viernes, 4 de mayo de 2012

Parque Regional: Cuenca Alta del Manzanares.


"En la sierra madrileña de Guadarrama, de las laderas de la Maliciosa y de la Bola del Mundo, nace el río Manzanares. Llega muy joven al Parque Regional del Alto Manzanares, con ganas de recorrer sin reservas todos sus recovecos.

En La Pedriza, un conjunto granítico de 40km2, las impetuosas aguas del Manzanares generan pozas, saltos y gargantas que solo la peregrinación otoñal de la trucha es capaz de desafiar.

En medio de este espectacular caos pétreo, el río muestra sin timidez la vivacidad de su caudal en el puente de los Manchegos y la tonalidad verdiesmeralda de sus aguas en la afamada Charca Verde.

La ruta propuesta, montañera por excelencia, aprovecha la única pista forestal que circunvala el circo y que desde sus alturas ofrece las mejores vistas panorámicas, lo que permite conocer el enclave desde todos sus ángulos."
Rutas en bici en torno a Madrid. El País-Aguilar
"Rutas en bici en torno a Madrid. Ed. El País-Aguilar"

Martes, primero de mayo. Día marcado en el calendario para festejar el popular "Día del Campo" entre la juventud torrijeña. El hecho de no tener romería propia, nos obligaba a dedicar este día a salir al campo. Desde muy jóvenes visitábamos el pinar del castillo de Barcience con los bocadillos de tortilla de patatas, ternera empanada recien hechas en casa por nuestras madres, unas Coca-Colas, algún balón pinchado y la bicicleta como transporte...

Con la mayoría de edad, ya sin bicicleta, pero con coche; y más cervezas que Coca-Colas, cambiamos nuestro destino, escapándonos del bullicio torrijeño que se formaba en Barcience en busca de tranquilidad. Tranquilidad que nos daba el prado de la Ermita de la Mongia, en Novés, donde en alguna ocasión llegamos a pernoctar bajo acampada.

Es allí donde emergen los grandes recuerdos de estos días. Miles de vivencias y anécdotas que quedarán en nuestro recuerdo juvenil. Desguaces de motos, hudimientos de C15 en los arroyos, roturas del radiador del Ibiza, partidos de fútbol contra los Golden, laberintos en la cebada...
Prado de La Mongía.

El mismo lunes 30, recibo un "whasap" de Álvaro recordándome la fecha del día siguiente: "More, cuando acabes con la bici, te esperamos en la Mongía para celebrar el día del campo".

Mi reacción lógica hubiese sido, responder con preguntas como: "¿A qué hora? ¿Cúando quedáis para poner las "pelas" de la bebida? ¿Vais a comprar comida?..." Pero mi cuerpo me pedía reposo. Reposo y campo.  No contesté.

Habíamos preparado una ruta para visitar los pueblos de la Arquitectura Negra en Guadalajara con algunos compañeros de MTB Leganés, pero esta se suspendió. Quería campo, pero campo nuevo. Conocer espacios naturales novedosos para mí.

Lo entendía como una forma diferente de hacer tributo a este día. Los años pasan, recientemente acabo de estrenar la treintena y el cuerpo me pide otras cosas, aunque sin abandonar mis raíces. Quiero descansar y disfrutar de la naturaleza. Eso es lo que ahora me motiva.

La bici, la naturaleza y el día ganan de goleada al alcohol, la discoteca y la noche.

Llamé a Tomás a punto de acabar el día y me ofreció enseñarme la zona de La Pedriza, que yo tantas veces había intentado visitar. Allí estuvo hace unas semanas con otro compañero de MTB Leganés. Por su proximidad a la capital y sus bellos paisajes, La Pedriza es uno de enclaves naturales de la sierra más visitado.
Tomás y yo. Dos cabras locas.
Él siempre me sigue a mis "embarcadas" y sabía que le hacía ilusión mostrarme por primera vez algo que yo no conociese. Solo una condición le pedí. Quiero descansar, salimos tarde para poder alargar el descanso mañanero. Sin ninguna pega, quedamos a las 13:00 en la puerta de su casa, destino Manzanares el Real.

A las 14:30 llegábamos al primer parking que nos topábamos de camino al Parque Regional, justo al lado del Centro de Interpretación. Sabíamos que llegábamos muy tarde y no buscamos más sitio que el primero que nos encotrasemos. Junto al coche; los carteles informativos de la zona, el Parque Regional y un mojón del Camino de Santiago de Madrid. Montamos las bicis y a rodar.

