martes, 9 de agosto de 2016

Col de Vars y Col de la Bonette

El tercer y último día de ruta por las proximidades de Briançon nos disponía el ascenso a la carretera más alta de Europa, el Col de la Bonette. O al menos así rezan sus carteles, claro ejemplo de chauvinismo francés.

El cansancio se iba a cumulando y la jornadas se veían obligadas a reestructurarse en base a las ideas originarias. La salida de hoy permanecería intacta desde Guillestre, pero la decisión de Sergio de descansar su rodilla, nos daría flexibilidad de movimientos con un coche de apoyo.
Valle de Guillestre, puerto de Vars
Nadie sabe el valor que tiene disponer un coche de apoyo en estas cumbres. Es por ello que debo dar las gracias a Sergio por acompañarnos en todo momento para cualquier necesidad que tuviésemos en la ruta de hoy.


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Desde Guillestre, salen infinidad de ascensos. Pero nuestro objetivo se centraba en el Col de Vars. Un cartel luminoso indicaba la apertura al tráfico de cinco de los seis puertos que podían ser atacados desde esta ubicación. Casualmente, el único cerrado era el nuestro.

Haciendo caso omiso al cartel, se inició la subida de un grupo mermado por tres bajas. A la obligada de Sergio, se sumaban las voluntarias de Pablichu y mía.

Rober se quedó sin su café, pero no le fue excusa para llegar arriba sin problema. Mientras tanto, los tres desertores disfrutábamos del puerto en coche, por unas primeras rampas que nos parecieron durísimas y que confirmaban la necesidad de descanso de nuestras piernas.
Zetas en los primeros kms del Col de Vars
Parada en una de las curvas para observar el valle, ya desde una altura considerable a pesar de los pocos kilómetros recorridos.

Los pueblos comienzan a aparecer a la vez que la pendiente desaparece. Los 8 duros kilómetros dan paso a 4kms suaves y permisivos hasta llegar a St-Marie-de-Vars, donde de nuevo comienza el ascenso definitivo hasta el col, previo paso por la estación de sky de Les Claux.

Es allí donde esperamos el paso de los compañero con refresco y helado en mano. Y es aquí donde la carretera se corta definitivamente para el tráfico motorizado. Justo a falta de otros 4 kilómetros para ganar la cima.
Lago del refugio Napoleón
Faltaba media hora para llegar a mediodía, momento en el cual la carretera quedaría abierta definitivamente. Aproveché pues a tomar la bicicleta y acompañar en estos últimos kilómetros a mis compañeros.

Suaves kilómetros que cruzan el lago que acompaña al refugio Napoleón poco antes de hacer esta cima "descafeinada" para mí.
Col de Vars, 2129m
Justo en ese momento habían abierto el tráfico motorizado, y un sinfín de coches, motos y furgonetas comenzaron a descender a la par que nosotros. Las vistas que nos mostraba esta otra vertiente resultaban interesantes, pero más interesante era mantener la atención en la carretera para evitar ser envestido por alguno de los autos que descendían junto a nosotros.
Descenso del col de Vars, vertiente sur
Pronto nos vimos en el valle. Una parada técnica para reagruparnos fue necesaria para observar los carteles que nos informaban de otros puertos interesantes, aunque menos conocidos, como son el Col de Cayolle y el Col d´Allos; ambos por encima de los 2000m. Y el fronterizo Col de Larch.

Pero nuestro objetivo era el Col de Resterford y la Cime de la Bonette. Para ello debíamos rodar 7 km hasta Jaussiers. Lugar donde Pablichu se uniría a la expedición y donde se inicia el ascenso a este Col de Resterford-La Bonette.
Jausiers, inicio del Col de La Bonette
Es este un ascenso largo, de 23 kms, pero cómodo. Al menos esas fueron mis sensaciones. Un ascenso con historia, y también con picaresca. El puerto de Resteford fue creado por Napoleón para unir Briançon con el Mediterráneo, con Niza. Puerto de 2673m que años más tarde no resultó ser lo suficientemente elevado como para ser catalogado el puerto más alto de Europa. Es por ello que se trasladó un par de kilómetros más para tomar el innecesario Col de la Bonette a 2707m.
"Carretera más alta de Europa"
No obstante, y no contento con ello, crearon un anillo de ida y vuelta al mismo collado, que asciende hasta los 2802 m, rodeando a la Cima de la Bonette. Así pues ya pudieron colocarse la medallita de ser la carretera más alta de Europa; eso sí con el permiso del Veleta en España que supera los 3000m, a pesar de que sí es cierto, que la nuestra no es un paso, sino una simple carretera de ida y vuelta.
Primeros kms de La Bonette
Los primeros kilómetros de ascenso se hacen en grupo. Charlando sobre este tema casi jocoso de la altura de la ascensión. Un carril bici nos acompañaría en gran parte del ascenso, facilitando la seguridad de los ciclistas.

