martes, 31 de julio de 2012

Tour du France ´12: Col du Tourmalet y Lac d´Oncet

Si tenía alguna duda de mi nueva adquisición, ya la he solucionado. Visitar "La Meca" del ciclismo el mismo día que el Tour de Francia pasa por sus faldas ha sido determinante. El coloso Col du Tourmalet tiene un ambiente especial y me ha ganado de lleno para la práctica de "el lado oscuro del ciclismo", "la flaca"; o lo que viene a ser lo mismo; el ciclismo de carretera.

Hace un par de meses cayó en mis manos una Orbea Onix del 2009. Nunca me gustó pisar asfalto en ruta con la de bicicleta de montaña. Mucho menos con una bicicleta de carretera. Pero este mundo engancha, y mucho. Me tragué mis palabras. Y hasta ayer, no sabía hasta que nivel.
Contemplando el Tourmalet.
El Tour es muy especial. Cuando Miguel Induráin en el año 1991 ganó su primera ronda gala, yo solo tenía 9 años. Desde los 9 hasta los 14 años, fueron verano tras verano disfrutando de Tours, y sus dos Giros. Escuchando en la radio, de camino a la piscina; o en la televisión de casa en la hora de la siesta. Las competiciones en el parque con chapas "tuenadas" con los colores de equipos como el Gatorade, Z, Gewiss, ONCE, Banesto... O las carreras de bicis por las calles de la piscina climatizada, que por aquellos años aún no había viviendas y solo estaban asfaltadas. ¡Qué veranos!

Yo no lo sabía, pero se estaba fraguando una pasión por el ciclismo que permanecería latente en mi cuerpo, a sombras del todopoderoso fútbol durante más de una década, hasta que volví a coger una bici de montaña hace ahora ya 4 años. El resultado, queda más que patente con este blog.

Todo comenzó cuando navegando por internet una aburrida tarde de julio, decidí buscar la información de las etapas de montaña de la ronda gala de este año. Una especialmente me llamó la atención porque subía cinco puertos míticos de los Pirineos, los que en el país vecino conocen como Les Grands Cols du Pyrenees (Aubisque, Soulor, Tourmalet, Aspin y Peyresourde). Era evidente que para realizarlo sobre la bici no estaba preparado, pero en coche...
Mural con la ruta de las Grandes Cotas.
La fecha, 18 de julio. Miércoles. Se me antojaba complicada la compañía de gente, y eso unido al respeto a lo desconocido, me hizo dudar hasta el último día. Confiaba en mi fiel escudero Tomás, pero su curro también se lo impidió. Volveré contigo Tomy, y con todos los demás.

Con dos semanas de antelación, todo fue recopilar información. Dos grandes apasionados y expertos ciclistas y amigos como son Adolfo y Hugo, me animaron a ello junto con sus sabias recomendaciones. Dudaba mucho de hacer el viaje, pero fue ella la que realmente activó el modo "ON", para seguir adelante.

- "Adolfo, quiero subir el Tourmalet. Tú lo conoces y sabes mi nivel. ¿Podría con ello?".
- "More, aquello es espectacular. Ve, no te lo pienses."
-" De acuerdo, Adolfo. ¿Alguna recomendación?"
-" Sí, mete todo el desarrollo desde abajo y sube tranquilo. Nada de dejar un par de piñones para el final. Disfruta de la subida. Y no te confíes, que lo más duro está al final".

- "Hugo, mañana me voy al Tourmalet"
- "Jode que cabrón More ¡Si pudiese me iba contigo ahora mismo! Aquello es alucinante, el ambiente, los paisajes,  bicis por todos los lados. Desde Luz st Sauviur puedes subir el Tourmalet y también Luz Ardiden. ¿Tienes mapa de carreteras de Fracia? Vente a casa que te lo doy. Y te doy información para hacer turismo por la zona, sin bici. Subir el Pico Midi en telecabina desde La Mongie y ver las panorámicas desde arriba es impresinante. Y el Circo de Gavarnie una maravilla natural. Ve, ve a verlo. ¡Qué cabrón! ¡Haz fotos eh! ¡Muchas!

Tras muchas divagaciones e informaciones recibidas el plan, a priori, era el siguiente. Aunque era consciente de que sería muy difícil llevarlo a cabo, ya que no tenía en mi poder la información sobre el horario de cortes de carreteras para el paso de la carrera. Así pues:
- Martes: en coche pasando por Zaragoza-Huesca-Sabiñánigo-Biescas-Salen de Gállego-El Portalet (frontera)-Laruns-Col du Aubisque-Col du Soulor-Argeles Gazost. Ubicación en Luz st Sauveur. 
Ascender Luz Ardiden en bici por la mañana y visitar el Circo de Gavarnie por la tarde, para estirar las piernas.
- Miércoles: por la mañana subir el Tourmalet en coche, dejarlo aparcado lo más próximo de la cima y descender en bici para hacer el ascenso. Ver pasar el Tour y seguidamente bajar en coche hasta La Mongie, para visitar en telecabina el Pico Midi. Después continuar la ruta en coche por Sta Marie de Campan-Col du Aspin-Arreau-Col du Peyresourde-Bagneres de Luchon y entrar a España por el espectacular Vall de Aran.

