- "More, quiero hacer este verano el Camino de Santiago"- me comentó Guille una de esas frías e incómodas salidas durante la temporada invernal.
Todo vale para indicar el Camino. |
- "Hacemos el camino que tú quieras, eso sí, habría que organizarlo bien."- me especificaba en aquellos momentos.
"Organizarlo bien", para que nos entendamos, significaba dormir en hoteles; nada de albergues. Y también, en contratar a una empresa que nos llevase las maletas; nada de alforjas. Un Camino de Santiago "pijo".
Pero todo quedó ahí. En un comentario sin más, y con mucho meses por delante hasta que llegase la época estival.
Prados gallegos junto al Camino. |
Un día en una salida rutinaria veraniega, Guille me recordó la conversación respecto a este proyecto, que además había adquirido un carácter altamente sentimental para él en los últimos meses. Disponía de una semana de vacaciones.
Alberto se enteró casi casualmente de la intención de Guille. Él también estaba interesado en hacer el Camino, pero nunca había podido cuadrar fechas debido a las responsabilidades de un padre de familia. Parecía que este año, iba a ser el indicado.
Gran experiencia y mejor compañía. |
Una segunda reunión al día siguiente en nuestro cuartel general del bar de Félix sirvió, portátil en mano, para decidir el lugar de inicio de la ruta, editar etapas y seleccionar los hoteles donde haríamos noche.
Guille consiguió un parking para dejar uno de los coches durante nuestro camino; el otro automóvil, el de Alberto, sería el que hiciese las veces de "coche de apoyo" durante los días de ruta.
El lunes, 15 de julio a las 8 de la mañana estaba prevista la salida hacia Burgos. Con dos horas de retraso salimos de Torrijos debido a misteriosos problemas mecánicos con uno de los coches. Pero no teníamos prisa. A las 13:00 estábamos en Burgos descargando las bicis del coche y cambiando maletas de uno a otro con las ropas para toda la semana.
A las 14:00 estábamos montados en la bici de camino al centro de Burgos, donde iniciaríamos nuestro particular Camino de Santiago Francés.
ETAPA 1: BURGOS-CARRIÓN DE LOS CONDES
La primera etapa, tuvo un pequeño prólogo de unos 7 kilómetros para llegar desde el lugar de aparcamiento hasta la catedral de Burgos. Y este prólogo, bien debía estar separado del inicio real de la primera etapa con unas fresquitas cervezas en plena plaza de la catedral. Cervezas que sirvieron para sellar por primera vez nuestra credencial peregrina, así como para dar por iniciado oficialmente nuestro particular Camino de Santiago.
Quedaba inaugurada la ruta. |
Salimos ya sobre nuestras monturas por la bella puerta de Santa María para tomar el paseo paralelo al río Arlanzón, que nos guiará de su mano hasta las afueras de la ciudad.
Bonito cauce con un interesante paseo bien compartido entre transeúntes, ciclistas y vehículos a motor.
El trazado en los primeros kilómetros, hasta la localidad de Tarbajos, es muy cómodo con un ligero descenso de cotas, a penas imperceptible para los ojos, pero muy gratificante para las piernas.
El camino serpentea intentando esquivar la cantidad de carreteras que siempre rodean a toda capital provincial.
Saliendo de este primer pueblo de paso, nos separamos definitivamente del cinturón urbano de Burgos para adentrarnos en los extensos campos de cereales de esta meseta norte.
En Rabé de las Calzadas establecemos nuestra primera y obligatoria parada al observar una descontextualizada puerta en medio del camino que nos llamó mucho la atención y nos sirvió para inaugurar el bagaje de anécdotas graciosas del camino.
Guille esperando el ascensor para subir al cielo. |
El ancho campo, comenzaba a encajonarse entre lomas. |
En lo alto de la mesa, en esta mini llanura elevada, podíamos divisar la infinidad de campos eólicos tan explotados por estas latitudes. Esto nos hizo pensar que el viento era un agente atmosférico a tener en cuenta por estos campos. Algo que dejó de preocuparme en el momento en el que Alberto me comentó que había visto la previsión meteorológica y el viento soplaría siempre a nuestro favor durante estos días.
Tocaba ahora descender hasta el río Hormazuela, en la localidad de Hornillos del Camino. Una larga y rápida bajada que nos dejaría de nuevo rodeado de estas características mesas a nuestro alrededor.
Cuesta Catamulos, hacia Hornillos del Camino. |
A la salida, un nuevo ascenso para abandonar de este minivalle por una de las laderas de la mesas que rodeaban este peculiar enclave.
4km para salvar 110m de desnivel y situarnos el el punto más elevado de la etapa de hoy con 927m.
De nuevo se repetía la imagen del anterior ascenso, casi calcado a esta segunda subida. Pero había algo que la hacía diferente. Un cúmulo de piedras sobre un muro a la izquierda de nuestra marcha formaban interesantes figuras. Los peregrinos iban acumulando piedras creando formas que nos llamaron la atención a nuestro paso.
Curiosas figuras creada por el paso de los peregrinos. |
Parecía absurdo, pero el ver esa imagen en medio de los extensos y solitarios campos de cultivo, nos daba una sensación tranquilizadora, como si nos salvaguardase de cualquier imprevisto.
Cruz de Santiago, velando por los peregrinos. |
Fuente camuflada. |
Daño que aumentó al salir de la localidad y encontrarnos frente a nosotros un camino que se elevaba indiferente hacia lo alto de una respetuosa mesa.
Ya mentalizados para iniciar lo que se presuponía un duro ascenso, observamos que las flechas del camino nos cambiaban de dirección para seguir descendiendo por un bonito sendero paralelo al arroyo de Garbanzuelo.
- "¡¡¡Gracias Santiago!!!"- conseguí oír a uno de mis dos compañeros.
