martes, 16 de octubre de 2012

Torrijos-Ávila

ETAPA 1: TORRIJOS-ÁVILA.
120 km, 2400 m d+
Track para GPS.

El domingo 12 de agosto iniciamos nuestra particular andadura hacia Santiago. El día anterior habíamos visitado la casa de Adolfo para que nos llevase la mochila al autobús de apoyo que llegaría el miércoles con todos los compañeros. Nosotros con una pequeña mochila a nuestra espalda, realizaríamos las dos etapas de conexión Torrijos-Ávila y Ávila-Salamanca.

Algunos compañeros asistieron a nuestros primeros kilómetros de rodaje, acompañándonos hasta Maqueda. Se agradeció el detalle. Aunque uno lo agradeció más que los demás, porque nuestro querido Juanjo llegó con media hora de retraso debido a la tal cantidad de peso que llevaba en su mochila. Tuvo que tirar lastre antes de salir para poder rodar. Aún así era espectacular ver como llegó al punto de salida con su mochila de 30 litros de capacidad. David Navarro, cual sherpa del Himalaya, le transportó su macuto los primeros kilómetros.
Espectacular mochila de Juanjo por tierras de Maqueda.
Aprovechamos que el Camino de Levante pasa por Torrijos, para guiarnos en nuestra primera etapa hasta Ávila, íntegra del Camino de Levante. No había lugar a dudas con el GPS, bien estudiada nuestra primera etapa, gracias a las indicaciones de la Asociación de Amigos del Camino de Levante y a rutas realizadas por usuarios de wikiloc. Fieles a las flechas amarillas pasamos por Sto Domingo, Maqueda y Escalona. Siempre por caminos muy conocidos por nosotros debido a la proximidad a nuestra población. Acompañando también a las marcas del GR-213.

Solo un dato curioso a destacar en este tramo, y es que el arroyo Prada, a la altura de la Charpona estaba seco por primera vez en todos los años que he pasado por él. Lo que me hizo pensar que no tendríamos ningún problema con barros o vadeos de futuros arroyos.

Desde Escalona, comenzamos a rodar por caminos ya menos conocidos. A la salida de esta población, en un corto descenso, vadeamos un pequeño arroyo que va a morir al Alberche. Justo tras su cruce, las flechas nos desvían a la izquierda para tomar un camino roto en ascenso, algo técnico, que por primera vez en la jornada nos hace disfrutar de la aventura. Pronto el camino se adecenta y nos dirige sin problemas hasta Almorox.
De camino a Almorox, peña de Caldalso al fondo.
Tomás no paraba de hablar y Pantoja aún no había cogido confianza suficiente. Un breve comentario de Javi  respecto a estos dos, da pie a la primera anécdota del viaje. "Pantoja, si no hablas no te preocupes que ya habla Tomás por ti y por él". El primero se justifica diciendo que está concentrado en disfrutar el paisaje y el segundo arde en ascuas, lo que aprovechamos para apostarle que no sería capaz de estar en silencio los dos kilómetros que quedaban hasta Almorox.

¡Y lo que le costó! Cruzándonos con gente y saludando como un mimo, cada vez se le ponía la cara más roja por no poder abrir la boca. El resto picándole y Tomás mordiéndose la lengua. Fue cruzar el cartel de Almorox y comenzar a saludar a voces como un poseso a todas las personas que nos habíamos cruzado unos metros atrás a viva voz "Adiós señora, que bonito perro, buenos días señor..." Un minuto más y hubiese estallado.

La primera parada era obligatoria en el hostal de la entrada a esta población. Javi se había informado de que lo regentaban las hijas del propietario, y que merecía la pena hacer un alto en el camino. Pues dicho y hecho. Pero cual fue nuestra sorpresa, cuando al asomarnos por la puerta quien servía los cafés era el padre de las chicas... "Ya que estamos aquí, pide unos cafetitos..."

Sin demora, "porque el sol no para", continuamos nuestro camino, desviándonos por primera vez de la ruta original, haciendo el descenso hasta el arroyo "" por la carretera de Cenicientos. Primer susto del camino. Un señor con barbas, gorro de paja y furgoneta destartalada quiso llevarnos consigo de vuelta a Almorox, pero la luz de Santiago, vestida de rápidos reflejos, permitió que continuásemos nuestro camino.

Tras cruzar el arroyo tomamos de nuevo el camino, ahora en ascenso por unos bonitos parajes. Se notaba el cambio de orografía. Las lanchas de granito comenzaban a asomar bajo nuestras ruedas. Los pinos nos daban unas sombras momentáneas que agradecíamos ya a primeras horas de la mañana. Un calor que se presagiaba, íbamos a sufrir a lo largo del día.

La ruta gira bruscamente hacia el este, dejando el rumbo norte y adentrándonos de lleno por el denso Pinar de Almorox. Una rápida bajada por buena pista nos hace cruzar de nuevo el arroyo "". Más adelante nos topamos con la N-403, muy próximo al cruce de Cadalso, y de nuevo un giro nos pone rumbo norte. Ahora bajo la sombra de este impetuoso pinar. Atrás quedaba ya nuestra extensa llanura cerealista.