Una locura realizada casi al 70%.

El martes 17 de julio a las 2:00 nos poníamos rumbo a Madrid, Zaragoza y Huesca. La aventura comienza al llegar al Paso de Monrepos. A los pies del Parque Natural de los Cañones y la Sierra de Guara. Este paso bien define el cambio de una orografía llana a otra más recortada, que nos colocaba en el prepirineo aragonés. Desaparece la autovía y continunamos por la N-330 en busca de Sabiñánigo donde se hace la parada obligatoria para reponer gasolina y desayunar.

El camino continua siguiendo aguas arriba el río Gállego hacia Biescas y la estacion invernal de Panticosa. El paisaje comanzaba a ser espectacular. Nos adentrábamos en el verdadero Pirineo, en el valle encajonado del Tena. A nuestra derecha los embalses de Bubal y Lanuza represan el agua que desciende paralelo al trazado de la carretera A-136 que nos sacará de España por el alto del Portalet. a 1834msnm
Lenuza, antes de salir de España.
Salen de Gállego nos despide de España con permiso de la estación invernal del Formigal. Aquí el valle se ensancha con grandes praderas de tipo glaciar. El tiempo acompaña, el sol no falla. Impresionante viaje.

Cruzamos la frontera e iniciamos el largo descenso por la vertiente francesa por su carretera D-934. Con un amplio valle en lo alto que comienza a estrecharse a medida que descendemos de cotas.
Pasamos por el embalse de Fabreges y pequeños caseríos como Pont de Camps Y Les Eaux  Chaudes antes de llegar al cruce de valles y caminos de Laruns. Preciosa localidad a la que no entramos pero con espectaculares imágenes desde la carretera que circulamos. Tomamos ahora la carretera D-918 hacia Eaux Bonnes y comenzamos el ascenso al Col du Ausbique.

Cientos de ciclistas habían tomado la carretera, la habían hecho suya. Los coches éramos secundarios a partir de este cruce de caminos de Laruns. Los pelos de punta. En pelotones más grandes o pequeños, solos, en pareja e inculo en tandems. Espectacular.

Con mucho cuidado, puesto que la carretera de alta montaña es muy estrecha y sin arcén, adelantábamos a los ciclistas pendientes de los coches que circulaban en sentido contrario al nuestro.

[foto panoramio eauxbonnes]

Sin darnos cuenta llegamos a Eaux Bonnes. Pequeño pueblo con una preciosa iglesia y un balneario de aguas termares de recnocimiento internacional. Con cuidado de no perdernos seguimos la carretera escondida entre sus calles. No había dudas, solo había que seguir el hormigueo de ciclistas que nos indicaban el camino.

Las duras rampas a la salida de esta localidad impresionan, más si cabe al observar el esfuerzo de los ciclistas retorciéndose sobre sus máquinas. Rampas que al llegar a la estación invernal de Gourette, se reducen a la vez que el paisaje aumenta en su belleza.

Entre la estación invernal y el Col d´Aubisque, hay un mirador con un pequeño bar que tiene unas vistas espectaculares. Fue la primera parada en tierras galas, y bien mereció la pena. Desde alli podíamos divisar el valle donde se asienta la estacion invernal de Gourette. Franqueda por enormes picos puntiagudos típicos de los Pirineos franceses.
Estación invernal de Gourette, en Eaux Bonnes.
Dos kilómetros más adelante nos encotraríamos con el primer puerto del viaje. Con sus caracterísiticas bicicletas gigantes, potros en medio del camino y cantidad de ciclistas descansando y fotografiándose con compañeros. ¡Que envidia! Necesitaba ración de bici ya. Fotos pertinentes y en busca del segundo puerto, el Col de Souler, que por esta vertiente a penas tiene desnivel.
Col d´Aubisque
El tramo de carretera entre uno y otro es toda una obra de ingeniería de caminos. El asfalto encaramado a laderas imposibles con vistas al Espectacular Cirque de Litor. Túneles, pasos estrechos, tramos de roca que se introduce en la vía y precipicios infinitos llevan la ruta trasladándonos a una paz increible. Sobre la bicicleta debe ser una experiencia alucinante.
Tramo entre Aubisque y Souler
El circo de Litur es un típico vale glaciar amplio con enormes praderas y cantidades de reses por su vegetaciones que permiten evadirte de cualquier tipo de tensión que puedas tener acumulado simplemente con la observación de tal obra de la naturaleza.