Bonito sendero a orillas del arroyo Garbanzuelo. |
Convento de San Antón. |
Llegando a Castrojeriz |
Una nueva anécdota nos surge en esta travesía. En esta ocasión el protagonista es Alberto en una dura lucha contra un pequeño can que le insiste en acompañar durante unos cuantos metros con su molesto ladrar. El incómodo momento es bien resuelto mediante un chorro de agua salida del bidón directo al hocico del perro, que desconcertado con la situación, deja de perseguirlo y se aparta de nuestro camino.
Esto hizo que las risas de Guille y mías, acompañadas de otros peregrinos que asistieron a cómico momento, nos juntasen en una situación de auténtica camaradería. Y esto es también el camino; el valor humano que une entre los participantes.
Entre risas, comentando lo sucedido, salimos del pueblo para cruzar el río Odra por su bonito y peculiar puente de Bárcenas. Pero pronto las risas francas y sinceras se transformaron en risas frías y nerviosas.
Se presentaba ante nosotros el ascenso más duro de la jornada y esta vez Santiago no iba a hacer milagros.
Páramo de san Gerónimo a la vista. |
Un cartel antes de iniciar la subida, aconseja a los ciclistas a desviarse hacia la localidad de Castrillo para evitar la subida y bordear este accidente geográfico a cambio de aumentar los kilómetros del recorrido.
Cabezones como nosotros mismos, obviamos esta recomendación e iniciamos el ascenso.
Desde abajo decidimos subir cada uno a nuestro ritmo y esperarnos en lo alto. Pronto pasamos una peregrina que había decidido echar pie a tierra. Un poco más adelante, dos bicigrinos parecían pasarlo mal y conseguimos adelantarlos antes de concluir el ascenso. Son padre e hijo, valencianos, con los que más tarde charlaríamos en lo alto.
En ningún momento levanté la mirada diez metros más allá de la rueda. Pero una vez acabado el tramo, giré la cabeza y observé una bella estampa que justificaba el esfuerzo. Junto con esta imagen, observé también el color del cielo que comenzaba a ennegrecerse amenazando con una incómoda tormenta de verano.
Dureza y belleza, van de la mano. |
El color que tomaba el cielo nos hizo apresurarnos en el descanso e iniciar el prolongado descenso hasta la cota más baja de nuestra jornada (775m), la cual coincidía con el paso sobre el río Pisuerga que por aquí se establecía de frontera natural entre Burgos y Palencia.
Río Pisuerga, frontera natural ente Burgos y Palencia. |
Ya en campos palentinos, llegamos a Ítero de la Vega e iniciamos un liviano ascenso hacia los Cerros de los Oteros para después descender hasta Boadilla del Camino.
En este tramo observamos los aún espigados campos de cereales que todavía no han sido recolectados en estas avanzadas fechas de julio. El calendario agrícola, en estas latitudes, lleva un retraso de un mes respecto a lo que estamos acostumbrados en nuestra meseta sur, donde los campos ya están segados.
En Boadilla paramos para sellar nuestra credencial en bonito albergue privado de esta localidad. Aprovechamos la ocasión para tomar unos refrescos, pero el viento comenzaba a agitarse violentamente. Esto nos indicaba que la tormenta nos había dado caza.
Albergue privado en Boadilla |
Salimos en busca de la siguiente localidad, Frómista, paralelos al cauce del Canal de Castilla. Se me vinieron a la cabeza la historia de este macro proyecto de comunicación fluvial mientras apretábamos los dientes para ganar la partida a la tormenta.
Pedaleando junto al Canal de Castilla. |
Esclusas del Canal de Castilla. |
Camino de Santiago balizado a la derecha del asfalto. Infinito hasta el horizonte y paralelo a la carretera. Menos mal que marchábamos en bicicleta, porque este tramo andando se nos hubiese hecho infinito mentalemente.
El leve ascenso de cotas, a penas se percibía debido al fuerte viento que entraba de culo y que nos permitió volar por encima de la treintena de kilómetros por hora. Estábamos dejando atrás a la tormenta, pero eso no nos impidió que unas tímidas gotas cayesen sobre nuestros cuerpos.
Habíamos llegado a nuestro primer objetivo. Alli nos esperaba Yoli, junto con Unai y Asier. En el Hotel Monasterio de San Zoilo, todo un lujo.
Ducha, paseo, cervezas, cena, risas, niños... Cansancio.
ETAPA 2: CARRIÓN DE LOS CONDES-LEÓN (pincha aquí)
Amanece en Carrión. El fantasmagórico, pero confortable hotel, ha permitido descansar nuestros fatigados cuerpos de la estresante jornada anterior.
Desayunamos, rellenamos los bidones y dejamos cargadas las maletas en el coche de Alberto. Todo estaba preparado para iniciar la siguiente etapa, continuando la travesía por la lineal e infinita Tierra de Campos.
Salimos de Carrión por un deslucido pavimento durante los primeros cinco kilómetros. Hoy ya sí, vemos peregrinos realizando el camino. El trazado es ancho y podemos esquivarlos sin problemas y con previo aviso del timbre instalado en la bici para la ocasión.
Saliendo de Carrión |
El trazado lineal y casi desmotivador, tiene una leve tendencia de ascenso de cotas que es imperceptible para nuestro esfuerzo debido a la ayuda del viento. El silencio está muy presente en estos primeros kilómetros; nos costó mucho espabilarnos esta segunda jornada.
En medio del tedioso camino, Alberto advirtió un cartel que nos informaba que estábamos cruzando perpendicularmente la Cañada Real Leonesa. La misma que transita por nuestra cercana Sierra del Piélago, unos 500km más hacia el sur.
De nuevo en la monótona marcha, volvemos a encontrarnos al padre e hijo valencianos del día anterior. Tenían problemas mecánicos, pero no precisaron nuestra ayuda. Un poco más adelante lo mismo ocurrió con un grupo de brasileños.
