Puerto de Navaluenga, vista de la cuerda de Gredos hacia el oeste. |
Tras desmenuzar la poca información obtenida por la web, conseguí descifrar que dicho puerto se adentraba en la zona protegida de la Reserva Natural de Iruelas, que en su parte final era prácticamente inciclable y que, además, no tenía caída hacia la otra vertiente de la sierra.
Es por ello que varias conclusiones circundaron mi cabeza; podría ser poco conocido, excesivamente complicado, tener pasos restringidos o, simplemente, ser poco motivante para el resto de los bikers.
Pico Zapatero, en la Paramera; vista desde el Cerro Bujera. |
El resultado final fue la unión de parte de un tramo del Trofeo de Navaluenga, perteneciente al circuito de BTT de Ávila, que se uniría al propio ascenso a dicho puerto. De este primero, coincidiría con el trazado circular del nuestra ruta, es decir, el inicio y final. Del segundo, formaría la parte central, creando un apéndice lineal de ascenso y descenso hasta el punto más alto.
Así pues, la mañana del 30 de diciembre nos dispusimos a salir hacia la aventura un emeritense afincado en la vecina localidad de La Puebla de Montalbán y el que escribe, con el objetivo principal de disfrutar de una apacible jornada de BTT. No sabía como afrontaría Mario una "MoreLobada", pero cumplió con creces las expectativas, como antaño lo hicieran Javi o Tomás.
Mario, coronando el collado de Cerro de la Bujera. |
Placas de hielo en los metros finales. |
Callejeando llegamos hasta el puente romano que da paso sobre el río Alberche y tras su vadeo continuamos de frente hacia la zona de El Venero en busca del paso por el Cerro de la Bujera.
A penas hay tiempo para calentar los músculos, pues unas duras rampas de hormigón nos obligan a meter todo el desarrollo si queremos avanzar sin romper nuestras piernas. En tan solo dos kilómetros ascendemos casi 200 m de desnivel, permitiéndonos divisar Navaluenga desde cierta altura, con su peculiar pico Zapatero, en la sierra de La Paramera.
Navaluenga y la Paramera al fondo. |
El esfuerzo, bien merece una recompensa, a modo de descenso de desnivel cuando llegamos al collado del Cerro de la Bujera. Debemos aprovechar a recuperar el aliento porque, rápido, la pendiente vuelve a ascender hasta llegar a la zona de La Chorrera, un pequeño bosque de pinos que da por concluida este primer ascenso de la mañana.
Ante nosotros, se nos muestra un valle fértil, plagado de huertos, con la presidencia de la Finca El Barranco a nuestros pies. Más al fondo, podemos divisar tímidamente la cola del embalse de El Burguillo.
Vistas desde el primer collado de la jornada. |
En a penas un kilómetro de descenso muy técnico, guiado por senderos de cabras que se ramifican en múltiples ocasiones cada decena de metros. El camino es intuitivo y todos llegan al mismo lugar, pero dependiendo del reguero que tomes se podrá complicar su nivel técnico. Una vez sobre el terreno, no hay pérdida, pero si debo aconsejar alguna opción, diría que la más sencilla es la que va tomando todos los desvíos hacia la izquierda de nuestro sentido. Además, ciertas balizas, a modo de cintas rojiblancas nos ayudarán a tomar la referencia correcta. Imagino, utilizadas por el Trofeo BTT de Navaluenga al que me refería al inicio de la crónica, y que nos acompañará durante los primeros y últimos kms de nuestra ruta, confirmándonos el recorrido.
Tramo técnico, marcado con balizas. |
Medio kilómetro más arriba, cuando debemos vadearlo, confirmamos lo que estábamos descifrando. El arroyo desciende con gran caudal lo que nos impide cruzarlo montado sobre nuestras bicis y decidimos vadearlo utilizando una piedras linealmente colocadas para su paso.
Vadeando el arroyo Lanchamala |
El camino, tapado por completo de hojas del robledal, se nos antoja algo peligroso debido a la humedad. A la izquierda ahora oíamos el arroyo y entre medias una finca que nos impedía acercarnos a su orilla.