A penas a dos km para llegar al Col du Souler, un pequeño cambio de desnivel hace de frontenara natural entre los Pyrenees Atlantiques y los Hautes Pyrenees. El desnivel es tan leve, que en este sentido no tiene validez como puerto ciclista. Pero si lo tiene como espectador de una naturaleza radiante.
Circo de Litor.
Desde este paso, se inicia un largo descenso hasta Arrens Marsous, pequeño pueblo que iniciaría un supuesto ascenso desde esta otra vertiente. De aquí sin dejar la carretera D-918 nos dirigimos hasta Argeles Gazost por la parte más baja del valle. Esta población está ubicada en la línea que delimita El Parc National des Pyrenees y si siguiésemos rumbo norte saldríamos de este bonito parque nacional. La localidad es amplia y se ubica en una encrucijada de valles que descienden oblicuos desde la línea pirenaica y se juntan en una V invertida, lo que permite que cambiemos de valle para afrontar uno nuevo hacia cotas altas en busca de Luz st Sauveur.

Así pues, nos adentramos en busca de las escarpadas cumbres lejos de estos suaves valles ondulados que marcan el limite pirenaico. Ahora por la carretera D-921 que nos llevará hasta Luz st Sauviur entrando nuevamente por valles encajonados, aunque en esta ocasión, con gran densidad de tráfico.

Una vez en la localidad, paramos en su plaza principal, gran explanada llena de comercios y mucho ambiente. Las bicicletas se amontonaban en las paredes apoyadas unas encima de otras, cientos de ellas, mietras que los ciclistas se tomaban su café para iniciar la subida o su cerveza que indicaba que ya estaban de vuelta. Un abmbiente completamente festivo rodeaba esta localidad. Pancartas e incluso un tiovivo amenizaba las horas de los más pequños. Impresionante. Los coches enfilaban la subida al Tourmalet uno tras otro. Desde esta localidad también parte el ascenso a la estación de Luz Ardiden y sale la carretera hacia el Circulo de Gavernie. Por tanto, llegó el momento de decidir.

[foto panoramio plaza de luz]

El pueblo estaba tan lleno que me llegó a agobiar a pesar del espectacular ambiente que se vivía. Así que decidí subir hacia lo más alto. Al llevar un cuarto del recorrido del ascenso se pasa por la localidad de Bareges donde repuse bebida para los días que estaríamos lejos de un núcleo urbano. El ascenso en coche hasta llegar a la estación de esquí no tiene nada de espectacular. Muy lineal y encajonado en el fondo del valle. Pero es a partir de aquí cuando la carretera empieza a zigzaguear para elevar el paso hasta la cima y comienza ese sentimiento de grandeza... Aproveché este momento para analizar el ascenso, aunque la percepción sobre un vehículo a motor no tiene nada que ver con el que se siente sobre la bicicleta. Si bien, una buena rampa a la salida de Bareges se me quedó en la retina. Al igual que un momento de descanso en la zona del parking de la estación de invierno.

Ya aproximando a la cima decidí buscar sitio en cualquier trocito de arcén para instalar el campamento base de estos dos días. Estaba en la última recurva y una matrícula junto a una bandera española me hizo decidirme a parar y así poder tener unos vecinos con los que charlar en esta bonita aventura.

El coche quedó medio tirado entre la carretera y el arcén natural, con un abismo a mi derecha de los que cortan el hipo. ¡¡¡Cualquiera se arriesgaba a apurar el aparcamiento!!!. El dueño de la caravana de delante, en francés me hablaba y me hacía gestos.... Yo pensaba que me decía que no podía aparcar detras de él... "Por mi narices nos quedamos aquí...", pensé. Pero amablemente me insistió y llegué a la coclusión de que lo que me quería comunicar era que no podía  pisar la línea discontinua que marca el límete de la calazada con el coche. Esto supuso hacer maniobras para apurar el aparcamiento, con el acongojo que eso suponía al sacar apenas medio metro el coche de la carretera y apurarlo hacia el abismo. Entre 2 franceses dándome indicaciones, y yo con el abismo a la derecha, conseguimos a dejar correctamente colocado el coche. Si bien, no podríamos utilizar las puertas de la derecha si no queríamos llegar a Luz rodando ladera a bajo.
El "chalet" (coche negro y carpa verde) con vistas al valle.
Estaba cansado. Una breve charla con la pareja de españoles y un paseo para estirar las piernas, apenas 400m hasta la cima, la rampa más dura de todo el ascenso. Arriba las míticas placas y estatuas que siempre había visto por la TV, estaban delante de mis ojos. Unas fotos para el recuerdo.