Tras 17 largos kilómetros, mentalmente hablando, llegamos al primer lugar de paso. Calzadilla de la Cueza. Breve parada para sellar y continuar con nuestro objetivo.
El camino transcurre ahora paralelo a la N-120, pegado a la propia carretera., pero tras cruzar el arroyo Cueza, decidimos pasarnos al arcén de la carretera para no molestar a los peregrinos que marchaban por el camino.
Camino paralelo a la carretera. |
A la salida de esta localidad, un peregrino francés acompañado de su perro, se dirige a nosotros para preguntarnos una duda. Y es que en ese mismo punto existían dos indicaciones que daban lugar a la duda. Una marcando al frente, por un camino y otra hacia la derecha, por la carretera. Nuestro GPS indicaba a la derecha. Observamos la guía que llevaba el peregrino y también le indicaba hacia la derecha.
No obstante, preguntamos a un oriundo del lugar. Este nos indicó que por ambos caminos se llegaba al siguiente pueblo, Terradillos de los Templarios.
El peregrino nos comentaba que ya se había confundido en otro lugar y que no quería seguir hasta estar bien seguro de lo que hacía.
Todos decidimos seguir el trazado de la carretera.
Terradillos era un nombre que me sonaba y no recordaba bien de qué. Intenté hacer memoria mientras llegábamos y conseguí recordar que era la población donde Tomás, un año antes, había hecho su primera parada desde Burgos.
Hicimos una foto a su albergue para enviársela y hacerle partícipe de nuestro camino.
Albergue de Terradillos. |
- "Este tramo lo vi publicado en alguna guía del Camino antes de venir", nos comentó sorprendido por su memoria fotográfica.
Campos cerca de Moratinos. |
- "¿Y si a todos los peregrinos que pasan por aquí, les da por arrancar un girasol?". Pues pobre agricultor.
Los siete siguientes kilómetros los rodamos veloces de nuevo por el arcén de la N-120. Primero con una pequeña subida hasta el puente de acceso a la autovía del Camino de Santiago (A-231), que además hace de límite provincial entre Palencia y León. Y después, en un cómodo descenso hasta llegar a Sahagún.
Por el arcén de la N-120 |
Arco de San Benito, Sahagún (León) |
Puente Canto, sobre el río Cea. |
Los kilómetros iban cayendo. |
Unos hitos blancos que acompañaban el trazado me llamaron la atención, más aún si cabe cuando conseguí descifrar algunas letras grabadas en ellas. ADIF.
Una obras, que intuíamos podían ser del futuro AVE Madrid-Galicia, desestabilizaban este rectilíneo tramo antes de llegar a Bercianos del Real Camino. Población con los servicios básico que pasamos sin más detenimiento.
Con una idéntica tónica paisajística llegamos a El Burgo Ranero. Aunque en esta ocasión, algunas pinceladas salpicaban de interés este monótono tramo. Un incomprensible arco modernista de metal sobre el camino, una cruz en memoria de un peregrino fallecido o la pequeña laguna de Bercianos con algunas aves zancudas en su interior.
Detalles dentro del monótono camino. |
Los 17 kilómetros en falso llano ascendente desde Sahagún, con invariables paisajes nos había consumido la paciencia. Por mi mente pensaba lo tedioso que se les podía llegar a hacer estos recorridos a todos aquellos peregrinos que avanzaban a una velocidad un cuarto más lenta que la nuestra.
Un buen bocadillo de jamón junto con una buen refresco azucarado y un leve descanso nos permitió reponer las fuerzas necesarias para continuar.
Descanso en El Burgo Ranero. |
En medio de todo esto una peregrina alemana nos preguntaba cual era el mejor firme para continuar con su bicicleta de paseo y sus finas ruedas. Miraba y tocaba nuestras ruedas gordas con extrañeza. Nos decía, mejor dicho, le decía a Guille (que es el que controlaba el inglés) que estaba haciendo su peregrinación en honor a su 75 cumpleaños. Ole.
Buscando información; mientras, esperan los bocatas. |
El único imprevisto fue el viento que comenzó a jugar al despiste, apareciendo y desapareciendo a su antojo y variando por momentos su sentido. No me quería hacer a la idea de lo que podría llegar a cambiar el viaje si al viento le diese por soplar de cara.
Pasamos la autovia A-231 por debajo observando un interesante graffitti que venía a decir algo así como "Hay algo más bonito que matar, dejar vivir". Nos llamó la atención a todos.
Pasamo Reliego y continuamos hacia Mansilla de las Mulas. En los seis rectilíneos kilómetros que separan estas localidades el viento decidió, como nos temíamos, soplar de cara.
Repetida imagen del camino de hoy. |
Localidad que nos recibió con un elevado puente sobre la N-601, que nos dio la puntilla física mientras observábamos atónitos a un hombre mayor con bici de paseo hacer un recorte por lo bajo y evitar el ascenso de este paso.
- "¡¡¡Usted es de aquí!!! ¿¿¿Verdad??? Anda que nos avisa...- le gritamos jocosamente.
Bonita localidad esta de Mansilla situada en la vega del río Esla. Río que tuvimos que cruzar a la salida para continuar nuestro camino hasta León. Era esta la cota mínima de la jornada (796m)
Paralelos a la N-601, cruzamos un extenso campo de cultivos de regadío sitiado entre los ríos Esla y Porma. La humedad se hacía notable en la cantidad de charcos que se acumulaban en este chapoteado tramo.
Esta circunstancia fue usada para divertirnos cual críos cuando llueve, evitando los charcos e intentando mojar a los compañeros en alguna que otra ocasión. Si bien, era un tramo llano y sin mucho que observar, con esta actitud conseguimos disuadir nuestra mente del esfuerzo físico y mental. Así rodamos durante una decena de kilómetros hasta Puente Villarente, que nos recibe con un cartel anunciador de Alberto Contador y su enorme piscina.
