Compartiendo camino con el GR-113 |
Preparados para iniciar el viaje, Alcántara. |
En Alcántara comenzaba nuestra aventura sobre las dos ruedas. Un breve callejeo por sus empedradas calles nos invitó a conocer sus iglesias antes de salir a un bonito y duro sendero que nos guiaría directos a un bonito mirador.
Una breve parada nos sirvió para divisar el robusto, bello y milenario puente romano, empequeñecido por el imponente dique que represa las aguas del Tajo en el pantano de Oriol. Y también para escuchar las interesantes palabras de un oriundo que nos explicaba como el vetusto puente romano con casi dos mil años aguantó, y sigue aguantando, el paso de las hormigoneras que levantaron la moderna y antiestética mole de hormigón que sujeta las aguas de Tajo.
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Dejaremos el divertido zigzagueo para adentrarnos en la lineal Cañada Real de Gata, la cual nos adentra en el área de Los Llanos de Broza. Zona con suaves pendientes y surcada por numerosos regueros y arroyos. Enorme pradera con pastizales secos que nos pone en fila de uno para cruzar este ondulado terreno. Durante este tramo nos toparemos con algunas portillas que deberemos cerrar a nuestro paso.
Los llanos de broza |
El camino se vuelve a separar del asfalto para continuar por la Cañada Real de Gata. Ahora los desérticos pastizales dan paso a un denso encinar con un terreno más ondulado que obliga a aumentar las exigencias físicas, técnicas y de orientación. En contraposición a ello contaremos con más presencia de sombras.
Las encinas hacen acto de presencia. |
De vuelta a la EX-117, nos llevará un camino paralelo al asfalto hasta la localidad de Membrío.
De aquí salimos por una ancha pista en ligero ascenso donde las encinas van perdiendo presencia en favor de alcornoques. El terreno se vuelve especialmente incómodo por la cantidad de arena en los caminos, que como si de harina se tratase, y unida a la sequedad reinante, se levantaba un molesto polvo que, sin saberlo, sería repetido en infinidad de ocasiones en el resto del viaje.
Los pinchazos comenzaron a hacerse presente y el grupo se dividió en la entrada a un ya extenso alcornocal.
Presencia intensiva de alcornoques. |
Sierra de Santiago desde el camino. |
Pero el primer grupo dio una estampida sigilosa que desorientó al grupo de retaguardia, los cuales, tras el esfuerzo realizado tomaron con más calma el descanso.
El inicio del nuevo tramo hasta Santiago de Alcántara, nos esperaba con traición y alevosía. Una subida por una ladera que minutos antes divisábamos en lontananza, se postraba ante nuestros pies.
Ascenso por la ladera de la Sierra de Santiago |
Pero todo el trabajo tiene recompensa, y ahora una disfrutona senda nos dirigía directos a Santiago de Alcántara con tibia velocidad.
Caminos por Santiago de Alcántara. |
Con el ego por todo lo alto y un cómodo tramo que descendía cotas en busca del cauce del Tajo, el grupo voló ágil por unas tierras tristemente calcinadas. Poco a poco, las ennegrecidas retamas dieron paso a un denso jaral. Sigilosamente, la pendiente se volvía más pronunciada en busca de un barranco que parecía no tener fondo.
El sol se empezó a manifestar con vehemencia y el olor a jara parecía taladrar el olfato.
Descendiendo el barranco Aurela |
Un adecentado puente nos ayudará para cruzar su seco cauce para, seguidamente, iniciar la salida de este escarpado rincón.
Una salida técnicamente más accesible que la bajada, pero de similar dureza a la que algunos osados se atrevieron a retar.
Un nuevo, y oportuno, pinchazo en el grupo delantero, de nuevo a media subida, permite que el grupo de vanguardia continúe avanzando, mientras que el grupo liderado por Prieto se encarga de solventar los problemas técnicos.
Nuevo pinchazo, buscando la sombra. |
Dehesas con ganado porcino. |
El primero para vadear el arroyo Negrales con un bonito sendero de acceso y la presencia de algunas bellas cabezas equinas en lo más profundo del paso que reclamaron la atención del grupo.
Sendero de acceso al barranco Negrales |
Caballos en el camino. |
Tanto fue así que una de las 17 cadenas no pudo con tal tensión. De nuevo, Prieto solventó el problema mecánico con eficacia para continuar la dura rampa de salida. Donde ahora sí, algún cabezón venció las leyes de la física para salir airoso de este desafiante barranco.
Llegando a Herrera de Alcántara. |
Herrera de Alcántara |
Una buena comida con plato estrella a base de bacalao, huevo, cebolla y patatas, nos dio las fuerzas necesarias para afrontar el resto de la jornada. Y las necesitaríamos porque íbamos justos para tomar el barco internacional.
Un despiste de parte del grupo a la hora de salir de esta localidad, nos hizo perder un tiempo precioso. Si teníamos que llegar al barco, lo lógico era bajar, pero no. Porque el barco se tomaba en el embarcadero de Cedillo y no en el de Herrera. Así que vuelta para arriba y a tirar del grupo para recuperar el tiempo perdido.
Barco del Parque Natural del Tajo Internacional |
Por el río Ponsul, Portugal. |
Una hora de descanso, para divisar este bello entorno y recorrer unos 10km de río navegable hasta llegar al embarcadero de Lentiscais.
Habíamos navegado agua portuguesa y ahora tocaba pisar tierra lusitana. Una carretera en ascenso nos llevaba directos hasta la pequeña localidad de Lentiscais. El cambio fue más que evidente.
Curiosa la sensación de seguir el mismo camino y sin embargo, estar en un sitio diferente. Costumbres, idioma, arquitectura... Sensación confusa, confirmada en el sencillo acto de intentar beber de una fuente.
Pero la aventura sigue, 13km restan para el final. Cinco de camino, que nos sacaría al puente sobre el mismo río Ponsul, con un nuevo pinchado, esta vez del que escribe. Y desde aquí tomar la carretera y afrontar los ocho últimos kilómetros en ascenso hasta Castelo Branco; confirmando que los conductores portugueses no tienen respeto alguno para con los ciclistas.
Una vez en el hotel, con ducha relajante. Dimos buena cuenta de una copiosa cena a base de arroz y carne que nos supo a gloria.
Llegando a Castelo Branco |
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