lunes, 5 de diciembre de 2011

PN Cabañeros: Corocho de Rocigalgo.

Personalmente disfruto una ruta en tres partes bien diferenciadas; preruta, ruta y postruta.

En la preruta, se abarcan todos los días previos a la cita de campo. En ella se integran la aportación de ideas interesantes por parte de los compañeros ciclistas, búsqueda de información, documentación y creación o edición de rutas con ayuda de Wikiloc, SigPac, MapSource, Panoramio e incluso correos con bikers que previamente ya han rodado por la zona que tenemos en mente. Todo ello permite que tengas una previsualización de lo que te vas a encotrar el día de la ruta.

Ya en la ruta, mucha de la información trabajada se confirma, pero otras veces, nos encotramos con evidencias que no son como te habías imaginado previamente sentado en tu casa con el ordenador delante, una Coca-cola y calentito con la calefacción... Normalmente queda compensado al compartir ese sufrimiento con compañeros que ruedan a tu lado y que están igual o más locos que tú. Sufres por el "marrón" que les has metido, pero ves que disfrutan con ello y ese sentimiento de culpabilidad queda aguado.

Después aparece la postruta donde comentamos las anécdotas junto a una buena jarra de cerveza, coca-colas o un buen bocadillo de calamares. Análisis de los datos del GPS y la creación de la crónica, compartir fotos... para que nuevos locos como nosotros se animen a realizar nuevas aventuras... ahí dejamos la semilla para que otros realicen el ciclo que acabo de describir...

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Así pasó ayer. 21 bikers nos juntamos para realizar una nueva locura. Gracias y perdón. Conseguir el techo toledano nos cegó, nos hizo sufrir, nos rompió.

A las 9:30 en punto salimos de Los Navalucillos hacia el sur por la carretera que va a Robledo del Buey. Pronto nos desviamos de frente hacia el Camino del Molinillo que va en busca del precioso pueblo de Navas de Estena, en pleno corazon de Cabañeros. Este camino es ancho y muy bien adecentado que nos va a permitir calentar un poco las piernas. Avanza en ligero ascenso, aunque nos vamos a encotrar algunas rampas cortas que levantan el camino en un par de ocasiones, obligándonos a entrar en calor. Los caseríos y las huertas van desapareciendo poco a poco, lo que nos indica que nos estamos alejando del núcleo urbano. Hemos partido del pueblo sobre una altura de 744 m y vamos a llegar a un pequeño collado sobre los 897 m. Aquí dejaremos el camino que continúa rumbo sur para girar 90 grados hacia la derecha.

Nada más tomar este camino, observamos una barrera que nos impide el paso. Como no conocemos la zona y vamos siguiendo fielmente el track del GPS, decidimos continuar por donde nos guiaba el navegador. Nos adentramos en un pinar, el camino ignoraba las curvas de nivel y nos conducía desafiante hacia la Sierra de las Particiones. Pronto las curvas de nivel del GPS comienzan a juntarse y obliga al camino a doblar su dirección para poder salvar el desnivel que cada vez comenzaba a ser más serio. Iniciamos el primero de los ascensos del día. La imagen de Verano Azul disfrutando de la bicicleta desaparece en cuestión de segundos. Cada uno pone su ritmo. Estamos en el primer tramo duro de la jornada. Dos curvas de herradura nos situaron en un pequeño collado con un mirador-merendero a unos 1122m hacia el encajonado valle que surca el río Cedeña. No habíamos llegado a la primera cota del día, pues aún quedaba ascender un poco más. Esta vez con unos porcentajes algo más suaves que los anteriores que nos subirían hasta los 1190 m en el Risco de la Higueruela, donde daríamos por concluida la primera subida de la mañana.

Estábamos en pleno corazón de la Sierra de las Particiones. Una de los cientos de pequeñas, onduladas y desordenadas sierras que forman los Montes de Toledo. Comenzamos el descenso, cruzando zonas de canchales muy pedregosos pero ciclabes. De frente, muy próxima teníamos una espectacular vista de la Sierra de Valleleor, parecía mentira que estuviésemos en la mismísima provincia toledana, sin ningún rastro de la mano del hombre que no fuesen los propios caminos. El eco que producía esta sierra era de las que llaman la antención debido al retardo y claridad con la que se oía nuestra propia voz. Merecía la pena usar los frenos para reducir la velocidad y disfrutar de este paraje tan espectacular en este primer día de anticiclón en pleno mes de diciembre.

