miércoles, 16 de noviembre de 2016

Granada: Pico Veleta. La carretera más alta de Europa.

Por mucho que les pese a los países alpinos; ni Francia, ni Italia, ni Suiza o Austria poseen la carretera más alta de Europa. Sí es cierto que Francia tiene el puerto de montaña más alto, con paso y continuidad hacia la vertiente opuesta que es el Col d´Iserand (2770m) en lucha con el propio narcisismo francés y la peculiar historia de la Cime de la Bonnette (2802m)

Pero es España, en Granada, donde se encuentra la carretera que asciende al punto más alto asfaltado en todo el continente europeo.

Llevaba tiempo con muchas ganas de subir al Pico Veleta desde Granada. Cuarto pico más alto de España tras el insular Teide, su vecino Mulhacén y el pirenaico Aneto. Las nieves residuales en sus 3.395 m solo permiten el ascenso en fechas señaladas. Dependiendo del año, este abanico suele cubrir los meses agosto, septiembre y parte de octubre.

Quisimos apurar la visita al máximo para evitar el calor, pero una inesperada nevada el miércoles previo nos impidió conseguir el objetivo al completo. Eso sí al menos estas tierras estériles quedaron bellamente engalanadas con un manto blanco que sirvió de opio para el esfuerzo del ascenso.
Curvas del Veleta
Existen varias opciones para realizar el ataque a este puerto. Nosotros elegimos la subida del Duque y bajando por el Purche. De esta manera la intención que buscábamos era la más circular posible y con menor tráfico. Pero tristemente, la aventura terminaba tras haber ascendido durante 40 kms y llegado a los 3.250m de altura. A falta tan solo de 2km y 150m de desnivel para hacer cima.

En resumen, 100km para ascender casi 3.000 m de desnivel, con noche previa rondando las hermosas calles de esta bella ciudad.


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El humilde hostal Atlántida sería nuestro cuartel general, con todos sus defectos y virtudes. Allí llegamos Alberto y yo la tarde-noche del viernes para asentarnos y sin más dilación que la de dejar el coche en un lugar adecuado, nos marchamos a patear la ciudad.

La gran avenida de los Reyes Católicos nos introducía hacía las céntricas calles de la ciudad para ver su catedral y la afamada calle Navas. Allí cenaríamos de tapas en varios de sus bares; rodeados de bordones y estampitas. Un café en alguna tetería de la calle Calderería nos haría sentir con en el continente vecino.
De tapas por Granada
El paseo vino bien para nuestras entumecidas piernas. Una vez ya en el hostal, decididos a descansar; pero las paredes de papel lo permitirían poco. Es parte de la aventura.

El despertador no tiene piedad y nos despierta siendo aún de noche. Nos vestimos de "gladiadores" dejamos los enseres en el coche; y ya sobre nuestras monturas calentamos nuestro cuerpo ascendiendo por las empedradas y empinadas calles del Albaicín hasta el mirador de San Nicolás.

Aquí partiría oficialmente la ruta. La Alhambra a nuestras espaldas y al fondo Sierra Nevada con la silueta característica del Veleta recortando el horizonte... Estamos locos.

Amanece y las calles aún están vacías. El descenso hasta el paseo de los Tristes se realiza con especial cuidado. Un desayuno a las puertas de la Alhambra nos llena de energías para la jornada de hoy.
Mirador de San Nicolás
Un leve ascenso por los jardines del nuestro bello monumento, nos da paso a la cómoda carretera que une Cenes de la Vega con Pinos Genil. Es aquí donde la carretera se retuerce para salvar el desnivel de la presa del embalse de Canales.

Tras cruzar Güejar-Sierra la carretera se estrecha y desciende hasta llegar a la abandonada estación de Maitena, por donde incluso seguiremos por la extinta vía del tren cruzando un par de estrechos túneles.

El camino cruza el río Genil y es ahora donde nos situamos en los kms más duros de todo el ascenso. Porcentajes con dos cifras se mantendrán durante varios kilómetros, curvas con hormigón rasgado nos avisará de la dureza del lugar. Pero también de su belleza. Carretera estrecha, cerrada por castaños que nos eleva por las primeras lomas. El antiguo Hotel del Duque, ahora seminario, da fe de este pequeño calvario.
Subida por El Duque
Tras cruzar por delante de una lustrosa fuente donde podemos reponer agua, el camino suaviza, pero sin dejar de ascender.