A la salida de esta localidad, nos separamos del asfalto evitando el denso tráfico que nos indicaba que estábamos llegando a León.
Camino cómodo pero con unas cortas y duras rampas para llegar al siguiente pueblo, Arcahueja. Antes de iniciar la subida, una zona de descanso con una fuente nos indicaba que estábamos a 307km de Santiago. No paramos.
Fuente en una zona de descanso, antes de Arcahueja. |
Un pequeño descanso en esta localidad para afrontar otro duro y corto ascenso en Valdelafuente. Misma actitud. Esta subida era ya casi definitiva defándonos en un polígono industrial de extrarradio leonés.
Duras y cortas subidas llegando a León,. |
En la alambrera que separba el tránsito rodado del camino, unas cruces entrelazadas por los peregrinos dan un ámbito religioso al trazado ya casi urbano.
Espontaneidad de los peregrinos. |
Un par de vistazos al GPS para ubicar el waypoint del hotel fueron suficientes para llegar sin problemas.
Yoli y los peques estaban dando una vuelta por la capital provincial. Nuestras maletas ya estaban en las habitaciones. GRACIAS YOLI.
Paseo para comer una buena hambuerguesa, un poco de juego con los "terroristas" en el parque infantil y a recuperar fuerzas para descubrir esta fantástica ciudad.
A la caída de la noche, un paseo por el casco fue suficiente para enamorarme de su ambiente y sus calles. Su sorprendente catedral y su bonita plaza mayor.
Mención a parte tienen la Cecina y el Prieto Picudo. No sin desmerecer a los creepes y la vorágine de calorias del "semental". Volveré a León.
Prieto picudo y cecina de León. |
ETAPA 3: LEÓN-PONFERRADA (pincha aquí)
Un buen desayuno, con cecina incluida, nos llenó los depósitos de energía para afrontar esta terecera etapa que ya comenzaría a tener "chicha".
Un breve paseo por León siguiendo las flechas amarillas nos llevaba a ver la Casa de los Botines de Gaudí, la impetuosa catedral, la discreta colegiata de San Isidoro o el bonito edificio del Parador Nacional de San Marcos.
Catedral de León. |
Para salir debemos cruzar el barrio del Paraíso para llegar hasta Trobajo del Camino, siempre siguiendo la larga, urbanizada y transitada avenida del párroco Pablo Díez.
El tramo por esta avenida acaba al desviarnos bruscamente hacia la derecha para enseñarnos unas peculiares cuevas a modo de casas antes de llegar a la espalda de un feo polígono industrial.
El trazado nos vuelve a sacar a la N-120 para dirigirnos al núcleo de población de La Virgen del Camino. Por aquí la circulación es peligrosa y densa; pero pronto el camino se vuelve a desviar para seguir fuera del asfalto.
El tramo se ondula debido al paso por varios arroyos, secos en esta época. Un paso bajo la autovía A-66 nos deja de frente a unas antenas y a un depósito de agua con una forma que nos recordaba al edificio President del juego de mesa Hotel.
Depósito con forma de "Hotel" y anteta. |
En San Miguel del Camino, el perfil de la etapa nos indica que la ascensión inicial y las ondulaciones posteriores, han concluido para dar paso a un falso llano en ligero descenso. Además, como bien informó Alberto en la primera jornada, el viento seguiría soplando a nuestro favor.
Se nos ponía ante nosotros una infinita recta con estos dos gratificantes factores. Casi una veintena de kilómetros por los que rodamos en modo competición ON por el arcén y pequeños relevos.
Así pasamos por Villadangos del Páramo y su enorme polígono industrial. Aquí nos desviamos para callejear brevemente por sus calles y encontrarnos este cartel informativo.
Volvimos al arcén de la carretera y continuamos con nuestro viaje, pasando por San Miguel del Camino. Estábamos transitando por campos de cultivo de regadío pertenecientes a la vega del río Órbigo. El camino y los peregrinos transitaban siempre a la derecha del asfalto por un estrecho sendero.
Repentinamente el camino se separa de la carretera y decidimos seguir su trazado original. Este nos adentra hacia la población de Hospital de Órbigo.
Depósito de aguas de Hospital de Órbigo. |
Grandes canalizaciones por la vega del Órbigo. |
Pero debemos continuar para divisar el asombroso puente sobre el río Orbigo, mientras aprovechamos para llevarnos algo a la boca y reponer energías.
Extenso puente sobre el río Órbigo. |
A la salida, una nueva bifurcación nos da las opciones de llegar a Astorga; por la carretera o camino.
Tomamos la primera que también tenía un tramo que nos introducía en estos extensos campos de regadío.
Saliendo de Hospital de Órbigo. |
El hombre obsevaba como los aspersores distrbuían uniformemente el agua de un lado para otro con su caracteristica onomatopeya "tac, tac, tac..."
El peregrino, giró su cabeza, me miró, colocó sus brazos como si entre ellos hubiese un rifle, y riéndose me dijo -"Ta, ta, ta...."
Le devolví la sonrisa, me subí sobre la bici y le dediqué un "Buen Camino".
Peregrino descalzo. |
Mirando el GPS en marcha, observamos que había un carreterín que nos unía con el camino, pero debíamos marchar hacia a tras. Así lo realizamos, gracias a Dios, porque de no haber sido así nos hubiésemos saltado el crucero y una de las anécdotas mayores de nuestro viaje.
Crucero antes de llegar a Astorga. |
Seguidamente un súbito descenso hasta enlazar nuevamente con la N-120 nor permitió llegar a la población de San Justo de la Vega, cruzar el puente sobre el río Tuerto y desviarnos paralelos al asfalto para llegar a una caótica y peligrosa entrada a Astorga entre vías de tren, pasarelas, arroyos y rotondas.
Disfrutamos de su plaza romana, su bonito edificio del ayuntamiento, el palacio episcopal de Gaudí y su Catedral de Santa Maria. Hermosos edificios.
