viernes, 14 de noviembre de 2014

ETAPA 6: Noguera de Albarracín-Teruel

A la mañana siguiente, tras un buen desayuno en Albarracín, el bus nos devolvía a Nogueras para retomar el camino donde lo habíamos dejado la jornada anterior.



La mañana amanecía encapotada, lo que nos hizo dudar a la hora de la vestimenta. Acertaron los caluroso pues tan solo duró esta amenaza de lluvia hasta la llegada a Albarracín, 27km más adelante.

Cartel a la salida de Nogueras de Albarracín
Los cinco primeros kilómetros de hoy serían de ascenso. La mitad de ellos por la carretera de Bronchales en busca de un puerto, el de la Mata, que no llegaríamos a coronar. Poco antes de hacer cima nos desviamos por una pista a la derecha que nos adentraba en un bonito pinar surcado por el barranco de la Bellida.
Pinar en el Barranco de la Bellida
Tras esta subida inicial, establecimos la cota a 1670m, siendo esta la más alta de la jornada de hoy a tan solo 6km del inicio y 300m más alto respecto del punto de partida.

El camino se topó con una pista perpendicular que cogimos a la derecha para iniciar un bonito descenso, a veces muy técnico, donde se variaba caprichosamente la anchura del trazado. Un sector, este, que jugaba entre numerosos barrancos obligándonos a salir constantemente de unos para adentrarnos a otros por medio de sus respectivos repechos.

Una zona anárquica respecto a las curvas de nivel y trazos de caminos que nos obligaba constantemente a confirmar nuestro trazado en el GPS.
Caos de caminos y barrancos en la Sierra de Albarracín
Durante otros cinco kilómetros anduvimos por las entrañas de esta desorganizada sierra hasta salir de nuevo a una pista ancha paralela al barranco del Valle que nos sacó directos a la carretera que une Nogueras con Albarracín a la altura de la localidad de Torres de Albarracín. Fueron 7km de rápido descenso que nos devolvía al valle del río Guadalaviar.

Tras una breve reunificación del grupo, nos esperaban por delante 10km hasta Albarracín por la misma carretera que habíamos desandado esta misma mañana. Paralelos al cauce del Guadalaviar y siguiendo el sentido de sus aguas.
Carretera de camino a Albarracín
Tras casi 30 km de ruta, y un par de horas más tarde, estábamos de nuevo en la bella ciudad de Albarracín. El sol había ganado la apuesta a las nubes y nos regalaba una bella estampa de la ciudad a la vez que nos hacía presagiar definitivamente una calurosa jornada.

Albarracín desde el puente sobre el Guadalaviar
Esta segunda parada vino muy bien para reponer fuerza de cara al segundo ascenso serio de la jornada. Las antenas de Albarracín.

Este es un sector perfectamente descartable, a no ser que tengas un presidente al que le guste editar rutas y ver la cara de sufrimiento de sus compañeros. Aunque también es cierto que las vistas que se nos brindan desde lo alto del centro de telecomunicación, son más que agradables.
Antenas de comunicación.
Así pues rodamos por la vega para rápidamente ascender por una adecentada pista con final en las antenas que jugaban al escondite cada vez que doblabas una curva para ganar desnivel. Fortísimos pero puntuales picos de desnivel nos obligaban a apretar bien los dientes y concentrarnos en la respiración.

No debíamos relajarnos, puesto que una vez crees que has llegado a lo más alto, de nuevo el porcentaje de desnivel vuelve a atacar para dejarte definitivamente junto a las estructuras metáticas verticales que predominan la comarca de Albarracín.
El grupo y Albarracín al fondo, desde las antenas.
Tras el descanso, comenzaba el descenso, pero antes debíamos buscar el sendero que uniese al camino de la parte posterior. Una bajada tan técnica como disfrutona que a alguno le obliga a echar pie a tierra.

Una vez abajo, el color rojizo de la tierra nos recuerda al color ocre de zonas toledanas.

Problemas mecánicos nos obligan a dividir el grupo justo en la entrada al paraje protegido de los pinares de Rodeno.
Compañerismo
La sombra que nos ofrecen estos pinos son más que agradables. Nos introducimos en un bonito y ondulado tramo que serpentea entre el bosque obligándonos a pasar junto a algunas de las cuevas que hay repartidas por la zona.
Aperturas del pinar.
Casi sin darnos cuenta nos topamos con una carretera donde hacemos la reunificación y tomamos rumbo sur para acometer el tercer ascenso de la jornada.

La subida hasta la Peña de los cuernos, es mucho más llevadera que la anteriores, con sombra y mucho menos porcentaje de desnivel. Cada uno a su ritmo vamos llegando hasta lo más alto. Son 44 los kilómetros que acumulamos desde la salida de hoy.
Descendiendo entre los pinos de Rodeno
Un descenso por un barranco donde por momentos se abría el pinar nos va a dejar directamente en una nueva carretera que nos conducirá, siempre descendiendo, hasta la casa de información de este paraje protegido. Muy cerca de la localidad de Bezas.

Es aquí donde nos esperaba el autobús para hacer la parada del medio día y reponer energías a base de buenos bocadillos y refrescos. Era el kilómetro 49 y aún estábamos dentro del espacio protegido del Pinar de Rodeno.
Pista de ascenso dentro del pinar.
Con el estómago lleno y la digestión en pleno proceso, volvimos a tomar las bicis. Tocaba ahora ascender hasta el puesto de vigilancia forestal de la Peña Cruz.

Fueron seis kilómetros con un leve descanso a mitad de la ascensión, por una pista forestal ancha y adecentada y gran cantidad de sombra, que nos permitió realizar la subida de una manera más liviana.

