llegar a Barracas, primer pueblo castellonés de la ruta, tenemos dos opciones. Continuar por la vía verde, o tomar la N-234, prácticamente en desuso para salir del rutinario trazado y descender por el asfalto entre unas divertidas curvas de herradura. Además,si escogemos esta segunda opción, nos ahorraremos un par de kilómetros sobre el trazado original.
Tomando la opción de la nacional, debemos aproximarnos primero hasta la base del campo eólico. El viento golperá con fuerza frontalmente. Sobresfuerzo que bien es recompensado con la divertida bajada.
Una vez abajo, volveremos al trazado ferroviario donde unas curiosas pirámides de piedra flanquean nuestro paso.
Quince kilómetros nos separa de Jérica, donde nos despediremos definitivamente de este monótono y largo sector. Pero hasta llegar a esta localidad, antes deberemos pasar por Caudiel. La desaparición del viento y el ligero desnivel negativo nos permitirá rodar a un ritmo cómodo.
Vía verde llegando a Jérica. |
Paseo por la hoz del río Palancia. |
Subida a la muela. Torre del homenaje. |
Estaremos atentos a un camino que sale a la derecha en la zona final de la bajada para visitar otra nueva cantera y un nuevo ascenso, este ahora mucho más accesible.
Pinar en el descenso. |
Embalse de Rejago. |
Puente sobre el río Palancia. |
Siguiendo el cauce del río Palancia. |
Salto de la novia. |
Huertas en la entrada a Segorbe. |
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