Es aquí donde nos encontramos con el primero de los problemas producidos por los vientos de la ciclogénesis explosiva de la semana anterior. La copa de un árbol en medio del estrecho camino. A la izquierda la valla de la finca, a la derecha la densa vegetación. Solo quedaba partir las ramas de la copa haciendo un túnel por donde poder continuar.
Vista hacia atrás del punto del árbol caído, finca y vegetación a los lados. |
El trazado poco a poco se ensancha y algún tronco cruzado pone a prueba nuestra habilidad sin la necesidad de bajarnos de nuestras monturas. Antes de desembocar en la pista principal, debemos tomar un camino que sale a la derecha con la misma tónica que el anterior.
Camino tapado por las hojas de roble |
Tras estos 6 lentos e intensos kms de ruta desembocamos en la pista que parte de Navaluenga hacia su ermita de la Virgen del Espino. Si queremos evitar este bonito tramo, y hacer únicamente el ascenso al puerto, es aquí donde confluirán los caminos.
Ermita Virgen del Espino |
Una señal en la pista, nos indica el desvío hacía el santuario. Aprovechamos este corto tramo para detenernos y rellenar nuestros bidondes de agua en una de sus fuentes.
La ermita, situada en un pequeño y resguardado prado, nos invita a detenemos para tomar algo sólido y descansar de nuestra marcha. Algunos coches están aparcados en las proximidades, lo que nos confirma que el acceso en un turismo hasta esta ubicación es posible.
Fuente próxima a la ermita |
De camino a este barranco debemos sortear una portela que prohíbe el paso rodado a motor, informándonos de que nos adentramos en la Reserva Natural del Valle de Iruelas.
Una vez situados en el vadeo del arroyo, abandonamos el trazado del Trofeo de Navaluenga, que se desvía a la izquierda, sin necesidad de vadear el cauce, comenzando un técnico descenso paralelo al arroyo, quedando este a la derecha de la marcha.
Arroyo Cambronal |
Por delante 8 kilómetros, 700m de desnivel positivo y 35 curvas de herradura hasta lo más alto de la ruta. Un cuidado y denso pinar se postraba ante nosotros, solo abierto al valle por un cortafuegos que irá apareciendo y desapareciendo entre algunas de esta treintena de curvas.
No es la parte más dura de la ruta, físicamente hablando; eso lo dejamos para los primeros kilómetros de hormigón cuando salimos de Navaluenga; pero sí es la parte más dura, psicológicamente hablando.
Una de las curvas de herradura del ascenso |
Regueros congelados |
Aberturas en el pinar debido al cortafuegos |
"Zetas" desde la altura. |
En un momento dado, en uno de los taludes que abrían paso al camino, observé unas formas de hielo a modo de agujas que se elevaban del suelo dejando la arena sobre esos capilares helados. Supuse que era un fenómeno poco común y lo fotografié con la intención de enviarlo a "El Tiempo de TVE". Cual fue mi sorpresa cuando por la noche cenando en casa hicieron mención especial a este fenómeno llamado pipkrake, con fotos tomadas por los telespectadores en la zona de Gredos.
Fenómeno Pipkrake debido a las bajas temperaturas y la humedad del suelo. |
Llegando a la parte final, un pequeño claro en el pinar dio paso a una zona de barrancos de agua crecidos que suavizaría la pendiente como si nos preparase para el ascenso definitivo.
Arroyos en la zona de descanso previa al tramo final |
Los regueros de agua, dieron paso a tímidos tramos congelados y estos a auténticas placas irrompibles de hielo que impedían el rodaje.
La verdad sea dicha, este sector coincide con una zona pedregosa imposible de ciclar. Rocas sueltas sobre una gruesa capa de hielo que forman una pendiente de más del 20%. Por tanto, de una forma u otra, sea la estación que sea, deberemos bajarnos de la bicicleta para pasar estos 200m antes de llegar a la penúltima curva del ascenso.