Pronto llegamos al Collado de los Pos, pequeño prado, que nos regalaba unas espectaculares vistas hacia el norte, con la Sierra de Gredos al fondo, divisando el extenso valle del Tajo y el imponente Pico Almanzor, nevado en sus cotas más altas. Todo un homenaje para nuestros ojos que nos habíamos ganado a pulso con el sufrimiento de nuestro primer ascenso, que ya empezaba a quedar lejos de nuestro recuerdo.

Estábamos llegando a la cota de 1020m que nos indicaba que pronto deberíamos comenzar a ascender de nuevo. Hicimos un pequeño parón ante el primer cartel de la ruta que nos recuerda que vamos a rodar por el Parque Nacional de Cabañeros. En este punto sopesamos la posibilidad de fuga por el camino de las Calancheras, que continúa descendiendo hasta el paraje de Las Becerras y que se uniría al tramo final de la ruta original. Todos valientes, obviamos esta opción, que puede ser una buena alternativa para proyectos menores.

Así pues tomamos de nuevo rumbo sur, en busca de la Sierra Fría por el camino de Las Cuevas, el cual hace de límite con la nueva ampliación del Parque Nacional, que hace unos años no protegía esta zona norte de los montes toledanos.

El susto fue espectacular cuando al salir de una zona de vegetación densa observamos una auténtico rampón recto y directo hacia dicha sierra que comparte trazado con un cortafuegos. Aquí nos encotramos el porcentaje más alto de toda la ruta 18% de desnivel que debido al piso pedregoso hacía que la sensación de desnivel ascensdiese a la la veintena porcentual.

Pronto nos compensa con un breve descenso para rápidamente dirigirnos hacia lo que denominaré a partir de ahora el "Alpe D´Huez toledano". Once revueltas, once; que nos levantarán hasta lo más alto de la Sierra Fría. A la izquierda quedará el nacimiento del rio Cedeña. A lo alto de todas las curvas, los 1380m que inicia la media de cotas de esta cuerda montañosa. Antes de llegar a ella, a la izquierda pordemos observar a lo lejos una cima con unas antenas, es el Rocigalgo, que por primera vez aparece ante nuestros ojos.

Sensaciones opuestas; de alegría por verlo y de desesperanza por la relativa cercanía desde nuestra ubicación. Las piernas habían subido mucho desnivel y los 4 km que nos quedaban hasta nuestro objetivo se presentaban muy lejanos.

Aquí mismo sería el punto de retorno. Dejaríamos el carácter circular de la ruta para hacer el ataque al Rocigalgo y después desandar nuestros pasos hasta la situación actual y descender hasta el paraje de Las Becerras.

Ante nosotros se presentaba el tramo más duro, más feo, más inhumano. Pero nos podía nuestra ambición. Este apéndice de ruta, bien puede ser evitada si no se tiene el interés único y exclusivo de estar en el techo toledano. Cuatro ascensos y descensos cortos pero muy duros tanto por su pendiente como por su firme rocoso nos hizo plantearnos la vuelta. Algunos con más sensatez y sentido común que otros volvieron sobre sus pasos. Querían disfrutar de la ruta, y hasta entonces ya había sido más que suficiente, tuvieron esa sangre fría de saber decir "no".

Otros continuaron encontrándose sorpresa tras sorpresa, paralelos a las crestas rocosas, hasta en cuatro ocasiones, donde a veces hubo que poner pie a tierra mientras te preguntabas qué demonios hacías aquí.



La cuerda de la Sierra Fría es ciclable, pero las piernas llegan muy muy pegadas a esta altura de ruta. Con más cabezonería que sensatez, siete cabras de las veintiuna personas que iniciamos la expedición conseguimos llegar al vérice geodésico que confirma su altitud de 1477 msnm. Aunque con una consecuente desilusión al ver una cima fea, vallada y con antenas, que no hacía justicia a su dureza. No obstante, estábamos en el techo de nuestra provincia...