Es ahora cuando el bosque se abre y deja ver el ascenso realizado con referencia sobre Güejar-Sierra, e incluso podemos observar el tortuoso trazado de Hazallanas, otra de las opciones de ascenso. Seguimos rodando en busca del centro de visitantes de El Dornajo.

Cuando las casas de éste asomen sobre el horizonte, tomaremos un desvío a nuestra izquierda para seguir el ascenso por la antigua carretera de Sierra Nevada. Trazado con mucho menos tráfico que la subida natural. Y con más revueltas que le hacen más entretenido. Los pinos casi habrán conquistado la carretera y la pendiente se afirma sobre el 6-7%.

Será un tramo solitario hasta llegar al collado de Las Sabinas, donde en el horizonte hará presencia la silueta de nuestro objetivo. Ya para no desaparecer jamás ante nuestros ojos.
Veleta desde Albergue Universitario
Una tortuosa recta nos queda por delante en busca del albergue universitario. Pero antes el Centro del Alto Rendimiento Deportivo y la estación invernal de Pradollano, aparecerán a nuestra derecha bajo nuestros pies.

Habremos llegado a los 2500m cuando la barrera nos corte el paso a tráfico motorizado. Pocos metros antes, paramos a reponer fuerzas junto a otra compañera de fatigas extranjera que pretendía hacer el paso hacia la Alpujarra con alforjas.

Un refresco y algo de azúcar; unido a una espectacular tortilla de patatas, nos dio la energía suficiente para afrontar los últimos 13km de ascenso cierta incertidumbre sobre la posibilidad de llegar al objetivo.
Tramos reasfaltados tras la barrera
La carretera pierde calidad en su asfalto, pero recientemente han reasfaltado tramos que la dejan en un estado excepcional para el uso de la bicicleta. Tal vez por la posibilidad de traer la Vuelta´17.

El ascenso se torna motivante, pero la falta de oxígeno detiene nuestro ímpetu. La Virgen de las Nieves observa detenida nuestro paso. El cuerpo parece sufrir más de lo que la cabeza cree.

Bajan ciclistas, preguntamos sobre el estado en lo alto. Placas de hielo. Pero somos testarudos. Continuamos el ascenso, queremos verlo con nuestro propios ojos. Venimos del mundo de la MTB, pero sin olvidar el sentido común.

Las vistas que nos regala este anticiclónico día nos hace evadirnos del esfuerzo. Pequeñas ráfagas de viento normales a estas alturas que rozan lo 3.000.
La nieve acecha la carretera
El Sol brilla en lo más alto de un límpido cielo azul. Senderistas acortan sus trazado por la nieve y nosotros debemos hacer alguna parada para inmortalizar el momento, y también de manera encubierta; descansar.
La nieve empieza a ganar la partida
La nieve empieza a ganar la partida al asfalto. Cada vez son más las placas de hielo que aún podemos sortear. Pero que más adelante, cruzarán el trazado y nos obligará a bajar de la bicicleta. Esta no tiene tacos.

Algunos ya se habían dado la vuelta al conquistar la cota 3.000 pero nuestra testarudez nos permitía continuar la marcha. Alberto comenzaba a quedarse rezagado, y no por aspecto físicos. Pero había que llegar, al menos, al collado de la Carigüela. Y allí llegamos.
Asfalto impracticable
Empujando la bici por un asfalto impracticable, solo con el único objetivo de doblar la ladera y poder ver con nuestros propios ojos el Mulhacén. Montaña más alta de la península. Allí aparecía luchando contra unas nubes que comenzaban a copar estas altitudes. Y allí nos quedamos. Mi mirada hacia la cumbre se disipaba al volver la mirada hacia mi compañero.

No era factible. Casi lo habíamos conseguido. Pero sería una excusa perfecta para volver y completar ese par de kms para tocar el vértice geodésico del Veleta... Y quien sabe si no también del Mulhacen; eso sí, con MTB.
El Veleta, desde La Carigüela.
El descenso con especial cuidado por este tramo de placas y frío hasta la barrera. Una breve parada para comer y calentar nuestros huesos de nuevo en el albergue universitario.

Un descenso, ahora por la estación invernal de Pradollano y la nueva carretera de Sierra Nevada. Con la intervención de la carretera del Purche. Que puso a prueba la paciencia de Alberto... al igual que sus frenos de disco. Empinada como ella sola. Ojo si subimos por aquí. Monachil. Preciosa localidad que nos da paso a Cájar antes de volver a rodar por las amplias avenidas de Granda.

Ahora sí podemos decir que hemos rodado por la carretera más alta de Europa. Por mucho que les pese a italianos, franceses y suizos.

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