Palacio episcopal y catedral, Astorga. |
Sabíamos que hasta aquí habíamos rodado por los llanos, monótonos y lineales campos de Castilla. Alberto siempre había amenizado estos kilómetros intentando sacar símiles con los caminos de nuestra comarca torrijeña, y muchas veces acertaba cuando decía: -"Mirad, vamos de camino a La Mata" o -"Parece que estamos rodando por la Cañada Real". Todo eso cambiaría de ahora en adelante. Pues nos adentrábamos en zonas montañosas. Es decir en los ondulados, divertidos y sinuosos caminos del Bierzo y de Galicia.
Por la carretera comarcal LE-192 |
Cruzamos de nuevo esta carretera, abandonamos el camino y tomamos un nuevo tramo con deslucido asfalto y la misma tónica que el camino anterior.
Entrando a Santa Catalina de Somoza. |
En El Ganso. |
Un breve descanso para llegar hasta el río Rabanal nos da el oxígeno necesario para afrontar casi definitivamente el ascenso de la jornada.
Una vez cruzado el río, la carretera se inclina irremediablemente. Un breve paso por la población de Rabanal del Camino nos confirma que el ascenso hacia el techo del camino había comenzado.
Tras cruzar el río Rabanal. |
Seis kilómetros hasta Foncebadón, donde tendríamos un leve descanso para hacer el ascenso final a la Cruz de Ferro.
Hasta entonces, Guille marchó por delante mientras que Alberto y yo manteníamos nuestro tranquilo ritmo con el "Albert mode on".
Subiendo hacia la Cruz de Ferro. |
Fueron seis kilómetros muy tendidos y regulares los que nos llevaron hasta las puertas de Foncebadón.
Llegando a Foncebadón. |
Guille había bajado a buscarnos y yo decidí bromear de nuevo con los bruscos ataques "Fromistas". Sabíamos que quedaba poco y el Camino es para vivirlo.
Adiós definitivo a los lineales paisajes. |
De nuevo un leve ascenso y ya divisábamos la cruz a lo lejos. Habíamos llegado la los 1500m de altitud, la cota más alta del camino francés.
Las piedras de penitencia que se acostumbra dejar en este lugar ha pasado a ser casi un estercolero debido a las prendas y demás objetos depositado en este característico lugar. Alberto a modo irónico dejó el plástico de una barrita energética que luego retiró.
Habíamos llegado al Monte Irago o Cerro de Corbos, y había que documentarlo. Infinidad de peregrinos y turistas se acumulaban en este punto. Un autobús de turistas-peregrinos alemanes recogía a estos visistantes para descenderlos hasta Ponferrada.
Cruz de Ferro |
Albergue de Manjarín. |
Compartiendo camino. |
Esta población cuenta con unas frescas piscinas naturales que nos hacen perder el juicio cuando las atravesamos por lo alto de su puente.
Sabemos que estamos llegando a Ponferrada, pero un leve repecho a la salida Molinaseca, hace que nuestras piernas se resienten después del largo descenso.
El puente sobre el río Boezo(543m) cota más baja de la etapa de hoy, nos deja a penas a dos kilómetros de la llegada. Los pedales se daban ahora con la mente y no con los músculos.
Valle del río Meruelo. |
Comida, siesta y paseo por la templaria Ponferrada. Amigos, grandes amigos. Locos, pero grandes personas. Reca y Moli no me dejaron volver a casa. -"¡Tú para casa no vas!, mañana subes Cebreiro en el coche de la mujer de tu amigo..." Son grandes... El mítico Bombardier, pajitas-sifón, y sobre todo "Mucha intensidad". La noche nos confunde, pero no era la ocasión. Volveré para darlo todo sin bici. ¡¡¡Gracias hermanos del Bierzo!!!
Con Moli y Reca. Volveré. |
A las 6:30 suena el despertador. Tres horas de sueño no fueron suficientes para descansar y afrontar la etapa con los desniveles más duros de todo el camino. La noche había merecido la pena. Pero tendría sus consecuencias.
Callejeamos por Ponferrada, partiendo desde el monumental castillo templario, cruzando el puente sobre el río Sil y por una larga avenida con rotondas en honor la las pimenteras y los donantes de sangre. Este circuito urbano nos llevó hasta el museo de la energía y el modernista puente del centenario.
Castillo templario de Ponferrada. |
Marcas del camino en Compostilla. |
Iglesia de San Esteban. Columbarios. |
Llegamos a la primera localidad de paso, Camponaraya. Una lineal población en torno a una larga avenida, primitivo trazado de la N-VI.
A la salida de esta localidad nos encontramos un área recreativa a nuestra izquierda y poco más adelante un puente sobre el actual trazado de la autovía A-6, que nos aleja definitivamente del cinturón urbano de Ponferrada y del valle del Sil. Abandonando definitivamente el asfalto.
Extensos viñedos bercianos. |
Una parada de emergencia urinaria, nos hace detenernos sobre el paso del río Magaz. Una zona sombreada debido a la vegetación de ribera y y una tranquilidad que se detuvo repentinamente cuando al girar nuestras cabezas observamos a Alberto con un palo urgando entre la tierra. -"¡¡¡Un topo, he visto un topillo!!!- gritaba risueño.
Saliendo de la vega del río Magaz. |
Gran población con infinidad de servicios que no utilizamos y por el que sí merece la pena levantar la mirada y observar como su calle principal por la que transita el camino esta llena de ambiente peregrino. Detalles en las casas y en los establecimientos públicos. Es una localidad referencia para el camino y así lo demuestra.
Cruzamos sobre el puente del río Cúe para llegar hasta su bonito santuario y despedirnos de esta bella localidad.
Santuario de Cacabelos. |
Este tramo es duro, se me hace interminable. Me voy quedando de rueda de mis dos compañeros, que los veo poco a poco alejarse en la distancia.