Es este un punto con interés paisajístico e histórico, puesto que desde lo alto de estos 1.578m podemos divisar una vasta extensión de terreno.
Cartel informativo.
Desde arriba, ahora utilizado como puesto de vigilancia forestal. En los tiempos de la Guerra Civil fue utilizado como atalaya en el frente entre ambos bandos.

Para llegar hasta lo alto, desde donde se puede observar Teruel si el día es claro, debemos dejar las bicis en el suelo para ascender andando unos 200m, que bien merece la pena.

Vistas desde el Alto de la Cruz
Una agradable conversación con el guarda forestal en lo alto, que sale de su caseta a recibirnos y darnos alguna información adicional e interesante del punto estratégico donde nos encontramos. Hablando sobre los lugares que se divisan nos muestra Teruel y delata el gran rodeo que nos tiene preparado Valentín para llegar a la capital.

Sin más, volvemos a por nuestras monturas para desandar nuestro pasos y tomar un empinado y peligroso descenso. El camino va perdiendo su definición hasta transformarse en un cortafuegos en toda regla y piso muy suelto que hace dar un susto a algunos de nuestros compañeros.
Tramo técnico de bajada.
Este tramo sale a una nueva pista forestal tomando de nuevo rumbo sur. Cómodo sector este y muy rodador que permite mantener conversaciones con los compañeros y avanzar con eficiencia en nuestra ruta.
Pista cómoda
El tramo acaba en el momento que una nueva pista atraviesa transversalmente nuestro rumbo y que no debemos obviar, puesto que giraremos hacia el este, en ascenso, hasta el collado de las Tenebrillas.

En el collado, un entramado de cuidadas pistas se dan cita en este punto de paso donde nosotros seguiremos de frente para ahora, en descenso, comenzar a salir de este espectacular pinar que nos ha acompañado durante gran cantidad de kilómetros.

Una vetusta carretera nos recibe para guiarnos hacia unas casas de resineros mientras que rodamos por el perímetro de espacio protegido. Un leve collado, el de la Plata, nos obliga a tensar de nuevo las piernas para poco más adelante despedirnos del asfalto y tomar otro nuevo cómodo camino que nos obligaría definitivamente a despedirnos del pinar.

Este bonito y sencillo camino nos deja a los pies de la Laguna de Bezas. Practicamente seca en esta época del año.
Laguna de Bezas.
Desde aquí, el paisaje cambia radicalmente, para comenzar a rodar por un encinar y tierras más secas y rocosas. Es el paraje de Las Casillas, las cuales dejamos a la derecha de nuestra marcha para llegar a la carretera que une Bezas con Teruel.
Paraje de Las Casillas.
Por carretera llegamos hasta El Campillo, a tan solo 12 km de Teruel. Pero hubiese sido demasiado fácil escoger esta opción. Así que nuestro presi decidió hacer la entrada a Teruel de una manera más "interesante". Acertada opción.

Salimos por el camino hacia la ermita de la localidad para desviarnos y tomar una pista divertida; pero tan rápida como traicionera que nos dejaría en el mismísimo cauce de una rambla.
Descendiendo hacia la rambla.
Tras el cruce de este reguero pasaremos a una zona de lomas con constantes subidas y bajadas cortas. Y un entramado de caminos en el cual deberemos ceñirnos exclusivamente al dibujado sobre nuestro GPS si no queremos extraviarnos por este peculiar lugar.
Bordeando la cola del embalse
Tras el laberinto de lomas y caminos nos topamos con la parte trasera del embalse del Arquillo de San Blas.

Bordearemos su parte posterior hasta encontrar el puente que nos permita cambiar de vertiente a la vez que observamos el evidente nivel bajo en la cola del pantano que represa las aguas del río Guadalviar.
Sobre el puente en la cola del embalse.
Tocaba ahora salir de la vaguada del cauce hasta llegar un altiplano que nos dejaría enfilados hacia nuestro destino final, Teruel.

Una vez en lo más alto, las vistas pierden interés, y las ganas de llegar al hotel florecen en nuestras mentes. Un ritmo cómodo, pero rápido, es facilitado por la leve inclinación de la llanura hacia nuestro destino.
Rodando por la altiplanicie.
Pero a pesar de la proximidad de nuestro destino, la ruta no había terminado aún. En absoluto.
Después de seis veloces kilómetros habíamos pasado de la cola del pantano a su cabeza. El dique se presentaba ante nuestros ojos dispuesto a cruzarlo por su paso elevado. Pero no.

Unas escaleras a la derecha de nuestro camino descendían hasta lo más profundo del cauce del río. Justo a la base de la presa. Y sí, por ahí descendimos.
Descendiendo a la base del dique.
De la incredulidad inicial pasamos al consiguiente disfrute de rodar por el Camino Natural del Guadalviar. Una senda adecentada para caminantes que usurpamos a los verdaderos usuarios, cruzando en varias ocasiones el cauce por adecentados puentes e incluso con estructuras metálicas que creaban un paso donde la naturaleza nos lo impedía.
Pasarelas facilitando el paso
Un bello tramo este, en el que en muchas ocasiones nos debimos bajar de la bici y portarla en otras cuantas. Pero que bien merecen la pena, a pesar de estar situado en la parte final del recorrido de hoy donde las piernas llegan bastante cansadas.

Camino Natural del Guadalviar
A la salida de este bonito lugar se encuentra la localidad de San Blas. La intención era la de tomar el camino que va paralelo al río hasta llegar a Teruel por la vega de este. Pero el excesivo tiempo dedicado en los últimos kilómetros acompañando este bonito lugar nos obligó a tomar la carretera hasta llegar a nuestro destino. Teruel.

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