Dos pequeños edificios estan llenos de gente. Uno era un pequeño restaurante y el otro una tienda de souvenirs. Un par de cervezas y a seguir la carretera por la otra ladera; la del ascenso de La Mongie por donde este año descenderían.

Tomo un sendero y en medio del prado en lo alto del collado me tumbo, alejado del bullicio que rodea al asfalto. Una fresca brisa asciende, nada molesta, una velocidad perfecta para quitar el poco calor acumulado. Cerveza en mano, tirado en la hierba y divisando las recortadas cumbres de los pirineos y el espectacular valle con los edificios de La Mongie abajo. Al fondo, la carretera serpentenado entre sus laderas. Paz, tranquilidad, reflexión... Son esos  momentos por los que merece la pena de estar vivos.
Al rato se me acabó la cerveza, daba igual. Estaba en un estado de nirvana pleno.
Momento de relax.
Era la una del medio día y el hambre empezaba a dar notas de inquietud. Bajé de nuevo al collado, pasé por la tienda de souvenir y compré el típico imán para la colección de la nevera. Seguí bajando hasta llegar al coche. Coloqué el cenador para la sombra. Reorganicé el coche en "modo camping" abatiendo los asientos traseros, adelantando los delanteros, dejando la zona de conductor y piloto como armario. Transformé la parte trasera en una cómoda cama de aire. Sillas fuera y la bici con la cadena amarrada a la llanta del coche. Solo quedaba sentarse, sacar la nevera y la ensalada de pasta de la "mami" para comer con vistas a un valle glaciar del que no me cansaría de mirar jamás.
Campamento montado.
El cansancio hace mella, también había que probar la comodidad de la cama para la noche. Me tumbo en ella y me cuesta dormirme. Se está muy a gusto pero no puedo perder tiempo en dormir, ni la luz del sol. Mi ángel me dice que descanse, mi demonio que salga a disfrutar del día... ¿o tal vez al revés? Mi inquietud me priva de descansar y decido hacer algo.

De repente me acorde que mi "frikismo" por los mapas y GPS, así como de la recomendacion de Hugo. ¡¡¡El Lac d´Oncet y el pico Midi de Bigorre!!! Sí, esa sería la opción correcta. Un poco de trekking para descargar las piernas pesadas del viaje. A penas 3 km de ida y otros tantos de vuelta para disfrutar de unas nuevas perspectivas del valle y un gran regalo para los ojos al ver aquel lago glaciar y la estación de científica en lo alto del pico Midi. Ruta que tardaría un par de horas en realizarse por una pista muy bien adecentada que parte desde el mismo collado del Tourmalet. Además cuenta con una pequeña fuente de agua fresca en su mitad de recorrido que sació la sed y el calor que a esas horas apretaba casi sin notarse.

Lac d´Once y Pic du Midi Bigorre
Esta es la ruta en gps del lago.

A la vuelta, una nueva cerveza en el Col du Tourmalet para descansar las piernas y recuperar líquidos. Era espectacular el ambiente. Todo un Cheste o Jerez pero cambiando motos por bicicletas, y playa por montaña. Sin comentarios. La piel de gallina. No pasaba el tiempo, de no ser que el reloj biológico de mi estomago empezada a necesitar una nueva ración de comida.

De nuevo en el coche, todo estaba en su sitio tal cual se había quedado hacía ya tres horas. Respeto máximo de la gente. La sensación desde arriba era de ver un camping lineal sobre la carretera. La gente emepzaba a sacar sus cenas a la carretera, sillas, como cualquier noche en un camping normal. Cena de nuevo pasta y empieza a hacerse de noche. Ya la "gusa" de la bici no podía más y antes de irme a dormir un paseo sobre ella con ropa de calle, descendiendo para hacer los últimos dos km que también los usaría para parcibir sensaciones de la parte más dura de la subida de cara al dia siguiente.

Los jovenes españoles y holandeses ya habían empezado su fiesta, son las 9 de la noche y sus cervezas hacen muy efusivos sus ánimos en mi subida. Una vez en el coche, y tras dejar la bici, un breve paseo antes de acostar ya casi en penumbra.

Los holandeses, un poco más abajo, seguían su fiesta con canciones flamencas que retumbaba en todo el valle. Risas complices con los vecinos valencianos respecto a este momento festivo. El sol cayó definitivamente sobre las 10 de la noche.

Los planes iniciales con los que salí de casa habían cambiado por completo, no me importaba. Pero el no subir Luz Ardiden teniéndolo al lado, me resoplaba la conciencia. A las 5 tocaba diana, quería subir Luz Ardiden y Tourmalet al dia siguiente. A las 8 cerraban el tráfico rodado y la caravana subiría dos horas antes del paso de ciclistas sobre las 12:30. Y ese era el tope de hora. Con esos pensamientos concilie el sueño.