Alberto se percata de la situación y se preocupa al preguntarme: -"¿More, vas ahí porque te estás quedando o porque nos estás dejando marchar?". Mi ausencia de respuesta fue suficiente para responder a su duda.
El en lo alto del repecho, el camino se desvía a la derecha para adentrarnos en un nuevo paraje muy ondulado que nos avisa de que la montaña empieza a aproximarse.
La montaña de nuevo se hace presente. |
Valtuille de Arriba. |
Los paisajes que nos permitía divisar el camino cuando estábamos en lo alto de las lomas merecían la pena y hacían de opio para el esfuerzo requerido.
De camino a Villafranca del Bierzo |
El puente sobre el río Burbia nos indicaba el inicio del ascenso hasta O Cebreiro. Éste está bien dividido en dos partes; una primera de aproximación por el antiguo trazado de la N-VI con pendientes muy leves pero mantenidas, y otra segunda parte desde Las Herrerías por caminos vecinales asfaltados y con porcentajes de desnivel muy elevados.
Villafranca del Bierzo. Puente sobre el río Burbia. |
Este tramo es compartido con los peregrinos a pie, los cuales tienen habilitado un paso a la izquierda del asfalto.
Tramo sobre la antigua N-VI. |
Tras cinco kilómetros, llegamos a Pereje, en la entrada al pueblo vimos un grupo de cicloperegrinos descansando entre los que se encontraba el hombre holandés con el que coincidimos el segundo día en nuestra parada en El Burgo Ranero.
Continuamos la marcha, con ascenso muy leve pero tendido. De nuevo mis piernas no reaccionaban. La noche anterior seguía pasándome factura cada vez que nos topábamos con una subida constante. Se alejaban Guille por delante y Alberto, también, algo más cercano a mi. No todo iba a ser un camino de flores.
Otros cinco kilómetros, con la misma rutina hasta Trabadelo, dejaron en evidencia mi sufrimiento. Intentaba buscar algo que me distrajese la mente. Mientras observaba hacía las alturas en busca del trazado elevado de la autovía, volví a ver el autobús de los alemanes marchando hacía Pedrafita. Ya era la cuarta ocasión en la que coincidíamos y me resultó graciosa la coincidencia. Pero no tenía fuerzas para compartir este detalle con mis compañeros, que marchaban ya unos cuantos metros más adelante.
Viaductos de la A-6 sobre el valle de Valcarce. |
Así pasamos por Ambamestas y Vega de Valcarce, desde las alturas pero con contacto visual, dejándo estas poblaciones a nuestra izquierda. Levantando un poco la mirada pudimos ver el peculiar enclave del castillo de Serracín, también a la izquierda de nuestra marcha.
Un poco más adelante, en una rotonda nos obligaría a elegir el camino correcto si no queríamos adentrarnos en lo más profundo de estos montes.
Señales de camino por la antigua N-IV |
Habían sido 17 tortuosos, y no muy bellos kilómetros, los que habían compuesto la primera mitad del ascenso.
Una pequeña duda a la salida de esta pequeña pedanía nos obliga a parar nuestra marcha. Todos los peregrinos a pie se desviaron a la izquierda en busca de la población de Las Herrerías, pero mucho peregrinos en bici continuaban por este trazado en mejor estado hacia Pedrafita.
Si bien es cierto que algunos de los que nos adelantaban por este lugar, más tarde volvían hacia atrás rectificando y tomando el camino hacia Las Herrerías.
Vega en Las Herrerías. |
Una peregrina en bici que bajaba de su intento hacia Pedrafita, al vernos dubitativos, se acercó a nosotros para explicarnos que una lugareña le había comentado que el ascenso por Las Herrerías era mucho más bonito que por la otra opción, pero también más duro.
Pues dicho y hecho, Rectificamos nuestro camino para dejar definitivamente el trazado de la N-VI y adentrarnos en la bonita población de Las Herrerías. A sufrir y disfrutar. ¡Qué contradicción!
En el camino hacia La Faba, nos encontramos con una recomendación para los cicloperegrinos. Esta nos indica que prosigamos por el tranquilo asfalto para evitar los caminos rotos y empedrados.
Hubo unidad en la decisión de tomar la recomendación a pesar de poder perdernos bonitos rincones. El camino original transcurre por lo profundo del valle para elevarse repentinamente en su tramo final, mientras que el asfalto empezaba a elevarse poco a poco desde el primer momento con rampas sostenidas desde el inicio.
Guille se puso los cascos buscando motivación y rendimiento. Alberto y yo nos quedamos atrás. -"Piano, piano".
Así conseguimos adelantar a los dos peregrinos que nos informaron de este trazado cuando estuvimos dudosos antes de empezar. Ellos con alforjas lo estaban pasando realmente mal.
Inicio del ascenso a O Cebreiro. |
Además, al llegar a este cruce, una buena indicación en el asfalto con una bicicleta amarilla y una flecha del mismo color nos indican el ascenso innegociable.
De nuevo Guille tomaba la delantera. Las dos curvas en zig-zag nos dejaban una recta de otro par de kilómetros a modo de pared. El camino original marchaba a la izquierda, al otro lado de la loma.
El ascenso no daba descansos. |
Lo conseguí. A mi ritmo iba disfrutando de los paisajes ya que poco a poco nos ibamos elevando del profundo valle. La música acompañaba. Motivado por el momento me di cuenta de que Alberto no seguía mi rueda. Adelanté a dos nuevos peregrinos sobre la bici, una pareja que hacía zig-zag sobre el lineal ascenso para hacerlo menos duro.
Decidí parar y echar la mirada hacia atrás. Espectacular. Increíble. Si lo que tenía por delante era bello, lo que estaba dejando detrás no tenía descripción. Y además, una leve brisa azotaba mi cara. Oído, vista y olfato. Tres sentido abiertos de par en par. Esto también es el Camino.