Panes informativos y mojón del Camino de Santiago.
La ruta transita por un valle en forma triangular de A invertida por la que nosotros accederemos por su vértice sur. Al este se levanta imponente la zona conocida como La Pedriza con su techo, una pared granítica lugar de culto para los escaladores, conocido como El Yelmo (1714msnm). Al norte nos encotramos con una respetuosa cadena montañosa que forma la también conocida Cuerda Larga, con su pico momumental Cabeza de Hierro (2380msnm) del cual quedaremos a apenas 2 kilómetros de su coronación. Y por el Oeste cierra este particular enclave la cuerda de los Porrones con su techo La Maliciosa (2227msnm) presente a nuestros ojos en casi todo el recorrido.



Partimos de una cota de 920msnm y tomamos la pista asfaltada hacia la entrada al Parque. Pasamos el punto de control. Hay mucho ajetreo de coches y personas en estos primeros kilómetros. Llevamos el arroyo de Quebrantaherraduras a nuestra derecha, descendiendo en sentido opuesto a nuestra marcha.

Muy pronto llegamos al collado de Campuzano (996msnm), donde una nueva barrera cierra el paso rodado a una pista que dejamos a nuestra izquierda por la que descenderemos horas más tarde. Nosotros continuamos por asfalto, aún compartido con vehículos a motor que vuelven de los parkings más internos del Parque.

Unos pocos metros más adelante, coronamos el collado Quebrantaherraduras. Pequeña y primera tachuela que nos sirve de aperitivo de lo que nos vamos a encotrar en la jornada de hoy.

Tras este pequeño calentón, nos recompensa con una breve bajada, aún por asfalto y con vehículos, que nos dirigirá hasta el descansadero de Canto Cochino, que toma este nombre por una piedra granitica con forma de guarro que se haya en sus cercanías.

Aquí nos encotramos con los tres aparcamientos responsables del tráfico rodado con el que hemos compartido el inicio de esta ruta. Igualmente hay un restaurante donde poder comer y reponer energías. Pero de momento nos sobran.

Muy próximo a esta zona de esparcimiento aparece la barrera que corta defnitivamente el tránsito de vehículos a motor por el Parque Regional. Pero el vetusto asfalto no desaparece hasta unos metros más adelante cuando cruzamos la casa de la Cruz Roja y el indicador a nuestra izquierda de la extinta zona de acampada.

A nuestra derecha desciende aún muy joven el conocido río Manzanares, que va capturando cantidad de regatos que drenan estas preciosas laderas, haciendo al río mucho más fuerte y dinámico, librando cantidad de saltos producidos por la orografía pétrea de La Pedriza. Recordemos que aún rodamos a pies de esta mega escultura natural.
Joven y dinámico río Manzanares.
Ensimismados con el ruido que produce el agua corriendo entre las piedras, llegamos a la primera curva de herradura que nos vuelve a la realidad del ascenso. Si en este punto, seguimos de frente por un pequeño camino llegaremos a la Charca Verde, precioso y excepcional remanso del río que merece la pena observar.

Nosotros lo obviamos y tomamos esta, y otra revuelta más, que endurece la marcha para ganar un pequeño collado sobre 1200 msnm. Este pequeño sobresfuerzo queda recompensado con una liviana bajada hasta el Puente de los Franceses sobre el Manzanares. El río vira hacia el oeste pero nosotros continuamos hacia el norte. Nos despedimos pues momentaneamente del protagonista de la jornada, con el que nos volveremos a entcontras varios kilómetros después.

Nos adentramos, ahora sí, en las conocidas "zetas" de La Pedriza. Once revueltas entre pinos de repoblación, escarpando el barranco del arroyo del Chivato, el cual nos separa de la otra ladera. La ladera de la Pedriza con su falda despoblada y sus impresionanes figuras naturales graníticas recortando el cielo con geometrías imposibles.
La Pedriza.
En este entorno ascenderemos 400 duros, espectaculares y sufridos metros de altura. El silencio se hace entre nosotros. Dos amigos que disfrutamos de estos únicos e irrepetibles momentos que nos brinda la bicicleta. No podemos hablar, el esfuerzo nos lo impide. Pero tampoco nos hace falta. Sabemos que estamos disfrutando. Una batalla entre el esfuerzo físico y el placer psicológico, que parece siempre ganar esta última.

"Es como una droga; lo necesito, necesito esta sensación" rezaban mis pensamientos; "una droga sana".

Abducido y concentrado en mí y mi entorno, Tomás me saca de este aurea con un "More, esta es la última revuelta. ¡¡¡Ahi tiene que aparecer el comedero de los Buitres!!!"
Comedero de los Buitres.
La memoria fotográfica y la orientación de este chico por momentos me asombra y por momentos me asusta. Es todo un seguro de vida en la montaña. Yo con mi GPS tambíen me sé ubicar, pero con este apoyo tecnológico, claro está.

Dicho y hecho. Estábamos en la peña Carabinas, desde donde emerje un extenso lanchar de granito horizontal que es utilizado como comedero para los buitres donde se les deja la carroña para su alimentación. Todo un balcón natural al valle que venimos ascendiendo.