A las 5:30 suena el sepertador, miro por la ventanilla y es noche cerrada... "¿¿Pero dónde vas tio?? ¡¡Aguanta un poco mas!!"

A las 6:15 me despierto y ya se ve claridad. "¡¡Para fuera!!". 12 grados no es mala temperatura para el lugar en el que estamos. La montaña aun duerme. No se ve movimiento. Me visto de MoreOcio, un rápido desayuno con la pasta que había sobrado, un zumo de naranja, forro polar y chubasquero. Son las 6:30, me lanzo para abajo.

Aquí está el enlace para ver la ruta en el mapa.

Aquí empieza la verdadera experiencia. 25 minutos de descenso continuo, con una media de 40km/h y un pico de 75km/h en la parte más baja donde las revueltas desaparecen. ¡Que sensación! Bajé solo. Algunas personas, muy pocas, comenzaban a salir de sus tiendas de campaña. Yo agarrado al manillar bajo me dejaba llevar. La gente miraba. Sin darme cuenta pasaba el tiempo y no dejaba de trazar curvas. Concentración. No había tiempo para levantar la mirada del asfalto.

Pronto llegué al parking de la estación invernal y el trazado se estiró. Ahora tenía tregua con las curvas y conseguí las máximas de velocidad justo antes de entrar en Bareges, casualmente donde el día anterior me había llamado la atención la pendiente desde el coche. El pueblo aún dormía. Solo quedaba dejarme caer hasta Luz st Sauveu. 6km que ya se me hicieron largos. Media hora de descenso que me hizo recapacitar sobre mis planes y desestimar la opción de realizar la ascensión a Luz Ardiden antes que la del Tourmalet. Aún me queda en la cabeza si hubiese sido posible realizar ambas antes de las 12:30 de la mañana. No obstante queda pendiente para la vuelta con los compañeros de fatigas, porque no dudo que volveré con todos vosotros.

Así pues, a las 7:00 estaba en Luz, ni un alma en su plaza principal. El tío-vivo que la presidía aún estaba recogido. Tan solo dos ciclistas estaban sacando las bicis de sus coches. Busqué una cafetería, pero todo estaba cerrado. Aunque había desayunado arriba, me tomé una barrita para empezar. Mientras la ingería, un breve paseo para fotografiar su castillo y unos minutos para realizar un buen estiramiento.
Luz st Sauveur
Después de un cuarto de hora monté sobre la bici, suspiré y fui en busca del afamado Col du Tourmalet. Antes de subir me repetí mentalmente el consejo de Adolfo "More, tu mete todo el desarrollo desde abajo y disfruta" Ese sería el único plan, el cual tendría muy presente durante estos 18 km de ascenso.
Paneles informativos en todo el ascenso.
En estos primeros kilómetros de inicio del ascenso, el porcentaje no es duro, pero se nota que las piernas vienen frías del descenso así que pongo una marcheta que me resulta algo incómoda. Aquí veo pasar los carteles indicadores de "Ruta histórica del Tour desde 1910", así como paneles informativos de cada kilómetro con la cota en la que te sitúas y el porcentaje medio de ese tramo. Los mojones característicos blanco y amarillos que indican el kilometraje de la carretera.
Ruta histórica del Tour.
Rodamos encajonados en el valle y las vistas se reducen a un arroyo a la izquierda y algunas casas a la derecha. Nada motivante de momento. Además, me pasan algunos ciclistas. "Soy un maldito globero, pero es lo que hay" es lo que reza mi cabeza.

Unos kilómetros antes de llegar a Bareges empiezo a encontrarme bien, se llega a unas minirevueltas donde noto que mis piernas ya se han calentado y tomo las curvas con agilidad y ganas. En una de ellas consigo pasar a mi primer compañero ciclistas. Un "bonjour" muy agudo me llama la atención, miro hacia atrás y observo que es una chica. Continuo con el pedaleo y veo el pueblo al fondo.
Mojón kilométrico y grupo de ciclistas llegando a Bareges
Uno de los ciclistas que me pasaron como un tiro al inicio lo tengo delante y parece que va cediendo terreno... "Mantén tu ritmo" me decía mi ángel. "Métele una pasada" me decía mi demonio. Mantuve el ritmo. No es una competición contra nadie, es un reto contra ti mismo y para conseguirlo aún quedaban muchos kilómetros por delante. La presencia de ciclistas de muy diversos niveles no debería interferir en mi reto personal.

Las vistas seguían siendo muy normales, por lo que en estos primeros kilómetros fui disfrutando de ver como poco a poco, manteniendo mi ritmo constante de subida (que resultó al final de unos 9-10 km/h), algunos compañeros ciclistas iban cayendo. Lo que hizo que, a parte de sentirme bien de piernas, también aumentara mi motivación. Antes de llegar al pueblo, varios ciclistas había sucumbido a mi tranquila marcheta.

