Su propuesta de visitar El Angliru el mismo día que pasaba La Vuelta a España por allí, me recordó a mi escapada el verano anterior por el Pirineo francés visitando su mítico Tourmalet. No dudé en darle una respuesta tan tajante como afirmativa.
Era la etapa decisiva de La Vuelta´13 que contaba con la subida más dura jamás ascendida por los asfaltos de la geografía española. Con una corta, pero épica historia, desde que abulense Chava Jiménez escribiese su nombre en lo más alto por primera vez allá por el año 1999.
Javi, gran compañero de "fatigas". |
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El viernes, tras nuestra llegada, salimos a la calle para empaparnos del bullicio ovetense y sus fiestas. Un poquito de sidrina por los chiringuitos y directos a la famosa calle Gascona para cenar.
Celtas Cortos y Loquillo tocaban en la zona del Carlos Tartiere, toda una tentación que tuvimos que evadir, suplantándolo por un tranquilo paseo por sus ambientadas calles.
Mucha gente en las calles ovetenses celebrando San Mateo. |
Al acabar, y con depósitos de energía recargados, nos pusimos manos a la obra. Desde Oviedo (231m) salimos por la N-630 hasta La Vega de Riosa, donde oficialmente comienza este coloso asturiano, tan solo nos separaban 18 tranquilos kilómetros que aprovechamos para calentar. Los primeros 7 por un agradable descenso hasta la desembocadura del río Caudal sobre el Nalón, que establecía la cota más baja de la jornada (128m).
Desde aquí, un falso llano paralelo al río Caudal, picaba acompañándolo aguas arriba. Dejábamos Santa Eulalia a nuestra derecha, localidad por la que retomaríamos esta misma carretera nacional para la vuelta.
Coincidimos con un veterano ciclista gallego que nos llevó hasta las puertas del inicio del ascenso. En este tramo compartido con nuestro eventual compañero nos contó diferentes batallas personales y nos dio múltiples consejos para el ascenso. Da gusto siempre escuchar las anécdotas y recomendaciones de estos expertos aficionados al ciclismo.
Un corto túnel sin iluminación nos puso en alerta debido al tráfico que sufre esta carretera, la cual dispone de un gran arcén que desaparece momentaneamente en este punto negro de la ruta.
Javi charlando con "el Gallego", antes de entrar al túnel. |
Coches en las cunetas, ciclistas vistiéndose en la misma carretera y poniendo a punto sus bicis. Javi y yo quitamos el plato para no castigar las piernas, pero nuestro compañero continuaba con él.
Comenzamos a observar la cantidad de bicicletas de montaña que se aglomeraban sobre el asfalto y eso me hizo pensar si mi desarrollo 34/28 con el que subí el Tourmalet, me sería suficiente en esta ocasión para ascender hasta la cima.
Disfrutamos de algún descansillo antes de llegar a la abarrotada localidad de La Vega. Aquí el ambiente en cafeterías y bares era espectacular. Como si de sus fiestas locales se tratase.
Cruzamos el pueblo y nos encontramos con el desvío a la derecha que indicaba el ascenso al Angliru. Cima situada en lo más alto de la Sierra del Aramo y presidido en todo momento por su Pico del Gamonal. Fue entonces cuando tomamos definitivamente la carretera local RI-2 que nos conduciría hasta el final de esta épica subida.
Cartel informativo del ascenso. |
A los dos kilómetros de ascenso, con las piernas aún descansadas, paramos a tomar el refresco de rigor que en el pueblo no pudimos consumir debido a la cantidad de gentes que se concentraban alrededor de bares y cafeterías.
En Bar Chus, un modesto bar de carretera y con la Coca-Cola en mano, veíamos ascender a todo tipo de personas, con todo tipo de bicis e incluso andando. Unos más preparados que otros, pero todos aficionados a este gran mundillo de la bici.
Gran cantidad de aficionados. |
Con el sol acompañándonos en estas horas de la mañana continuamos ascendiendo el puerto con un gran ambiente. Risas, chistes, comentarios y bromas unían a todos los aficionados que por allí rodábamos en diferentes grupetas. De momento, las rampas del 8% de media eran completamente asequibles para nuestras aún frescas piernas.
Un giro de herradura para desviarnos hasta El Teleno, y no llegar a Grandiella, nos hizo elevar momentaneamente las pulsaciones, aumentando algún punto porcentual el ascenso. En este tramo pasamos por la pancarta de 10km a meta sobre un porcentaje del 9%.
Bajo la pancarta de 10km a meta. |
Tomando altura sobre el valle, Grandiella al fondo. |
Justo en este punto comienza el único descanso de todo el ascenso hasta llegar al Área recreativa de Viapará. Con un 2% de media, nos permite levantar la mirada y divisar de frente la sierra del Aramo e intentar buscar el trazado del asfalto entre sus cuasi verticales laderas.