Con vistas al sur podemos observar el inicio de nuestra ruta por la zona de Canto Cochino. Si levantamos la mirada y la giramos levemente hacia nuestra izquiera podemos divisar Madrid con sus inconfundibles rascacielos de la antigua Ciudad Deportiva. A la izquierda total, La Pedriza nos impide ver el horizonte, pero no nos importa, ella sola es todo un espectáculo. A la derecha podemos observar La Maliciosa nevada. Cumbre que vigila constante y respetuosamente los primeros pasos del río en esta Cuenca Alta del Manzanares. Un poco más al frente podemos divisar la pista por la que más tarde transitaremos de camino al collado de los Pastores.
Tomás señalando La Maliciosa.
Tras las fotos pertinentes, descanso y rehidratación. Tomamos nuestras monturas en busca del desvío que nos llevaría a ascender hasta la zona de La Nava, a modo de apéndice a la archiconocida ruta circular.

Así pues dejamos el camino original, que comienza a descender; para tomar el desvío y continuar ascendiendo. Seis nuevas revueltas nos esperaban delante para volver a salvar otros casi 400 m de desnivel en apenas 4 km.

Fue la parte más bonita de la ruta. Pronto comenzaron a aparecer restos de nieve fuera del camino, en las bases de los pinos. El descanso nos permitia disfrutar del inicio de este nuevo ascenso donde nos encotramos con un gran grupo de cabras montesas importadas desde Gredos (su hábitat natural). Sigilosamente nos acercamos a ellas, que con nuestra presencia ascienden ladera arriba.

Hasta en dos ocasiones más nos volvimos a encontrarnos con estos ejemplares, los cuales nos recortaban el camino a la vez que nosotros ascendíamos en zig-zag. Llegamos a la conlusión de que era el mismo grupo de cabras las que nos íbamos encotrando cada vez que girábamos 180º.

Entretenidos en estos fortuitos encuentros, nos dimos cuenta que la nieve cada vez se hacía más presente, llegando incluso a hacer breves incursiones dentro de la pista forestal.

Cuando llegamos a la cota de los 1800 m, los pinos comenzaron a desaparecer, haciéndo más inhóspito el paisaje. El tiempo estaba empeorando y el tono grisáceo de la cercana nube daba al ascenso un matíz épico. El calor de los músculos y la tozudez de llegar hasta lo más alto no nos dejaba ver la realidad. El tiempo se estaba estropeando y la nieve ya había conquistado por completo la pista por la que circulabamos. Dos roderas nos confirmaban que en esta misma jornada dos bikers como nosotros habían llegado hasta la cima. Nosotros no quisimos ser menos.

La nieve-polvo permitia hacer un buen trazado y hundir la rueda para un ligero agarre. Pero por momentos se hacia imposible. Apenas a 200m de la cima echamos pie a tierra y consiguimos culminar el ascenso hasta La Nava Grande.
Últimos metros de ascenso.
Aquí acaba la pista, que dista unos 2km hasta la cima de Cabeza de Hierro y apenas 900m hasta el collado de los Vaqueros. Ambos puntos situados en la Cuerda Larga que separa esta Cuenca del Manzanares con el Valle de Lozoya.

La zona de La Nava es un pequeño remanso semihorizontal a unos 1970msnm (techo de la ruta de hoy) en medio de una abrupta ladera desde la que se divisa casi todo el recorrido que hemos realizado y queda por realizar en esta jornada.

Hoy el tiempo es malo, pero para futuras visitas con buen tiempo, bien merecerá la pena soltar piernas y dar un breve paseo por esta zona.
Explanada de La Nava.
Fotos pertinentes robando protagonismo a las cabras montesas, nuevo trago de Aquarius, un plátano; nos ponemos el chubasquero y para abajo con mucho cuidado.

El camino esta nevado en su primer tramo de descenso, apenas un kilómetro y medio, que puso a prueba nuestra hablidad sobre la bicicleta. La irrespetuosa nube que nos perodeaba comenzó a precipitar en forma de nieve. Ya había rodado sobre nieve, pero nunca nevando. El frío comenzanba a preocuparme, en mi concentración por no caerme se me pasaba por la cabeza lo mal que lo tienen que pasar los alpinistas con tanto frío. Comenzaba a perder la sensibilidad de los dedos de las manos y pies; y en más de una ocasión se me vino a la cabeza aquella frase de D. Juan Pablo, en un partido de fútbol en Sonseca en pleno invierno con 13 años, donde tuve esta misma sensación "¡¡¡Moro si tienes frío en las manos, bájate los pantalones y méate en ellas!!!" No lo hice, ni entonces ni ahora. Solo esperaba descender los 200m críticos hasta llegar de nuevo al pinar que nos protegeria del frío ademas de reducir la temperatura.