Vista atrás en el camino. |
Es increíble como la mente puede vencer en casos puntuales al físico. Ese parón de un par de minutos disfrutando solo la tranquilidad del valle me había cambiado el cuerpo por completo. Gracias Santiago.
Llegando a La Laguna, último pueblo de León. |
Aquí nos detuvimos a tomar una refrescante Coca-Cola y una empanda y un buen pincho de tortilla a sabiendas de que aún quedaba rematar el ascenso.
En el bar de La Laguna. |
Últimos kilómetros de ascenso |
El camino paralelo bajo nuestros pies. |
Cota más alta de la jornada. |
Es en este último ascenso, donde queda confirmada mi recuperación. Las vistas y el aire fresco consiguieron que mi ritmo avanzase casi sin darme cuenta. Dejé a Alberto para los "lobos" (perdón) y vi a Guille unos metros por delante. Quería probar las nuevas sensaciones. Le tomé rueda y lo dejé (perdón). Llegue al alto con una sensación de limpieza interior... Había destilado todo el alcohol que había tomado la noche anterior. ¿O sería que la tierra de mis antecesores me había recibido con especia cariño? Sera lo que fuere. Volvía a ser yo.
Parajes gallegos. |
Unos bicigrinos en tandem nos habían preguntado en el alto de San Roque si conocíamos el descenso por el camino. Al vernos sin alforjas pensaron que éramos de la zona. Nuestra respuesta fue unísona por los tres -"No lo sabemos, pero nosotros vamos a bajar por carretera"
Y así hicimos. Un larguísimo, cómodo y disfrutón descenso de casi 17 kilómetros hasta Triacastela. El Camino marcha por nuestra derecha paralelo en el inicio del tramo hasta Fonfría donde se separa del trazado de la carretera para descender por O Biduelo y Fillobal.
Estamos seguros de que merecería la pena dedicar tiempo en el descenso por el camino original. Pero el tiempo se nos echaba encima. Debíamos estar a la hora de comer en Sarria y no era ético dejar a la mujer de Alberto esperando más de lo previsto.
Rápido descenso hasta Triacastela. |
Una breve parada en Triacastela para charlar con un cicloperegrino que se nos unió en el descenso sirvió para tomar las fuerzas necesarias y realizar el último tramo hasta Sarria, ya por la zona baja del valle y con continuas ondulaciones, típicas de la orografía gallega. Paralelos al rio Oribio.
El paso por la bella y encajonada localidad de Samos nos permitió disfrutar de su precioso monasterio Benedictino.
Monasterio de Samos |
Comida viendo como Froome machacaba el Tour, chapuzón en la gran piscina municipal y siesta... La noche con un leve paseo por las empinadas cuestas de Sarria y un regalo a modo de guía por parte de Alberto. Poco más.
ETAPA 5: SARRIA-ARZÚA (pincha aquí)
Sarria se sitúa a unos 110km de Santiago. Este es un dato importante, ya que el requisito indispensable para conseguir la Compostela para los peregrinos a pie, es la de realizar un mínimo de 100km.
Un dato que conocíamos, pero que no le dimos la importancia que podía llegar a tener a la hora de organizar el viaje en bicicleta. Y es que, a lo largo de la jornada nos dimos cuenta del desproporcionado aumento de densidad de peregrinos por los ya estrechos caminos de los frondosos bosques gallegos. Densidad que nos condicionó en demasía nuestro avance sobre las dos ruedas.
Escalinata de Sarria (Panoramio) |
Callejeando por Sarria a primera hora de la mañana. |
La Iglesia de San Salvador y el Convento de la Magdalena son dos pasos obligados en lo más alto de esta localidad antes de abandonarla por una corta pero empinada bajada, junto al cementerio.
La mañana se había levantado con la típica nieblina gallega para dar más misticismo al camino. Nieblina que se mantendría en toda la jornada en las zona bajas y húmedas del camino.
La salida definitiva de Sarria se realiza por un bello puente romano que nos introduce de lleno en el camino, por una frondosa vega.
Puente romano a la salida de Sarria |
Tras este doble cruce, el bosque parece comerse literalmente el camino. Infinidad de tonos verdes rodean nuestro viaje por auténticos túneles vegetales. Y cantidad de arroyos que recorrían los bosques de un la do para otro. Esto sí era ya Galicia, esto es el auténtico camino.
Cruzando un arroyo antes de iniciar el ascenso a Vilei |
Esta subida nos obligó a despojarnos de los chubasqueros que erróneamente nos habíamos puesto a la salida del hotel al ver bruma matinal.
En este tramo intercambiamos unas sonrisas y palabras de ánimo con una mujer extranjera y sus dos hijas que también sufrieron con este bonito pero exigente ascenso.
Neblina gallega, en las zonas bajas. |
Las vacas nos miraban parsimoniosas a nuestro paso. Alberto, que se queja de la inquietud de su hijo pero que él es peor que el chaval, se detuvo para saludar y acariciar dando de comer a una de estas voluminosas reses.
Momentos únicos en el camino. |
Espectaculares paisajes gallegos |
Típicas corredoiras de agua |
Vacas pastando en el camino |
Y es que por un lado estábamos disfrutando del camino, olvidándonos del tiempo. Pero por otro lado, la cantidad de peregrinos que se acumulaban en ciertos tramos nos devolvía a la vida estresante de las prisas.
Aglomeración de peregrinos. |
Nos habíamos introducido de lleno en la imnosis del camino. Pero este detalle nos devolvió a la realidad. Debíamos acelerar el paso si queríamos llegar a nuestro objetivo de hoy.
Es aquí cuando entró en acción el timbre de la bicicleta, pidiendo paso a peregrinos por el camino. Situación que me resultaba incómoda por el hecho de molestarlos aunque ellos amáblemente nos cediesen el paso.