La vuelta hasta el punto de retorno se hace por el mismo camino; lo que antes habíamos bajado con cuidado ahora lo subíamos arrastrando la bici y viceversa.

Cierto es que el camino de vuelta hasta este punto se hizo mentalmente más corto que el de ida. Aunque hay que tener en cuenta que la última subida antes de llegar al punto de descenso, es mentalmente demoledora.


Ya una vez en el punto que nos une al tramo circular iniciamos un vertiginoso descenso con porcentajes de desnivel negativo superiores al veinte porciento. Si en toda la ruta, la orografía de piedras hace agradecer el rodar con una bici de doble suspensión, en este descenso debido a la velocidad es casi imprescindible si no queremos reventar alguna cámara por la cantidad de cantos que componen la pista.

Es muy dificil tener la sangre fría de ir despacio ante tan evidente disfrute, pero esta es la solución para no tener problemas en esta bajada si no contamos con una bici doble. Además, su gran pendiente nos pone a prueba nuestra técnica de descenso obligándonos a poner el trasero lo más retrasado posible si no queremos salir por delante de nuestra compañera.

Así pues, llegamos hasta el arroyo de El Chorro, el cual debemos vadear para llegar hasta el parking de la famosa ruta de El Chorro, donde una caseta controla y da información sobre el Parque Nacional.

Aquí al grupo que venía por delante con GPS pero sin el track dibujado les indicó el camino correcto para llegar hasta Los Navalucillos, no sin antes, advertirles que estaba prohibido el ascenso al Rocigalgo en bicicleta.

Tomamos la pista forestal que nos dirigiría hasta Las Casas de las Becerras pero antes de cruzar el puente que salva el arroyo del Matón nos desviamos a la derecha para evitar el temible ascenso que llega hasta la carretera.

No más lejos de la realidad, cuando pensamos que ya solo queda llanear o descender, las pequeñas rampas que nos presenta este camino hasta su final, hará parecer que el pueblo ha desaparecido de su ubicación natural. No hay que olvidar que venimos de hacer una ruta muy dura mental y psicológica, y lo que supone en condiciones normales un paseo, se puede convertir en una tortura psicológica.

El nuevo camino, denominado de la Nava, seguirá los pasos del arroyo de El Chorro primero, y del río Pusa después. Al cruzar el arroyo de El Chorro, llega una pista que desciende desde el collado de los Pos, por el cual pudimos acortar la ruta unas horas atrás. Seguidamente pasaremos por las casas de la Puilla, las cuales fueron utilizadas para hacer escenas en la pelicula "El Che" de Benicio del Toro.

El camino se adecúa a las vicisitudes del terreno haciendo grandes curvas para salvar el arroyo de Pinilla, y tras esto llegamos al encajonado embalse del río Pusa con su precioso cortado.

De aquí a la salida a la carretera, el camino hace un subeybaja que quema a nuestras cansadas piernas pero que en condiciones normales no debería costarnos lo más mínimo salvar. Llegaremos a la carretera que une Los Navalucillos con Robledo del Buey y en 4km nos dejará en nuestro lugar de inicio.

Reto conseguido, pero más duro de lo que en un principio habíamos previsto. Ahora a disfrutar del postruta.

GRACIAS A TODOS POR COMPARTIR ESTE DÍA...

2 comentarios:

  1. Comparto totalmente lo del final de subida al Rocigalgo, pienso que como reto ya conseguido, la proxima vez que pedaleemos por la zona, deberíamos cortar en el cruce, ya que ganamos tiempo, y sobre todo fuerzas para porque no, hacer otra subida de la zona jejeje

    Como siempre te lo has currado, y que sepas que la postruta sin estas crónicas, no serían lo mismo.

    Bueno hermanito, nos vemos en la proxima. Un abrazo

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  2. Gracias tio! Ya está conseguido... una cosa menos... Y ahí queda la semillita para el que le inquiete tocar el cielo toledano...

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