lunes, 16 de septiembre de 2013

Oviedo: L´Angliru.

Fue Javi el causante de este apéndice de mis vacaciones veraniegas. El impulsor, y el loco a la vez. Bendita, dura y hermosa locura.

Su propuesta de visitar El Angliru el mismo día que pasaba La Vuelta a España por allí, me recordó a mi escapada el verano anterior por el Pirineo francés visitando su mítico Tourmalet. No dudé en darle una respuesta tan tajante como afirmativa.

Era la etapa decisiva de La Vuelta´13 que contaba con la subida más dura jamás ascendida por los asfaltos de la geografía española. Con una corta, pero épica historia, desde que abulense Chava Jiménez escribiese su nombre en lo más alto por primera vez allá por el año 1999.
Javi, gran compañero de "fatigas".
Hasta Asturias nos desplazamos para pasar un completo fin de semana en Oviedo, coincidiendo con sus fiestas patronales de San Mateo. Un confortable, económico y céntrico Hotel Santa Cruz fue nuestra residencia para estos intensos días.

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El viernes, tras nuestra llegada, salimos a la calle para empaparnos del bullicio ovetense y sus fiestas. Un poquito de sidrina por los chiringuitos y directos a la famosa calle Gascona para cenar.

Celtas Cortos y Loquillo tocaban en la zona del Carlos Tartiere, toda una tentación que tuvimos que evadir, suplantándolo por un tranquilo paseo por sus ambientadas calles.
Mucha gente en las calles ovetenses celebrando San Mateo.
El sábado nos levantamos con tranquilidad, sin mucho madrugar. El recepcionista del hotel nos aconsejaría la estupenda cafetería/confitería Balbona para desayunar, allí probamos diferentes dulces típicos asturianos, y recibimos un trato muy agradable.

Al acabar, y con depósitos de energía recargados, nos pusimos manos a la obra. Desde Oviedo (231m) salimos por la N-630 hasta La Vega de Riosa, donde oficialmente comienza este coloso asturiano, tan solo nos separaban 18 tranquilos kilómetros que aprovechamos para calentar. Los primeros 7 por un agradable descenso hasta la desembocadura del río Caudal sobre el Nalón, que establecía la cota más baja de la jornada (128m).

Desde aquí, un falso llano paralelo al río Caudal, picaba acompañándolo aguas arriba. Dejábamos Santa Eulalia a nuestra derecha, localidad por la que retomaríamos esta misma carretera nacional para la vuelta.

Coincidimos con un veterano ciclista gallego que nos llevó hasta las puertas del inicio del ascenso. En este tramo compartido con nuestro eventual compañero nos contó diferentes batallas personales y nos dio múltiples consejos para el ascenso. Da gusto siempre escuchar las anécdotas y recomendaciones de estos expertos aficionados al ciclismo.

Un corto túnel sin iluminación nos puso en alerta debido al tráfico que sufre esta carretera, la cual dispone de un gran arcén que desaparece momentaneamente en este punto negro de la ruta.
Javi charlando con "el Gallego", antes de entrar al túnel.
A los 12 km tomamos el desvío por la AS-231 hacia La Vega de Riosa. Aquí la pendiente comienza a notarse elevándose de los 165m en el desvío, hasta los 312m en el inicio del puerto en tan solo 6km. Es en este tramo donde empieza a verse el ambiente ciclista.

Coches en las cunetas, ciclistas vistiéndose en la misma carretera y poniendo a punto sus bicis. Javi y yo quitamos el plato para no castigar las piernas, pero nuestro compañero continuaba con él.

Comenzamos a observar la cantidad de bicicletas de montaña que se aglomeraban sobre el asfalto y eso me hizo pensar si mi desarrollo 34/28 con el que subí el Tourmalet, me sería suficiente en esta ocasión para ascender hasta la cima.

Disfrutamos de algún descansillo antes de llegar a la abarrotada localidad de La Vega. Aquí el ambiente en cafeterías y bares era espectacular. Como si de sus fiestas locales se tratase.

Cruzamos el pueblo y nos encontramos con el desvío a la derecha que indicaba el ascenso al Angliru. Cima situada en lo más alto de la Sierra del Aramo y presidido en todo momento por su Pico del Gamonal. Fue entonces cuando tomamos definitivamente la carretera local RI-2 que nos conduciría hasta el final de esta épica subida.
Cartel informativo del ascenso.
Nuestro ocasional compañero se ofreció para sacarnos unas fotos y aprovechó para despedirse con un "¡¡¡Arriba nos vemos!!!". Si bien era cierto que llevaba un punto superior al nuestro y él bien lo sabía. Mejor para todos.