Cruzamos la carretera de Aldea del Fresno y con ello pisamos tierras madrileñas. Zona muy cuidada con cantidad de cortafuegos e infinidad de caminos. Tenemos hambre y un cartel del Camino nos indica que solo quedan 8 km para llegar a San Martín de Valdeiglesias. Decidimos seguir y en un largo descenso vemos una flecha que nos manda a la izquieda de nuestro camino por un cortafuegos. El miedo afrontar este tramo y el track tomado para el GPS nos hace omitir esta indicación y seguimos de frente, continuando con el cómodo descenso.

Tras una leve subida, compruebo el trazado descargado. "¡Hay que girar a la izquierda!". Dos opciones había en ese mismo punto. Un camino indicando como la "Senda del Valdenoches" y un imponente cortafuegos de los que quitan el hipo.

Los cuatro compañeros, sin pensarlo tomaron la Senda, pero mi orintación y mi GPS debía darles la primera mala noticia del día. No me moví de la encrucijada y tiré sin dudas hacia el cortafuegos. Los compañeros resignados por la mala suerte no tuevieron otra salida. A empujar.
Cortafuegos por la zona de Valdenoches, Villa del Prado.
A penas fueron 500m interminables por el calor, la mochila a cuestas y el arrastre de nuestras monturas. Alguno intentaba desafiar la pendiente terminando con sus huesos en el suelo. Se abrían las apuestas de quíen seria el más desafortunado en todo el camino en estos menesteres.

Una vez arriba, el cortafuegos continuaba, pero ahora en descenso. Mucho cuidado. Suelo muy suelto y roto, unido con las ganas de llegar a San Martín, jugaron malas pasadas a más de uno hasta retomar de nuevo el camino original.

Una vez en el camino y ya siguiendo las indicaciones de las flechas. Juanjo encendió su iPhone para compartir su música hasta la nueva parada, amenizándonos el camino.

Cruzamos la carretera de Pelayos. Y por los caminos de la transhumacia, muy bien marcados por el gobierno de la comunidad madrileña, rodamos por un descenso algo técnico y muy entretenido. Rodeado de encinas hasta que estas se abrieron y vimos a lo lejos la localidad de San Martín de Valdeiglesias. Descendienddo por un asfalto muy rugoso, Juanjo se agachaba buscando una postura aerodinámica que su gran macuto le impedia conseguir.
Llegando a San Martín de Valdeiglesias.
El pueblo nos da la bienvenida con una pequeña rampa que nos obliga a parar para recuperar fuerzas y líquidos en el bar cerca de la Plaza de Toros. Era las 11 de la mañana y el sol apretaba ya con muchísima fuerza.

Retomamos el camino. Las flechas nos hacen realizar un breve recodo en el camino por las carreteras M/CL-501 para dirigirnos hacia los Toros de Guisando, el mismo lugar donde Isabel la Católica fue nombrada sucesora heredera del reino de Castilla. Lugar con mucho encanto histórico, que bien merecía la pena el desvío del caminó lógico hacia Santiago.
Toros de Guisando.
Pronto retomamos el sentido natual hacia el noroeste. Llegamos al cruce con la N-403. Aquí un cartel aconseja a los ciclistas tomar el asfalto en busca de El Tiemblo, en época de lluvias .Como no es el caso, tomamos las flechas por el camino indicado para senderistas, que nos guía sobre la Cañada Real Leonesa.

Bonito tramo por senderos que bien mereció la pena, a pesar de que en algunos momentos debimos echar la bici al hombro para sortear momentáneos pasos entre rocas graníticas. Era la aventura y nos aprovechábamos de no viajar con las alforjas, que en este punto hubiesen sido un auténtico lastre.
Por la Cañada Real Leonesa.
Salimos a la carretera con asfalto y de nuevo desvío en descenso por camino hasta el precioso puente romano de Valsordo que salva el río Alberche.

Desde aquí afrontamos una leve subida hasta los pies de Cenicientos que nos recibe con un precioso, pero molesto, empedrado y un mortal porcentaje de desnivel que consigue la momentánea extenuación de los cinco componentes de la expedición.

Callejeando llegamos hasta la plaza. El pueblo se encuentra en fiestas, paramos para comprar agua, coca cola, hielos y algo de dulce. Cual botellón en medio de la plaza del pueblo en fiestas, nos repartimos las bebidas. Tomás incluso se atrevió a asaltar la fuente y empaparse el cuerpo. Otros aprovechamos para meternos los hielos sobrantes por dentro del culotte y refrescar las piernas mientras rodábamos.
"Botellón" en Cebreros.
Eran las 12:30 y el calor comenzaba a ser preocupante. Sin demora iniciamos el ascenso del primer puerto de la ruta. No sin antes informarnos, como buenos peregrinos, ante la sabiduría popular.