El forro polar y el chubasquero ya me sobraban. Paré en Bareges y até ambas prendas al manillar de la bici. Sabía que venía una buena rampa a la salida y el pequeño parón de un minuto me vino bien para afrontar este tramo. "More, mete todo y disfruta desde abajo"...  ¿¡Y si me encuentro una rampa como ésta y tengo todo metido y voy apalancado que hago?? ¡¡Pues me pongo de pie!! Y asi inicié este sector aunque pronto me senté y volvi a tener el ritmo que traía.
Travesía de Bareges.
Ya dejaron de pasar coches, lo que me indicaba que serían las 8 de la mañana, hora a la que cortaban el tráfico. Las gentes ya estaban en la carretera desayunando y muchos animaban a los pocos ciclistas madrugadores que por allí rodábamos de momento. El sol aparecía de frente y no me permitía ver como poco a poco el valle se iba ensanchando.

Pronto llegué al tramo de descanso, justo en el parking de la estación de Bareges. Una llanura e incluso leve descenso me permiten recuperar las piernas. Es el único descanso en toda la subida. En mi cabeza seguía la máxima de Adolfo "Mete todo abajo y disfruta"  "¡¡¡Jode pero aquí podía bajar algún piñón!!!... Pues no,  relaja las piernas y disfruta, no cambies los piñones. Esta ocasión es para disfrtuar, ya volveremos para exigirnos a nosotros mismos con los compañeros del club". Todo eran conversaciones internas que yo mismo me creaba para mantener la concentración.

Cantidades de autocaravanas se acumulan en esta explanada.  Es la base de los remontes que en los inviernos debe ser el fin de la carretera. Muchas grupetas están preparadas para iniciar el ascenso desde aquí. Ultimando sus bicicletas y desayunando. Una valla abierta da paso a la segunda mitad del ascenso. El bonito, el mítico, el épico, el esperado.
Explanada de aparcamiento. Al fondo las recurvas.
Tres revueltas consecutivas nos empezaban a alzar sobre la ladera de la montaña, tomando altura y dejando el valle ya a los pies. Precioso tramo lleno de caravanas alineadas sobre la carretera. Cada una de ellas con su propia bandera del país de procedencia. Alguna españolas, muchas ikurriñas, belgas, holandesas, noruegas,  australianas...

La mañana se iba levantando, y los niños con sus padres miraban y jaleaban mi paso. Sobre todo los vascos... Era espectacular ver como donde había una ikurriña se levantaban a mi paso y en el inteligible euskera me jaleaban... Por un momento pensé que era por la intensidad con la que viven el ciclismo... Aunque consideraba que era demasiada la intensidad de sus voces a mi paso, y eso me descolocaba, a la vez que me halagaba. Después pensé que era por llevar una Orbea, bicicleta vasca fabricada en Ermua. Había algo que no entendía... Era raro tantos ánimos para un globero como yo. Pero de pronto caí en la cuenta... Los colores de mi bandera, de Torrijos, y por consiguiente los de la equipación MoreOcio, son rojo,verde y blanco. Exactamente los mismos que los de la ikurriña vasca. Si a eso le unimos una bicicleta vasca y mis greñas por detrás del casco. ¡¡¡Era "evidente" que era vasco!!! .

Pues les seguí el rollo. El año pasado al hacer el Camino de Santiago del Norte desde Irún, me di cuenta que la forma de saludarse sobre la bici es con un ¡Epa! Así que cuando saltaban los vascos a animarme yo les respondía con un "¡Epa!" y se volvían más locos aún... Así pues había otro aliciente más para disfrutar de este ascenso.

De nuevo la carretera se volvía lineal, ahora el fondo del valle lo habíamos dejado a nuestra derecha y las autocaravanas se agolpaban unas con otras. Mesas, sillas y desayunos; camping gas y bollería con vistas a los locos que subíamos por la carretera. Era curioso como todos se habían preparado el desayuno mirando a la carretera como si el ascenso de los ciclistas aficionados fuese un espectáculo, que lo era, y yo formaba parte de ese espectáculo.
Caravanas alineadas, comenzaba la mañana.
Estaba llegando a Súper Bareges. La última explanada donde un bar restaurante acoge a muchos de los asistentes en este ascenso. El trazado vuelve a cambiar de ladera y ya se percibe la altura que hemos ido consiguiendo con cada pedalada. Al fondo se observa el valle, ya muy abajo.
Super Bareges. La mañana avanzaba, ya había más movimiento.
Empiezo a escuchar una conversación por detrás de dos ciclistas que poco a poco se va acercando, yo continuo mi ritmo. Concentrado en mi respiración, puesto que los kilómetros se iban acumulando, oigo unas voces fuera de tono que me sacan de mi concentración. Me despisto y empiezo a oler a pintura. Estaba pisando las típicas pintadas de ánimo en el asfalto y sin darme cuenta lo había rallado, mis ruedas se quedaron blancas y el francés mosqueado. "¡¡¡Pues que lo pinte la noche anterior, aquí mandamos los ciclistas no te digo!!!"