A los dos kilómetros de ascenso, con las piernas aún descansadas, paramos a tomar el refresco de rigor que en el pueblo no pudimos consumir debido a la cantidad de gentes que se concentraban alrededor de bares y cafeterías.

En Bar Chus, un modesto bar de carretera y con la Coca-Cola en mano, veíamos ascender a todo tipo de personas, con todo tipo de bicis e incluso andando. Unos más preparados que otros, pero todos aficionados a este gran mundillo de la bici.
Gran cantidad de aficionados.
Corto fue nuestro descanso para volvernos a poner sobre la bici. En este punto a penas habíamos tomado altura sobre el valle. Pero pronto lo haríamos en los siguientes kilómetros.

Con el sol acompañándonos en estas horas de la mañana continuamos ascendiendo el puerto con un gran ambiente. Risas, chistes, comentarios y bromas unían a todos los aficionados que por allí rodábamos en diferentes grupetas. De momento, las rampas del 8% de media eran completamente asequibles para nuestras aún frescas piernas.

Un giro de herradura para desviarnos hasta El Teleno, y no llegar a Grandiella, nos hizo elevar momentaneamente las pulsaciones, aumentando algún punto porcentual el ascenso. En este tramo pasamos por la pancarta de 10km a meta sobre un porcentaje del 9%.
Bajo la pancarta de 10km a meta.
Poco más adelante, una nueva curva de herradura sigue manteniendo la dificultad de este tramo en las inmediaciones de la localidad de Porcio. Tras pasar esta localidad, la carretera suaviza su pendiente a un 7%, y nos regala las primeras vistas con cierta altura hacia lo más profundo del valle.
Tomando altura sobre el valle, Grandiella al fondo.
El nuevo tramo, más asequible, nos dirige protegidos por una densa vegetación hasta el collado(685m) donde se encuentra el desvío que desciende hasta Santa Eulalia. Lugar por donde nos desviaremos a la vuelta. Esta zona, habilitada como parking eventual para la cita, permite el comienzo de la aglomeración de gran cantidad de personas en la montaña.

Justo en este punto comienza el único descanso de todo el ascenso hasta llegar al Área recreativa de Viapará. Con un 2% de media, nos permite levantar la mirada y divisar de frente la sierra del Aramo e intentar buscar el trazado del asfalto entre sus cuasi verticales laderas.
La pendiente suaviza y disfrutamos de las vistas.
Las caravanas y los coches comenzaban a invadir los estrechos arcenes. El bullicio comenzaba a hacerse más que presente. Se notaba que lo bueno estaba a punto de llegar. Que lo que habíamos ascendido hasta aquí equivalía a penas a un puerto de 2ª categoría y que el verdadero infierno lo teníamos aún por delante durante los siguientes 7 kilómetros hasta la cima.
Carteles informativos que nos hacían presagiar lo peor.
Llegamos definitivamente al área recreativa, donde los organizadores del evento ubicaron los stand de publicidad y el final de ruta de la caravana publicitaria. Nosotros aprovechamos para empaparnos del "espíritu jocoso de Tomás" y hacerle, de alguna manera, partícipe de este ascenso tomando unos globos de helio publicitarios que atamos a nuestros sillines y que nos acompañarían hasta el final de nuestro ascenso.
Área recreativa de Viapará, con los stand publicitarios.
Iniciamos la aproximación hacia las primeras rampas duras de la jornada que caracterizan a este temido Angliru. Pero antes, aun teníamos ganas de reír y jugar con los "globitos" llamando la atención de todos los aficionados que íbamos adelantando. Mientras golpeaba con la mano o la cabeza el globo de Javi que marchaba por delante, oía algunos comentarios:

- Mira esos que buenos con los globos, ¡¡¡aprovechad ahora que pronto se os quitarán las ganas de reír chicos!!!- nos advertían unos.

- Esos llevan el globo por que son unos "globeros"- compartían las risas con nosotros otros.
Espíritu festivo, antes del "infierno".
Este era el espíritu, el festivo a pesar de que a partir de ahora nos quedasen los 7 temidos kilómetros con la brutal media del 13% hasta el final.