- ¿Cuánto kilómetros hay de puerto, señor?
- Unos 5 km, pero lo peor está al final.
- Muchas gracias señor. Ya lo habéis oído chicos. "Lo peor está al final".

Iniciamos el ascenso, aún los hielos se mantenían por dentro del culotte, pero era tal el calor que decidí echarlos a la boca. La AV-503 nos permitía elevarnos sobre la localidad, dejando espectaculares vistas hacia nuestra izquierda de El Tiemblo y su famoso Castañar. Estábamos subiendo la famosa Paramera por una zona un poco más hacia el este.

El puerto es tendido y no muy duro, en condiciones normales. Pero el calor y el cansancio de las piernas empezaban a pasar factura. Llegamos a lo alto del puerto, 1068msnm. "¡Tampoco ha sido para tanto!", pensábamos todos, "Y el final ha sido muy normalito".

Foto de rigor y para abajo. Al doblar la curva un falso llano nos hace ascender un poco. De nuevo para abajo. Pero de repente un nuevo falso llano nos hace ascender aún más distancia que el anterior. Esto psicológicamente fue un palo para todos, en especial para Tomás y para mí. De nuevo en lo alto y un leve descenso para volver a realizar otro falso llano; el más lárgo de los tres, con más calor aún y un viento lateral que borraba la paciencia de cualquier ciclista que se precie.

No sabíamos cuando acabaría esta tortura. Mentalmente estabamos destrozados. No sabíamos cuantos falsos llanos quedarían. Y ya era tarde. Teníamos hambre. Y el calor no tenia piedad. Sin agua. Al menos un espectacular Lamborghini naranja nos amenizó el sufrimiento...

"Lo peor está al final..." Habíamos interpretado mal la frase. Lo peor no estaba al final de los 5 km de ascenso, sino después de esos 5 km de ascenso. En total, 9 km y 1226 msnm; y no 5km y 1069msnm, como habíamos pensado. Un puerto "con propina", es como alguno lo bautizó. Propina de 4 km y 200m de desnivel.

Iniciamos el descenso hacia San Bartolomé de los Pinares, o eso creíamos porque ya no nos fiábamos de nada, ubicado en el valle del Burguillo. Una espectacular bajada que nos dejó en la localidad a las 3 de la tarde. Buscamos un bar colocamos las bicis, entramos, pedimos las cervezas con limón reglamentarias, me quito las zapatillas y al pedir bocadillos nos dice que no tiene suficiente para los 5. No me lo podía creer.

Nos bebimos las cervezas y de nuevo en busca de un lugar donde nos diesen de comer. El hostal del pueblo.

Otras jarras de cerveza, estábamos sedientos. Una buena ensalada, un plato combinado de filetes de pollo, helado y a disfrutar de la selección española de basket en su final contra los americanos en las olimpiadas de Londres, junto con los lugareños que allí disfrutaban también del encuentro. Entre cuarto y cuarto, preguntas sobre el próximo y último puerto del día. Sus pendientes, su kilometraje y su densidad de circulación. En claro, eran 10 km de puerto y al otro lado estaba en bajada continua Ávila. Era el puerto del Boquerón.
Vibrando con la selección de basket.
El calor había pasado, eran casi las 6 de la tarde y nos pusimos a dar pedales. La salida del pueblo pica un poco para arriba pero pronto desciende por un buen camino. Aunque algo peligroso. Primero nos topamos con un grupo de caballos en medio de nuestra senda que tuvimos que esquivar, más adelante cruzamos la plaza de toros y el campo de fútbol hasta llegar a una portela que nos da paso a la carretera que habíamos dejado antes para adentrarnos en el pueblo.

Cruzamos el puente y giramos a la derecha, iniciando el puerto del Boquerón. Las piernas se habían recuperado y tenía buenas sensaciones. esta primera parte del puerto es más liviana. Se deja El Herradón a la derecha y se continúa ascendiendo, cruzando dos arroyos que descienden por la izquierda.

De golpe la carretera gira hacia el oeste y al fondo se divisa el collado. Comenzaba lo más duro con dos revueltas de auténticos puertos de montaña. Los coches se divisaban a lo alto. Era el último escollo a salvar en el día de hoy. La AV-503 no nos había dejado de torturar desde que salimos de Cebreros.
Puerto de El Boquerón.
Con más piernas que en el anterior puerto llegamos a la cima, 1315msnm. Foto y descenso merecido hasta Ávila previo paso por la espectacular cantera a cielo abierto de Tornadizos.

A la altura de un complejo de Golf dejamos la carretera y tomamos un camino que nos dirijirá hasta el centro de Ávila, a la Plaza de Sta Teresa con su preciosa iglesia de San Pedro y la espectacular entrada por la imponente muralla de Ávila. Callejeo por las calles peatonales para ver su catedral y buscar el hostal para descansasar.
En Ávila.
Tras la ducha, un paseo para estirar piernas, cervecita para reponer líquidos, fotos de turista y cena de pasta para reponer fuerzas para el día siguiente.

Tal vez la primera y más dura etapa de este pecualiar camino de Santiago.

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