Estábamos llegando a Maluacene. Era poco más tarde de las 10:00 de la mañana y nuestros cuerpos llegaban con más ilusión que energía.
La noche en vela, conduciendo durante 13 horas había hecho mella, pero el ambiente ciclista que respiraba esta bonita localidad hacía de opio para nuestro cansancio.
Le Mont Ventoux |
Un simple café, bollería del supermercado y cambio de muda en la misma calle. Una hora después de la llegada, estábamos preparados para subir nuestro puerto de hoy. El Mont Ventoux.
Silueta sobre la llanura de viñedos |
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Pronto nos unimos a ellos, para tomar camino hacia Bedoin, localidad de inicio oficial de puerto a este mítico coloso de la ronda gala.
Para llegar hasta allí, doce suaves kilómetros que bien sirvieron para poner a punto nuestras piernas con una suave tachuelilla de nombre "Madeleine", que nada tiene que ver con el otro de los colosos franceses.
También sirvieron para tener una primera toma de contacto con las peligrosas ráfagas de viento, tan usuales en la zona, que en esta ocasión habían obligado a recortar la llegada seis kilómetros antes de a cima. A la altura del Chalet Reinard, justo donde el bosque deja desprotegido al ciclista. Justo donde emerge esa imagen lunar, tan característica de esta subida.
Mucho ambiente festivo |
Familias, amigos, compañeros, cicloturistas... Todos unidos por la bicicleta. Cada uno realizando su ascenso a su manera; monociclos, tándem, andando, en bici... Todos animando, y todos disfrutando de ese ambiente de celebración que todos creábamos.
Tras seis kilómetros de Bedoin, llegábamos a la curva de Saint-Esteve. Lugar donde el puerto toma seriedad. Lugar donde los porcentajes empezaban a tener dos dígitos. Lugar donde el bosque se cierra para introducirte en su áurea mágica.
Aficionados españoles |
Subimos sin percibir dureza. Subimos como profesionales. Subimos en volandas. Subimos alucinando con la gente.
Sintiéndonos como profesionales |
Lugar perfecto para ver el final de etapa. Pero no podía quedarme aquí, a tan solo 6 km de la torre-observatorio que corona y complementa la silueta de esta montaña.
Los gendarmes nos obligan a parar la marcha sobre la bici y nos desvían para seguir nuestra ruta poco más allá de la línea de meta.
Entrando en zona inhóspita |
De alguna manera la pendiente suaviza. Pero el aire compensa para endurecer y dar fe de la fama conseguida. Rachas de aire como nunca jamás había vivido que hacían tambalear mis casi 90 kg sobre la bicicleta.
Un episodio de cabezonería era lo que estábamos escribiendo, pero también de completa necesidad. La lucha contra el dios Eólo, suprimía cualquier atención sobre otra cosa que no fuese el asfalto y la bicicleta.
Paisaje lunar |
Mientras tanto, el paso por la placa conmemorativa del fallecimiento de Tom Simpson, que nos hace sentirnos identificados con el esfuerzo que requiere este objetivo. Pero que a la vez nos alienta de cara al último kilómetro que nos espera con una definitiva y desafiante rampa, a modo de órdago de la montaña contra el ciclista del 12%.
Sommet de Mont Ventoux, 1912 msnm |
Tras las fotos pertinentes a modo de trofeo particular. Los compañeros decidieron volver sobre sus andadas para ver pasar el Tour que les regalaría en directo esa anécdota cómica de ver a Froome corriendo con la bici a rastras, sin saber ellos el porqué de esa situación.
Bicicleta de Froome |
En el hotel, limpio y poco más, esperé al resto de compañeros mientras observaba en la tv en directo como Froome chocaba con una moto y se veía obligado a seguir a pie sus últimos metros de etapa.
Vídeo grabado por Víctor en directo |
www.altimetrias.net |
Grande, More
ResponderEliminarda gusto leerte! makina
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