La carretera se revuelve por momentos y se hace lineal. El ascenso es cómodo a pesar de las altas temperaturas. Sergio nos acompaña con ánimos, referencias y bidones de agua.

El paso se estrecha en un punto donde el agua cae precipitadamente a modo de cascada muy cerca de la carretera, es una puerta que cierra la primera mitad del ascenso y abre el paso a un nuevo enclave.
Nuevos enclaves en el mismo ascenso
Ahora el valle se torna más amplio, el bosque desaparece en beneficio de amplios prados. La visión se abre y la carretera vuelve a retorcerse sobre la loma.

Aquí asoma un escondido bar, parada imprescindible para Rober y Rute. Para entonces ya me había descolgado del grupo para mantener un ritmo cómodo para mí.
Carril bici en el ascenso
El ascenso es muy tranquilo, sin apenas tráfico. Esto me permite disfrutar más si cabe de las vistas que cada curva y cada kilómetro nos va regalando.

Estaba siendo uno de los puertos más bonitos del viaje. Al menos a mi parecer, era como si cada cierto tiempo cambiase de lugar, comos si tuviese diferentes escenificaciones. Y sin abusar de pendientes que maltratasen las piernas.
Carretera divertida
Otra vez, un paso estrecho abría una puerta hacia una nueva localización. Ahora con signos glaciares evidentes. Un amplísimo valle, con un coqueto lago acariciando el asfalto, se presentaba ante nosotros. Aún quedaban kms para la cima, pero de alguna manera, en esta ocasión, no quería llegar a ella. Quería seguir disfrutando de los diferentes parajes que nos estaba ofreciendo este bello ascenso.
Lago y valle glaciar
La carretera rodea toda la amplitud de este atractivo espacio como si lo quisiese abrazar. Son kilómetros de auténtico nirvana. De sutileza. Casi místico.

Momento que empieza a ser modificado por unas nuevas curvas de herradura que nos sitúan junto a las casas militares de Resterford, avisándonos que pronto llegaría el collado del mismo nombre. Para entonces las vegetación resultaba casi nula.

Ya en el collado una pista desciende hacia la derecha en busca de Niza, pero nosotros seguiremos un par de absurdos kilómetros más para conseguir el Col de La Bonette.
Cime de la Bonette, desde el Col de Resterfor
Un par de kms  casi de llaneo donde incluso se puede meter el plato. El desnivel es muy suave mientras ruedas por antiguos búnkers militares que dan acceso al nuevo paso que une Briançon con Niza.

Pero no será este el objetivo. Ya que estábamos aquí, y a pesar de saber que lo que haríamos sería un camino de ida y vuelta. Dejamos el Col de La Bonette para afrontar las durísimas rampas que componen el anillo que rodea a la Cime de La Bonette. Ya si a 2808 msnm.
Col de la Bonette y Cime de la Bonette
Una fea silueta de piedra que no tiene otro valor que el de su altura. Pero había que llegar y afrontar rampas de casi el 15% para poder decir, "Yo he estado en la carretera más alta de Europa, según los franceses"
Menhir con la historia del paso
Un menhir así lo narra y así lo cuenta en una lápida que confirma la historia de este paso y este lugar. No obstante, aún quedaban unos pocos metros a pie para llegar hasta la misma cima donde se haya un mirador impresionante.
Subiendo a la misma cima
Aquí solo se observa monte y naturaleza. Ni un ápice de la mano humana, a excepción de la propia carretera, en muchos kilómetros a la redonda. Allá donde la vista te permite llegar. Merece la pena, descabalgarse de la bicicleta y ascender para poder disfrutar de ello.
Vistas desde la cima
Allí estaba de nuevo Sergio dándonos su apoyo incondicional. Un auténtico crack, gran responsable del disfrute de este puerto. Pero quedaba ahora bajar. Con especial atención a los neveros acumulados en estas alturas y sus deshielos.
Neveros en las cunetas
Tocaba ahora disfrutar, más si cabe, de este espectacular puerto. Deteniéndonos en detalles que en el ascenso no pudimos o no vimos. Otra perspectiva, ahora de frente lo que antes quedaba a nuestras espaldas. Puerta tras puerta. Curva tras curva. Paisaje tras paisaje. Porque 23 kms de puerto, dan para mucho. Incluso para gustarse un poco, y soltar el freno.
Charca natural en Jausiers
Abajo los coches nos eperaban para cambiar nuestra vestimenta y disfrutar del charco natural del pueblo de Jausier con merendero incluido. Toda una jornada perfecta de ciclismo. La última por estos parajes del los Parque Naturales de Ecrins y Queyras.
Reponiendo fuerza en Jausiers
Sería la última de aquí, pero la belleza de la zona quedaría impregnada en nuestras retinas. Incluso no nos importaría perdernos con el coche de camino a casa, puesto que cualquier rincón es digno de admirar.
Lago Serre-Ponçon, de camino a casa


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