Caminos helados |
Primeros neveros, al fondo placas de hielo en el camino |
Quedaban 800m de camino, 60m de ascenso y solo una curva...
Retomamos nuestras monturas. Las placas de hielo comenzaban a desaparecer... a favor de cúmulos de nieve. El giro sobre la última curva nos presentó un tramo imposible de ciclar en ascenso, pero tal vez sí en descenso. La nieve dura había conquistado el camino, creando una preciosa, pero muy poco práctica estampa.
Camino nevado |
Mereció la pena. Las bicis tiradas en el suelo. Miradas de 360º. Valle del Tiétar, Sierra de San Vicente, cuerda de Gredos, valle del Alberche, sierra de La Paramera... Temperatura ideal, eran las 15:30. Nos avanzamos hacia el sur entre piornos en busca de un promontorio granítico para disfrutar de unas vistas indescriptibles. Hay que subir, no se puede ver en foto, ni leer adjetivos... Hay que subir.
Sierra de San Vicente, desde el Pto de Navaluenga. |
Una vez abandonado la intemperie de las cotas más altas, nos adentramos de nuevo en el pinar para deshacer con velocidad todas las "zetas" que unas horas antes habíamos ido acumulando pacientemente una tras otra.
Resultaba curioso como la noción del tiempo y la percepción podían cambiar de tal manera. Íbamos intentando recordar dónde habíamos parado o dónde habíamos hecho ciertas fotos o comentarios de precaución con los regueros helados o algunos troncos cruzados. Todos los giros nos parecían iguales.
Pronto llegamos al vadeo del arroyo del Cambronal, punto donde de nuevo retomaremos el divertido y habilidoso trazado del Trofeo de Navaluenga.
Seguiremos la pista de frente si queremos llegar sin dificultades técnicas hasta Navaluenga.
Vadeando el arroyo del Cambronal. |
Tramo técnico paralelo al arroyo Cambronal. |
Por los pasos del PRC-AV 10 |
Tras cruzar las Casas de la Lobera, pasamos un puente sobre el arroyo del Espino. Nos aproximamos a un conjuntos de humildes casetones donde debemos desviarnos del camino principal. A la derecha de estas paupérrimas construcciones encontraremos un escondido sendero que serpenteará descendiendo cotas por un estrecho trazado.
Por estas alturas los pinos ya han desaparecido del paisaje dando paso de nuevo al robledal. Las hojas caducas de estos árboles vuelven a tapizar el piso sobre el que rodamos, como ocurriese en el inicio de ruta, hace ya unas cuantas horas atrás.
Los robles vuelven al paisaje. |
Si no nos hemos confundido, las balizas rojiblancas atadas en las ramas de los árboles, nos servirán de ayuda para nuestra orientación y nos confirmarán el camino correcto.
Un árbol cruzado en el camino nos recuerda el temporal de la semana anterior, obligándonos a salir del trazado una decena de metros para volver a ella y terminar el descenso paralelo ya a un arroyo del Cambronal mucho más tranquilo y sosegado del que nos habíamos encontrado unos kilómetros atrás.
Rodando junto al ya sosegado arroyo de Cambronal |
A la derecha, espectaculares caserones residenciales a orillas del Alberche; a la izquierda, en lo alto, buscábamos con la mirada por dónde habíamos transcurrido en la jornada de hoy.
Inmersos en estos menesteres, aún quedaba ascender el cerro de la Muela, imperceptible ascenso que debido a la acumulación de desnivel pareció resultarnos un auténtico muro. Tras él, asfalto y descenso hasta Navalunga.
Volvimos a cruzar el puente romano para callejear y ascender hasta la travesía de la localidad donde habíamos dejado el coche hacía ya casi 5 horas. Nos cambiamos, guardamos las bicis y fuimos directos al bar Gema (en frente del supermercado Día) a reponer las energías gastadas.
Bocadillo de chapata; lomo, tomate y queso... mmm |
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