Recordé también esa clase de Ciencias Naturales en la que se nos exlpicaba que la temperatura en la montaña aumenta un grado por cada 100 metros que se ascienden. Cantidad de recuerdos que me reconfortaban al pensar que poco a poco esta sensación tan gélida desaparecería de un momento a otro.

Y así fue. A penas unos minutos más tarde ya estabamos inmersos entre la vegetación y había dejado de nevar. Por lo que disfrutamos de nuevo con la bajada por la misma pista que habíamos ascendido hasta La Nava.

Después de unas curvas en zig-zag, retomamos el camino circular original muy cerca del comedero de buitres, ya unos 400m más abajo.

Continuamos descenciendo, para después faldear la Sierra del Francés de la que bajan los arroyos del Francés y de la Mata por nuestra derecha para morir en el Manzanares, que de nuevo corre paralelos a nostros, abajo a nuestra izquierda.
Pista de Parque Natural.
El camino está cubierto por gigantescos ejemplares de pino silvestre, recuerdos del bosque primitivo. En la década de los 50 comenzó una reforestación de La Pedriza, que cambió la fisonomía original del circo, hasta entonces un canchal inhóspito dónde solo arraigaban espinos y jaras. Esta repoblación a duras penas ha podido prender en este universo mineral.

De nuevo el camino vuelve a tomar altura con cuatro nuevas curvas de herradura, cruzamos el arroyo del Berzoso y vuelve a faldear, lo que agradecen nuestras ya cansadas piernas.

Así, en leve descenso llegamos al Puente de los Manchegos que salva de nuevo al rio Manzanares, el cual desciende torrencialmente desde su naciemiento entre las laderas de la Maliciosa y el alto de Guarramillas.
Río Manzanares a su paso por el pte. de los Manchegos.

Es increibe como un agua tan cristalina, pura y limpia puede llegar a convertirse en lo que todos conocemos como el Río Manzanares... Algo de historia de mi atleti también pasa por aquí.

Desde este paso, se afronta la última subida dura del día. El Collado de los Pastores a 1750msnm, separado apenas un kilómetro desde este puente en línea recta.

Cuando lo coronamos, apenas podemos divisar una panorámica puesto que la tarde comienza a complicarse en estas alturas. Echando la mirada atrás las nubes que comienzan a formarse empiezan a tapar La Maliciosa. Más atrás las antenas de la Bola del Mundo se hacen también presentes.

Es curioso como estamos en el collado justo cuando las nubes comienzan a formarse. Perfecto para una clase de Ciencias Naturales, como asciende la nube por la ladera sur, inmersa en una niebla atroz, mientras que la parte norte comienza a llenarse de esta grisacea acumulación.
Collado de los Pastores. Formación de nubes.

Sin más demora comenzamos un largo y divertido descenso por la falda de la sierra de los Porrones. Tras descender hasta los 1450 ya podemos observar como hemos salido de la nube que ahora queda sobre nosotros a modo de techo frío y gris.
Nube tapando el collado de los Pastores.
En la tercera curva de herradura, podemos seguir de frente a penas 400m para llegar hasta el mirador del Ortigoso [...]

Si no queremos disfrutar de las vistas que nos brinda este enclave, continuamos descendiendo hasta encontrarnos con una bifurcación, la cual tomaremos a la derecha, para realizar un pequeño remonte que con la misma inercia de la bajada podemos coronar. Es la Loma de las Casiruelas. Si hubiésemos tomado la otra opción, la pista nos hubiese dejado directamente en la zona de Canto Cochino, por la que pasamos hacía ya unas horas.

Un poco más adelante coronamos esta leve loma, y la pista comienza a serpentear para descender definitivamente. El sol vuelve a hacer su aparición y en una de esas revueltas nos encotramos de frente con la zona por la que hemos estado transitando hoy. Las nubes que se están formando a lo alto nos dan un respto y nos hace pensar un poco en la insenstatez de haber continuado por aquellos lares. Nos hemos escapado por poco, pero ha merecido la pena.
Mirando hacia la tormenta.
Retomamos el descenso y la pista nos deja en el collado de Campuzano, donde nos encotramos la barrera al inicio de la ruta que nos impedia el paso a nuestra izquierda. Que es por donde regresamos ahora. No tomamos aún la pista asfaltada por la que iniciamos el asenso, sino que le hacemos un quiebro volviendo a la arena por detrás del Cerro de la Jarosa que nos dejará en la Colada de Manzanares por la que discurre el Camino de Santiago de Madrid. Desandando sus pasos apenas un kilómetro y medio llegaremos al parking donde dejamos nuestro coche hace ya unas cuatro horas.

1 comentario:

  1. Solo voy a decir una cosa...eres mu grande escribiendo. Muchas gracias por las fotos tio.

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