La pendiente suaviza y disfrutamos de las vistas. |
Carteles informativos que nos hacían presagiar lo peor. |
Área recreativa de Viapará, con los stand publicitarios. |
- Mira esos que buenos con los globos, ¡¡¡aprovechad ahora que pronto se os quitarán las ganas de reír chicos!!!- nos advertían unos.
- Esos llevan el globo por que son unos "globeros"- compartían las risas con nosotros otros.
Espíritu festivo, antes del "infierno". |
Poco a poco la pista se fue estrechando y endureciendo; casi a la misma velocidad que nuestra sonrisa comenzaba a borrarse de nuestra cara. Por delante los primeros zig-zag ya llenos de gente. Estábamos aproximándonos a las cinco curvas de Les Cabanes donde iniciaría la primera bestialidad de 500m a un 22%.
Aproximándonos a las curvas de Les Cabanes. |
- "Javi, ¡¡¡voy a parar, continúa tú!!! El corazón se me iba a salir del pecho. Que exageración. Qué barbaridad...
Lugar donde paré en Les Cabanes. |
Los dos siguientes kilómetros nos devolvieron un poco la moral que acabábamos de perder en este inicio del infierno gracias al "descanso" que encontramos con un mantenido porcentaje del 12%. Es un muro, un muro en el que un 12% parece un "falso llano".
Una nueva curva de herradura (Lagos), esta vez a derechas nos enfiló directo al final del sector de "descanso". Este acababa con la curva a izquierdas en la zona de Les Picones donde un nuevo tramo al 20% volvía a tensar las piernas obligándonos a clavar la mirada en el asfalto viendo como el sudor caía sobre el asfalto.
Tras estos durísimos 300m, afrontamos el nuevo kilómetro con un porcentaje que se había elevado hasta el 14%. Las piernas iban ya muy pegadas y no había ningún atisbo de descanso que no fuese volver a echar pie a tierra. El sol lucía radiante pero no podíamos disfrutar de las vistas, ni de la bici, ni del ambiente.
Absorto en una cruel lucha contra la montaña, mis sentidos omitían cualquier información que no fuese la estrictamente necesaria para ganar esta batalla a la montaña. Me estaba perdiendo los ánimos, palmas y gritos de aliento de todos los aficionados que por allí ya se ubicaban.
Sufrimiento, no. Lo siguiente. Pero en un momento de lucidez y de riego sanguíneo y oxígeno en la cabeza me pregunté. ¡¿Realmente he venido a esto?!
Un giro a derechas me dejaba delante de la pancarta de 3km a meta. Como puedo, me agarré a la bicicleta y la sensación que recorrío mi cabeza era de ser demasiado esfuerzo para tan poca recompensa. Pasaba el tiempo y parecía que continuaba en el mismo sitio. Me consideraba fuerte de mente, pero esto era demasiado para mí.
Estaba llegando a la curva de Cobayos, con un nuevo tramo al 21% en sus inmediaciones. Me abrí para afrontar la curva con el menor desnivel posible y giré. Pero tras salir de ella y levantar la mirada me encontré una pista directa al cielo. Una recta interminable que amedrentaba a cualquier valiente que osase atacarla. La ausencia de curvas y su final infinito la hacían más dura mentalmente si cabe.
Por la cabeza me pasaba una cita que en ese momento consideré casi para la historia y en la que nada más pensarlo dije, "esta va directa al blog"
- "Nunca el infierno había estado tan cerca del cielo".
Curva de Cobayos, con la Cueñe les Cabres al fondo. |
Evidentemente eché pie a tierra. Cuando el oxígeno llegó a mi cabeza me permitió ver tras de mi un chiriniguito colocado para la ocasión en la misma curva. Me pareció muy correcto para colocarnos a la espera de los ciclistas. A Javi lo había perdido entre la multitud por delante. Yo no podía seguir.
Cobayos, 14% de mínima. |
De nuevo montado sobre la bici inicié el ataque a la afamada Cueña les Cabres. Indescriptible. Increíble la multitud de aficionados que allí se agolpaban. Justo en medio de esta rampa de 800m al 23% se encontraba el cartel que lo definía a la percepción con números. "Porcentaje mínimo del 16,2% y máxima del 23,5%". Excusa perfecta para bajarme de nuevo de la bici a pesar de los ánimos de los aficionados que ascendían nevera en mano andando a una velocidad más rápida que la mía.
Cueña les Cabres |
Brutal subida por la Cueña, al fondo la curva Cobayos. |
Era como una sucesión de golpes recibidos a modo de ganchos y directos en medio de un combate de boxeo a favor de la montaña, y a punto de llegar a KO por parte del ciclista. Cada una de esas curvas con un 22% de desnivel venían acompañadas de cortas rectas donde rebaja la pendiente.