Poco a poco la pista se fue estrechando y endureciendo; casi a la misma velocidad que nuestra sonrisa comenzaba a borrarse de nuestra cara. Por delante los primeros zig-zag ya llenos de gente. Estábamos aproximándonos a las cinco curvas de Les Cabanes donde iniciaría la primera bestialidad de 500m a un 22%.
Aproximándonos a las curvas de Les Cabanes.
Con valentía y decisión comenzamos este espectacular tramo, ya plagado de gente que animaban como si fueses un profesional. Gritos de ánimo y aliento me obligaban a seguir. "Un poco más More, aguanta un poco más" Me animaba esperando un pequeño descanso detrás de cada curva, que no aparecía jamás. La cabeza comenzó a bombearme y decidí aflojarme el casco. Pero en un momento de sensatez, eche pie a tierra.

- "Javi, ¡¡¡voy a parar, continúa tú!!! El corazón se me iba a salir del pecho. Que exageración. Qué barbaridad...
Lugar donde paré en Les Cabanes.
Javi me esperó, hice alguna foto mientras recuperaba las pulsaciones y continuamos nuestro ascenso. No me podía creer lo que me acababa de pasar. Era como si la montaña nos hubiese avisado de lo que nos íbamos a encontrar, como si de alguna forma nos dijese "Cuidado, que no soy un ascenso cualquiera". Nos puso en nuestro sitio y dejó claro quien tenía el mando de la situación.

Los dos siguientes kilómetros nos devolvieron un poco la moral que acabábamos de perder en este inicio del infierno gracias al "descanso" que encontramos con un mantenido porcentaje del 12%. Es un muro, un muro en el que un 12% parece un "falso llano".

Una nueva curva de herradura (Lagos), esta vez a derechas nos enfiló directo al final del sector de "descanso". Este acababa con la curva a izquierdas en la zona de Les Picones donde un nuevo tramo al 20% volvía a tensar las piernas obligándonos a clavar la mirada en el asfalto viendo como el sudor caía sobre el asfalto.

Tras estos durísimos 300m, afrontamos el nuevo kilómetro con un porcentaje que se había elevado hasta el 14%. Las piernas iban ya muy pegadas y no había ningún atisbo de descanso que no fuese volver a echar pie a tierra. El sol lucía radiante pero no podíamos disfrutar de las vistas, ni de la bici, ni del ambiente.

Absorto en una cruel lucha contra la montaña, mis sentidos omitían cualquier información que no fuese la estrictamente necesaria para ganar esta batalla a la montaña. Me estaba perdiendo los ánimos, palmas y gritos de aliento de todos los aficionados que por allí ya se ubicaban.

Sufrimiento, no. Lo siguiente. Pero en un momento de lucidez y de riego sanguíneo y oxígeno en la cabeza me pregunté. ¡¿Realmente he venido a esto?!

Un giro a derechas me dejaba delante de la pancarta de 3km a meta. Como puedo, me agarré a la bicicleta y la sensación que recorrío mi cabeza era de ser demasiado esfuerzo para tan poca recompensa. Pasaba el tiempo y parecía que continuaba en el mismo sitio. Me consideraba fuerte de mente, pero esto era demasiado para mí.

Estaba llegando a la curva de Cobayos, con un nuevo tramo al 21% en sus inmediaciones. Me abrí para afrontar la curva con el menor desnivel posible y giré. Pero tras salir de ella y levantar la mirada me encontré una pista directa al cielo. Una recta interminable que amedrentaba a cualquier valiente que osase atacarla. La ausencia de curvas y su final infinito la hacían más dura mentalmente si cabe.

Por la cabeza me pasaba una cita que en ese momento consideré casi para la historia y en la que nada más pensarlo dije, "esta va directa al blog"

- "Nunca el infierno había estado tan cerca del cielo".
Curva de Cobayos, con la Cueñe les Cabres al fondo.
Imposible. Mis piernas, mi corazón, mi mente... todo mi cuerpo me impedían seguir. La imponente y afamada Cueña les Cabres se había postrado ante mí.

Evidentemente eché pie a tierra. Cuando el oxígeno llegó a mi cabeza me permitió ver tras de mi un chiriniguito colocado para la ocasión en la misma curva. Me pareció muy correcto para colocarnos a la espera de los ciclistas. A Javi lo había perdido entre la multitud por delante. Yo no podía seguir.
Cobayos, 14% de mínima.
"Las cosas si se empiezan son para terminarlas, si no, mejor no empezarlas"- resonó en mi cabeza tras mi rápida recuperación de pulsaciones.

