viernes, 19 de agosto de 2016

Lago Lemman: Ginebra(Suiza) e Yvoire(Francia)

Hoy el tiempo amaneció tajantemente lluvioso. Las previsiones de chubascos se adelantaron en demasía y no nos dejarían, aparentemente, atacar los dos puertos que iban a quedar pendientes en este viaje. Roselland y Petit St Bernard.

De nuevo un plan B, este de urgencia. Lyon, Turin, Ginebra... Ciudades que quedaban relativamente cerca para visitar. El lago Leman, pisar Suiza y el descubrimiento apresurado, vía internet, de la pequeña localidad de Yvoire, nos hicieron decantarnos por la visita a la ciudad helvética.
Ginebra, Suiza
Sergio, Victor y Pablo arriesgaron a quedarse en el cuartel general para esperar una posible ventana de sol que les permitiese atacar la Roseland. Les salió bien la jugada. Y ganaron la partida al tiempo... y la cima de la Roseland.

Al mismo tiempo, el resto de la expedición estaba pagando el impuesto de circulación por autovías suizas para 5 míseros kms a la entrada del país... Una de pardillos...
Casco histórico de Ginebra
Una vez aparcado el coche disfrutaríamos de un agradable paseo por las calles ginebresas. Ciudad bañada por el gran lago Leman y con su característico Jet d´Eau que alcanza hasta los 130 m de altura.

Una breve comida en la calle al más puro estilo "take away" nos sirvió para observar detenidamente la vida de esta ciudad. Fue inevitable la comparación con otra urbe, que pocos días atrás había visitado. Eran antagónicas. Parecían de mundos diferentes. La Habana y Ginebra.

Las calles silenciosas, una ciudad casi robotizada, fría. Comercios al alcance de unos pocos. Tranvías.
Torreones de la catedral de St Pierre
Buscamos de alguna forma introducirnos en su casco antiguo. Cierta semejanza en sus calles con el casco histórico de Toledo. Aquí posan orgullosos su peculiar bandera nacional. Paso obligado para encontrar la catedral de St Pierre, en lo más alto de la ciudad.

Leve llovizna amenazaba mientras encontramos escondidos pasadizos y nos dejamos atraer por una pieza de museo ciclista. 8.000 francos suizos tenían la culpa si queríamos sacar esta bicicleta de la galería.
Bicicleta de museo.
El breve paseo por sus empinadas calles nos relajaba las piernas a la vez que volvíamos de camino a la verdadera ciudad. Mezcla de culturas. Mezcla de turistas con trabajadores. Maletín en mano.

Una aproximación a la columna de agua para jugar, reirnos y mojarnos... Salía el sol y ya importaba menos.

Un último paseo por el perímetro del lago hasta llegar de nuevo al coche. Siete kms que bien nos vinieron a las piernas para hacer esta visita a la ciudad más occidental de Suiza.

Tocaba trasladarse a Yvoire. Volver de nuevo a Francia. Pueblo medieval a las orillas del mismo lago que comparten ambos países.

Un descubrimiento que mereció la pena. Callejear por sus empedradas calles, visitar su coqueto puerto.

Engalanado todo con flores que nos obligaba a perdernos por sus laberínticas calles. No nos importaba. Su castillo y su afamado jardín.

Una breve parada antes de la vuelta a casa para tomar unos crepes donde Rute sacó matrícula de honor en francés.

Yvoire, uno de los pueblos medievales más bonitos de nuestro país vecino.


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