Una de las curvas de El Aviru. |
Este tramo, con discontinuos apretones para salvar los momentáneos desniveles, me hicieron un amago de calambres en mis maltrechos vastos internos que me obligaron a parar para recuperarme de este sobresfuerzo.
Este momento lo aproveché para fotografiar desde la última parte de estas curvas del El Aviru las impresionantes vistas de algunas de sus herraduras.
Curvas de El Aviru. |
Un último ataque me situó en la pancarta de último kilómetro y poco más adelante en el cartel del premio de la montaña. La cima era un extenso prado salpicado por numerosas rocas y algunos pequeños lagos. El aire golpeaba con relativa fuerza en lo alto del collado. Rodaba por Les Piedrusines con un liviano 8% de desnivel.
Les Pedrusines, premio de la montaña. Lo más alto. |
Ahí estaba la pancarta de meta y ahí acabó mi martirio. El reto estaba conseguido.
Línea de meta. |
No suele ser común disfrutar de las vistas que nos ofrecía esta montaña casi siempre conquistada por las nubes, nieve, frío o lluvia. Ninguno de esos elementos aparecían en ese momento que intenté inmortalizar.
Oviedo al fondo, a la derecha el área de Viapara. |
El descenso resultó peligroso entre la multitud de ciclistas subiendo, bajando, andando, empujando y además algunos coches oficiales empezaban a llegar.
Una vez ubicados, repusimos las energías perdidas con un buen bocadillo y una buena botella de sidra.
Nos lo habíamos ganado. |
Subiendo el Angliru en monociclo. |
La niebla se echaba encima. |
Pasillo humano animando a los ciclistas. |
Ánimos para los primeros y para los últimos, empujones de aficionados agradecidos por los profesionales y un italiano del Lampre nos animando al publico para a jalearle. Buena simbiosis aficionados-profesionales que jamás había visto en ningún otro deporte.
Cercanía entre aficionados y profesionales. |
Al llegar al Área de Servicio de Viapará descansamos nuestros antebrazo y los frenos de nuestras bicis ya que el descenso fue también algo complicado. Tomamos el desvío por la carretera Mo-1 para afrontar el descenso por la otra vertiente del Angliru, la menos conocida pero también con gran encanto y algunas rampas que en ascenso deben resultar duras. El asfalto estaba en bastante peor estado, pero mereció la pena al menos para conocer este otro trazado.
Descenso alternativo al Angliru. |
Reto conseguido. Quedaba ahora descansar y aprovechar la noche de las fiestas de San Mateo con total libertad. Lluvia, sidra, plaza del ayuntamiento, sidra, plaza del paraguas, ron, plaza de la catedral, chupitos, bares, maderas con clavos y desaparición de jerseys... Noche también intensa.
Javi en la plaza del Ayuntamiento |
Para ver la subida al Angliru retransmitida por TVE, pincha aquí (mira el minuto 36´59" para ver a Javi con la equipación de MoreOcio y el minuto 44´44" para ver a nuestro amigo gallego, de amarillo, alentando a Horner)
Jeej, parece que vamos siguiendo la ruta contigo!
ResponderEliminarEnhorabuena, una vez más. Sigues sumando. Y sigues sorprendiendo. Un abrazo
ResponderEliminarAmigo "More"...Leyendo tu batalla, contra la montaña, recordé mi aventura hace cuatro años, en la Sierra del Guadarrama. Algún día te la contaré...pero en serio, en Navafría, sentado, sobre un guardarrail, escuché el "silencio"...Fatiga, baja moral...la montaña que te puede. Me ha encantado tu relato, y todas tus aventuras, en Viapará, en Les Cabanes, en Les Cabres y en el Aviru. Tiene que ser fascinante,. Por cierto el otro día, estuvimos hablando de MOREOCIO durante más de una hora...Jesus María Ruiz Ayucar, y Fernando Alkantara "Fotógrafo" , gran aficionado al ciclismo. Nuestras conclusiones fueron emotivas...Tu trabajo da para charlar, entre tres contertulios, durante una hora...fíjate si es bueno lo que haces. Grande David Moreira-Grande Moreocio.
ResponderEliminarFdo ANGEL CARRILLO - CLUB CICLISTA TORRIJEÑO 2013
Sssssshiquillo! Tengo la sensación de haber subido todas y cada una de esas cuestas! Lo he pasado regular, eh?!?! De hecho creo haber escuchado vitorear mi nombre entre cálidos gritos de ánimo y aplausos! Conclusión: yo también merezco ese bocadillo. xDDD
ResponderEliminarSssssshiquillo! Tengo la sensación de haber subido todas y cada una de esas cuestas! Lo he pasado regular, eh?!?! De hecho creo haber escuchado vitorear mi nombre entre cálidos gritos de ánimo y aplausos! Conclusión: yo también merezco ese bocadillo. xDDD
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