Camino empedrado para evitar erosiones. |
Descendiendo por carreterines |
Pequeños y olvidados pueblos que gracias al camino, se han mantenido vivos en el paso de la historia. Alguno de ello con peculiares cementerios con nichos de cara al propio camino. Casas reformadas con paredes de piedra y tejados de pizarra.
Bonitos pueblos antes de llegar a Portomarin |
Río Miño, Portomarín. |
Sin entrar en esta localidad pasamos bajo su puerta a modo de escalinata para iniciar un nuevo ascenso.
Entrada a Portomarín |
Densos bosques de hayas. |
Bicigrino de Segovia. |
Paralelos a la carretera circulan los peregrinos por un camino adecentado para ellos que nosotros obviamos, rodando por el arcén de la carretera.
De nuevo la bruma desaparece mientras que ascendemos y pasamos pueblos como Gonzar o Castromaior.
Tramos de carretera. Gonzar. |
En Ventas de Narón paramos para hacer el descanso de media mañana. Una cerveza y un buen bocadillo son más que suficientes. Aquí también aprovechamos a sellar mientras que una furgoneta de Jacotrans (empresa que se encarga de llevar las mochilas de peregrinos "pijos" como nosotros) recoge los macutos de otros peregrinos.
Descanso en Ventas de Narón. |
Un tramo divertido por las pedanías de Lameiros, Airexe, Portos, Lestedo... que desembocará en la N-547 para dirigirnos a la población de Palas de Rei.
Aquí vemos de nuevo a nuestro compañero de Segovia que se ha detenido para descansar. Pero nosotros continuamos nuestro camino por la nacional para avanzar en esta lenta jornada de hoy.
A la altura de O Carballo, el camino se separa de la nacional para adentrarse en un espectacular tramo de corredorias, túneles vegetales y estrechos caminos. Todo ello en descenso, lo que hace un mayor disfrute del camino con unas sensaciones a flor de piel.
Nos mirábamos unos a otros y los tres sabíamos perfectamente lo que pensábamos "Esto es increíble"
Auténticos túneles vegetales. |
Es desde este momento, cuando Alberto desaparece del grupo preocupado por los suyos, y de alguna manera nos implica a los demás en esa preocupación.
Hórreo en San Xulián. |
Pronto nos vuelve a sacar a la carretera N-547 a la altura de O Coto. La preocupación de Alberto sigue en aumento, pero un poco antes de llegar a la siguiente población, recibe una llamada.
Paramos junto a la salida de un parque empresarial para que coja la llamada. Es Yoli, la cara de Alberto cambia por completo. Parece otro. Su boca esboza una leve sonrisa.
- "¡¡¡Vamos chicos!!"- gritó con ánimo.
Pronto llegamos a Melide. La entrada a esta población y toda su travesía es en largo ascenso. Alberto agachó su espalda, arrimó sus brazos al manillar y como tomado por un espíritú comenzó a tirar de los tres.
Le seguía a rueda, Guille detrás. Buscaba la mirada de Guille el cual no daba crédito a la actitud de Alberto. Yo tampoco sabía el por qué de esta reacción.
Costaba seguirle la rueda e incluso Guille comenzó a quedarse de rueda. Estábamos en población y la densidad de coches aumentaba ademas por as peligrosas bocacalles. Un leve grito de precaución hacia Alberto por un posible coche que saliera de una calle le hizo desconcentarse y romper el ritmo, para bien de nosotros dos.
Se acababa de crear el espíritu de Melide....
Los 15 kilómetros siguientes hasta Arzúa los realizamos por carretera. Obviando el camino real, no queríamos molestar más a los peregrinos ni que ellos nos ralentizaran nuestra marcha. El tiempo se nos echaba encima. Yoli esperaba en Arzúa y Alberto no quería hacerla esperar más. Tampoco nosotros.
Perdíamos la belleza del camino, pero la solución menos mala para terminar la jornada de hoy. Recompensada con unas ricas cervezas en la gasolinera de la entrada de Arzúa y una buena limpieza de bicis en su pistola de agua a presión.
Unos cómodos y no muy largos repechos más tarde nos ubicaron en el final de esta etapa. Con menos kilómetros de los previstos. Pero a solo 40 de nuestro objetivo final. Santiago de Compostela.
Cena con un espectacular pulpo, breve paseo con interesante mitin de BNG y una espectacular noche en el caro pero espectacular Pazo de Sta María.
ETAPA 6: ARZÚA-SANTIAGO DE COMPOSTELA (pincha aquí)
Un nublado día nos recibió nuestra última jornada. No nos quisimos complicar y utilizamos el trazado de la N-547 para llegar hasta la entrada a Santiago durante los 27 primeros kilómetros. Asfalto húmedo y campos de eucaliptos que refrescaban el ambiente.
Rodando por la N-547 |
Entrando al término municipal de Santiago. |
En busca del Monte do Gozo. |
Homenaje a Juan Pablo II. Monte do Gozo. |
Catedral de Santiago. |
GRACIAS A ALBERTO, GUILLE, YOLI, UNAI Y ASIER... GRACIAS.
More, sin una palabra más que añadir. sólo agradeceros a tu ya Guille la oportunidad que se me brindó para hacer el camino ( espina que por fin me quité). Vuestra compañía en estos días quedará en los recuerdos de toda la vida.
ResponderEliminary a la empresa de transporte ( Yoli y mis niños Asier y Unai). sin ellos no habría sido posible de realizar esta aventura. MUCHAS GRACIAS. Os quiero un güevo.
... GRACIAS por compartirlo. Es bonita la sensación de leerte y pensar que eres tú la que va rodando. Pero más bonito es que te hagan recordar momentos y lugares por los que tu también has pasado. Esta experiencia hay que vivirla al menos una vez en la vida, tú ya llevas unas cuantas. Y las que quedan. ERES GRANDE. Un abrazo.
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