Ciclaba ensimismado alternando la mirada con los imágenes que iba dejando bajo mis pies; con los paisajes que me rodeaban por las alturas; con el ambiente a los lados de los coches y caravanas; y con las curiosas pinturas de ánimo que iba leyendo en el asfalto.

No me lo podia creer, risas y más risas, una gran carcajada se me escapó en medio del esfuerzo físico. "Los españoles tenemos ese aire especial. ¡Ojalá salga en la TV esta pintada!" pensé. No paraba de reirme. El deporte es el deporte; y la política es la política. Pero no lo pude evitar. Esta pintada me amenizó al menos un kilómetro del ascenso. ¿Conocéis a la diputada del PP que dijo una frase mal sonante refiriéndose al pueblo español en el congreso de los diputados tras una de las polémicas reformas de Rajoy? Ahí tenéis la respuesta de algún ciclista español. Ver vídeo.
Sin comentarios...
Tomo una revuelta que me resulta curiosa por la cantidad de dibujitos con forma de espermatozoide, y una caravana con bandera española al fondo... "Siempre tenemos que dar la nota" pensé. Las voces de la conversación empiezan a alejarse por detrás. Anodadado con la belleza del paisaje acumulo pedaladas que me hacen avanzar casi sin percibir el paso del tiempo ni el esfuerzo realizado.
"Pinturas de ánimo"
La pendiente parece que da un respiro antes de dar una curva de herradura y plantarnos ya en los últimos 2 kms. Ruedo ahora por una parte en la que hay un tramo donde no es posible aparcar el coche y está algo desierta de personas. Lugar que es aprovechado por un fotógrafo profesional para fotografiar a todos los ciclistas que por allí rodábamos, a la vez que nos daba una tarjeta para vernos por internet y comprar sus fotografías. Este fue el resultado de ese momento...

Las pintadas volvían a aparecer y entre ellas las de ánimos a los corredores españoles. Cobo, Vidal e incluso un recuerdo a Alberto Contador. Me hizo mucha ilusión ver pintada la bandera de España en el asfalto francés. Así que con ese ánimo inicié el último kilómetro, el más duro por su pendiente y por su ubicación.
Iniciando los dos últimos kilómetros.
Este tramo lo había rodado el día anterior mucho más tranquilo. Hoy se notaba ya el bullicio de la gente a pesar de ser apenas las 9 de la mañana aún. La pendiente se inclinaba, pero había llegado con buenas piernas, pasé por delante de mi coche e inicié la última revuelta con el paredón de 400 m hasta la cima.

Ya estaba terminando. La gente vitoreando. Me puse en pie e incluso me atreví a bajar un piñoncito. Veía el final. Había subido el puerto a un ritmo muy tranquilo, lo que me permitió realizar este esfuerzo final e incluso adelantar en este tramo al menos a 4 o 5 ciclistas que llegaban literalmente muertos. Llegué a lo alto, multitud de ciclistas se congregaban allí. Tanto los que subíamos por una u como por la otra vertiente. Coches, gendarmes y mucho olor a embrague quemado.
Reto conseguido.
Eran las 9:30 había estado subido sobre la bici un poco menos de dos horas para hacer un ascenso que los profesionales tardarían apenas 35 min. Estaban colocando la pancarta de premio de la montaña de categoría especial. Fotos pertinentes. Y cerveza pertinente, por su puesto, en el bar con fotos históricas del Tourmalet.
Dentro del Bar-Restaurant Tourmalet
Ver el cartel del Col du Turmalet en persona, después de haberlo visto durante todos esos veranos por la televisión desde casa, hizo que se me pusiesen los pelos de punta.

Tenía la sensación de buenas piernas. No me había desgastado en toda la subida. Baje al coche, me refresqué y mantuve una larga charla con los vecinos valencianos. Valencianos que hicieron su luna de miel en Toledo y que casualmente rompieron su Seat 600 en un pueblo cerca de la capital donde hacía mucho calor en el mes de mayo, hacía ya más de 30 años. Torrijos me dijeron. No me lo podía creer, casualidades de la vida. Anecdótico es poco.

Tras el descanso y la conversación, no paraban de subir ciclistas. Miles de ciclistas, algunos paraban en busca de agua y otros en busca de aire para sus ruedas, la bandera española nos delataba y se dirijían cual boxes de Fórmula 1. Me encantaba ese ambiente de camaradería entre ciclistas.