De nuevo montado sobre la bici inicié el ataque a la afamada Cueña les Cabres. Indescriptible. Increíble la multitud de aficionados que allí se agolpaban. Justo en medio de esta rampa de 800m al 23% se encontraba el cartel que lo definía a la percepción con números. "Porcentaje mínimo del 16,2% y máxima del 23,5%". Excusa perfecta para bajarme de nuevo de la bici a pesar de los ánimos de los aficionados que ascendían nevera en mano andando a una velocidad más rápida que la mía.
Cueña les Cabres
La imagen de lo que acababa de subir era espeluznante. Un muro exagerado donde tan solo había podido mantenerme sobre la bici durante medio kilómetro. Mirando hacia atrás observaba la brutalidad del ascenso. Pero mirando hacia arriba podía observar como más allá de este tramo aún quedaban varios zigzag aferrados a la vertical ladera de este monstruo del ciclismo. La moral se me venía a bajo cada vez que elevaba la mirada.
Brutal subida por la Cueña, al fondo la curva Cobayos.
Cuando acabó este kilómetro de ascenso con una media del 18% y pensamos que todo había acabado, entonces apareció una sucesión de cuatro curvas de herradura en la zona de El Aviru que volvió a golpear nuestras piernas y moral.

Era como una sucesión de golpes recibidos a modo de ganchos y directos en medio de un combate de boxeo a favor de la montaña, y a punto de llegar a KO por parte del ciclista. Cada una de esas curvas con un 22% de desnivel venían acompañadas de cortas rectas donde rebaja la pendiente.
Una de las curvas de El Aviru.
Los ciclistas que ya bajaban con su reto cumplido nos animaban con unos "Ánimo chavales que ya suaviza ahí arriba". Pero no me fiaba de esa supuesta reducción de desnivel.

Este tramo, con discontinuos apretones para salvar los momentáneos desniveles, me hicieron un amago de calambres en mis maltrechos vastos internos que me obligaron a parar para recuperarme de este sobresfuerzo.

Este momento lo aproveché para fotografiar desde la última parte de estas curvas del El Aviru las impresionantes vistas de algunas de sus herraduras.
Curvas de El Aviru.
Era mi cuarta parada en 7 kilómetros de ascenso infernal. Era evidente que mi desarrollo no era el adecuado para afrontar esta peculiar batalla. Más sabiendo a posteriori que los profesionales utilizaron hasta coronas con 32 dientes.

Un último ataque me situó en la pancarta de último kilómetro y poco más adelante en el cartel del premio de la montaña. La cima era un extenso prado salpicado por numerosas rocas y algunos pequeños lagos. El aire golpeaba con relativa fuerza en lo alto del collado. Rodaba por Les Piedrusines con un liviano 8% de desnivel.
Les Pedrusines, premio de la montaña. Lo más alto.
Sabía que estaba conseguido. El Angliru cedía altura en sus últimos 800m a modo de reconocimiento y honor al ciclista que había osado retarle.

Ahí estaba la pancarta de meta y ahí acabó mi martirio. El reto estaba conseguido.
Línea de meta.
Tocaba ahora volver y descender para disfrutar de los paisajes que la dureza me había impedido disfrutar en la subida. No podía desaprovechar la oportunidad que me brindaba este soleado día.

No suele ser común disfrutar de las vistas que nos ofrecía esta montaña casi siempre conquistada por las nubes, nieve, frío o lluvia. Ninguno de esos elementos aparecían en ese momento que intenté inmortalizar.
Oviedo al fondo, a la derecha el área de Viapara.
Javi me esperaba  en la curva justo donde se iniciaba la Cueñe les Cabres y donde había parado en el ascenso junto al chiringuito. Perfecto lugar para la espera de la carrera.

El descenso resultó peligroso entre la multitud de ciclistas subiendo, bajando, andando, empujando y además algunos coches oficiales empezaban a llegar.

Una vez ubicados, repusimos las energías perdidas con un buen bocadillo y una buena botella de sidra.
Nos lo habíamos ganado.
Ahora solo quedaba esperar y disfrutar del ambiente que se crea en la montaña en un evento de esta magnitud. Hablamos con un grupo de ciclistas gallegos, otro aficionado vestido con la camiseta oficial del atleti nos mantenía informados del resultado en su partido de liga. Los helicópteros de la TVE o de la Guardia Civil, todo era motivo de celebración. Por momentos algún aficionado se arrancaba a dar palmas a ritmo que todos poco a poco seguíamos. Un malabarista con monociclo animaba a los allí congregados realizando el ascenso sobre este peculiar artefacto. Era toda una fiesta del ciclismo.
Subiendo el Angliru en monociclo.
Un ambiente sano y divertido el que rodeó aquellas tres horas de espera. Horas en las que poco a poco se fue echando la niebla encima como para hacer más épico el paso de los ciclistas. Se acercaba la hora y allí estaban. Aficionados con radio en mano informando a los demás compañeros de como se había iniciado el ascenso al Angliru.
La niebla se echaba encima.
En menos tiempo de lo esperado se presentaron los ciclistas a nuestra altura. Rafa Diaz Justo conduciendo el coche oficial nos saludó justo antes de tomar la curva de Cobayos, indicando que la cabeza de carrera estaba a punto de llegar. Un aumento espectacular de decibelios, nervios, pasión, tensión y júbilo rodeó a todos los allí presentes. La carne de gallina. De nuevo, indescriptible.
Pasillo humano animando a los ciclistas.
Allí pasaba un joven ciclista de la FDJ, y detrás Níbali, Horner y Purito... Más atrás Valverde. No sabíamos nada del desarrollo del ascenso. Pero daba igual. El ambiente era único.