La sombra del cenador era muy cotizada y una familia francesa con dos niños se fueron dado cobijo bajo ella. También dos jóvenes ciclistas colombianos. Esto empezaba a llenarse de gente y los inquilinos franceses de la sobra nos sonreían con gratitud. Unos camiones de los helados vendían este refrigerio al que no pude obviar.

Los colombianos no paraban de hablar y preguntar hasta que llegó la espectacular caravana publicitaria que parecía no tener fin. Infinidad de regalos lanzados (gorras, camisetas, abanicos, llaveros, botellas de agua...) Tenía que hacer gala de mi otro deporte, el fútbol. Y es que el que tuvo, retuvo. ¡¡¡Parecía tener un imán en mis manos!!!
Espectacular caravana publicitaria.
Tras una hora de caravana llego la calma, recuento de regalos recogidos y a esperar la carrera. Los helicópteros se aproximan. 3, 4, hasta 6 helicópteros nos indicaban que la carrera estaba llegando. Poco menos de media hora más tarde Thomas Voekler aparecía ante nuestros ojos escapado. Bandera de Torrijos en mano y pasillo de aficionados. Bullicio por donde pasaba. Luego otros escapados y detrás el pelotón. En espacio de 15 minutos había pasado desde el primero hasta el último. Como una estrella fugaz, pero intensa. Muy intensa, esto era el clímax. Pero todo lo que había vivido hasta este momento merecía más la pena que el propio paso de los principales protagonistas.
Puro ambiente ciclista.
Ahora tocaba recoger con una sonrisa de oreja a oreja. Despedida de nuestros expertos vecinos valencianos que aconsejaron no llegar asta el final de etapa, puesto que era final e inicio de la jornada siguiente y era posible que hubiese problemas para la circulación.

Una hora más tarde abrieron la carretera por el puerto y bajamos por La Mongie hasta Sainte Marie de Campan para tomar dirección al Col d´Aspen, siguiendo el trazado original de la ruta hasta Aurreau, todo por la carretera D-918.

Es aquí donde nos desviamos de la ruta para omitir el paso del Peyresourde y llegar a Bagneres de Luchon y entrar en España por el espectacular Vall d´Aran.

Por tanto tomaremos el desvío por la carretera D-929 y más tarde la D-173 para pasar por el túnel de Bielsa y llegar a España junto al parque nacional de Oredesa y Monte Perdido.
Llegando al túnel fronterizo de Biescas.
En Ainsa el recorrido debería seguir hasta Barbastro para tomar la A-22 hasta Huesca. Pero el TomTom nos lleva hasta Boltaña y nos mete por la A-604 con 45 km de curvas innecesarias de las que ya nos habíamos cansado de trazar, que nos saca muy próximo al paso de Monrepos para llegar a Hesca y volver por el mismo trazado que el de la ida.

Como conclusión. Dos satisfactorias, espectaculares, maravillosas; pero cansadísismas jornadas por el Parc National des Pyrenees siguiendo y sintiendo el ambiente ciclista del Tour de Francia que necesito repetir en companía de mis compañeros de fatigas. Aunque la compañía que he mantenido estos días también ha sido muy difícil de superar. GRACIAS.

8 comentarios:

  1. En cuanto pongas las fotos, vamos a alucinar!!. Yo también pienso como tu. La flaca me ha ganado por completo. Desde que la tengo no hago otra cosa que disfrutar. Me tiene enamorado. Que envidia subir el Tourmalet el mismo día que pasaba el Tour. Un saludo.

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  2. Hola David. Ya tienes las fotos. Aunque hay muchísimas que se me quedan en el tintero. No puedo poner todas las que me gustaría. Gracias por leer. Un saludo!!!

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  3. David, cómo siempre magnífica crónica, que te lleva según vas leyendo a meterte en situación como si estuvieras allí.

    Espero algún día que podamos hacer una escapada a esa zona. Aunque no se si podré superar el nivel de la compañía que tuviste ;)

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  4. Gracias David por hacerme recordar sensaciones de hace 21 años cuando desde Toledo ibamos con Solis a la L'Isard Bahamontes 215 Km Tourmalet, Aubisque, Solour y Hautacam. A veces pienso en pedir una "de carretera" y volver... Pero antes tengo que hacer L'Alpe d'Huez Galibier y La cruz de Hierro no me retiro de la bici sin hacerlo... y cada vez queda menos...
    J.J. Toledo

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  5. Bonita crónica y experiencia. A mí lo que más me gustó de la zona era el ambiente de ciclismo que se respiraba y por supuesto después de una dura jornada, el relax el el balneario de Eaux Bonnes. Quedan pendientes los Alpes .....

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  6. Grande Moreira...Grande Moreocio. Gran crónica, y gran experiencia. El Tourmalet, es lo máximo para el mundillo ciclista, y me encanta, que te haya enganchado. Para la próxima, cuenta conmigo."Epa"...Fatástico David.
    Angel Carrillo

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