Ánimos para los primeros y para los últimos, empujones de aficionados agradecidos por los profesionales y un italiano del Lampre nos animando al publico para a jalearle. Buena simbiosis aficionados-profesionales que jamás había visto en ningún otro deporte.
Cercanía entre aficionados y profesionales.
Pero pronto acabó todo. En cuestión de menos de media hora el coche escoba había dado por concluido el paso de los ciclistas. Tocaba ahora descender entre una desorganizada marea de aficionados a pie y en bici.

Al llegar al Área de Servicio de Viapará descansamos nuestros antebrazo y los frenos de nuestras bicis ya que el descenso fue también algo complicado. Tomamos el desvío por la carretera Mo-1 para afrontar el descenso por la otra vertiente del Angliru, la menos conocida pero también con gran encanto y algunas rampas que en ascenso deben resultar duras. El asfalto estaba en bastante peor estado, pero mereció la pena al menos para conocer este otro trazado.
Descenso alternativo al Angliru.
Pornto llegamos a Santolaya donde tomamos la N-620 que nos guiaría hasta Oviedo, con unos 7 kilómetros en ligero ascenso donde Javi tomó las riendas y me llevó con total comodidad.

Reto conseguido. Quedaba ahora descansar y aprovechar la noche de las fiestas de San Mateo con total libertad. Lluvia, sidra, plaza del ayuntamiento, sidra, plaza del paraguas, ron, plaza de la catedral, chupitos, bares, maderas con clavos y desaparición de jerseys... Noche también intensa.
Javi en la plaza del Ayuntamiento
Al día siguiente un poco de resaca pero un buen desayuno en la subida al Naranco nos repuso las fuerzas necesarias para volver a casa en este aprovechado fin de semana.

Para ver la subida al Angliru retransmitida por TVE, pincha aquí (mira el minuto 36´59" para ver a Javi con la equipación de MoreOcio y el minuto 44´44" para ver a nuestro amigo gallego, de amarillo, alentando a Horner)


5 comentarios:

  1. Jeej, parece que vamos siguiendo la ruta contigo!

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  2. Enhorabuena, una vez más. Sigues sumando. Y sigues sorprendiendo. Un abrazo

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  3. Amigo "More"...Leyendo tu batalla, contra la montaña, recordé mi aventura hace cuatro años, en la Sierra del Guadarrama. Algún día te la contaré...pero en serio, en Navafría, sentado, sobre un guardarrail, escuché el "silencio"...Fatiga, baja moral...la montaña que te puede. Me ha encantado tu relato, y todas tus aventuras, en Viapará, en Les Cabanes, en Les Cabres y en el Aviru. Tiene que ser fascinante,. Por cierto el otro día, estuvimos hablando de MOREOCIO durante más de una hora...Jesus María Ruiz Ayucar, y Fernando Alkantara "Fotógrafo" , gran aficionado al ciclismo. Nuestras conclusiones fueron emotivas...Tu trabajo da para charlar, entre tres contertulios, durante una hora...fíjate si es bueno lo que haces. Grande David Moreira-Grande Moreocio.
    Fdo ANGEL CARRILLO - CLUB CICLISTA TORRIJEÑO 2013

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  4. Sssssshiquillo! Tengo la sensación de haber subido todas y cada una de esas cuestas! Lo he pasado regular, eh?!?! De hecho creo haber escuchado vitorear mi nombre entre cálidos gritos de ánimo y aplausos! Conclusión: yo también merezco ese bocadillo. xDDD

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  5. Sssssshiquillo! Tengo la sensación de haber subido todas y cada una de esas cuestas! Lo he pasado regular, eh?!?! De hecho creo haber escuchado vitorear mi nombre entre cálidos gritos de ánimo y aplausos! Conclusión: yo también merezco ese bocadillo. xDDD

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