jueves, 28 de julio de 2016

Excursiones a Valle de Viñales y de Yomurí

Tras haber conocido la ciudad. La intención era de descubrir nuevos lugares lejos de la gran urbe.
Dos fueron los destinos naturales realizados. Uno hacia el oeste en busca de la punta más occidental de la isla; el Valle de Viñales. El otro hacia el este, a medio camino entre La Habana y la paradisíacas playas de Varadero; el Valle de Yomurí.

VALLE DE VIÑALES.

Saliendo de la ciudad por la 5ª avenida observaremos las casas de los cubanos que fueron obligados a abandonar el país cuando se impuso la Revolución.

Casas que fueron expropiadas y que actualmente pertenecen al estado dándoles un uso público. Casas que nada tienen que ver con lo que habíamos visto los días anteriores.
Mogotes de Viñales, desde el mirador de los Jazmines
La zona residencial de los cónsules también imprimen un carácter clasista, lejos de lo que el sistema cubano parece pretender.

Ya en la autovía, nos llamará la atención el estado de las carreteras, y la cantidad de viandantes y carros con propulsión animal que usan estas vías. Por lo que un viaje de 150km puede traducirse en 3 horas de autobús.

Otra impresión que me causó sensación fueron los carteles relovolucionaros que salpican la carretera para recordar los ideales del régimen cubano. A modo de carteles publicitarios, aparecían imágenes o citas del Che, Martí, Castro...
Carteles revolucionarios en las carreteras
La primera parada en una pequeña fábrica de Guayabita. Un licor creado con la guayaba, exclusiva de la zona de la provincia occidental de Pinar del Río.

El viaje continúa hacia la localidad de Viñales donde divisaremos unas creaciones geomorfológicas peculiares llamadas Mogotes. Éstas podrán divisarse en su máximo explendor desde el Mirador de los Jazmines.

Descendiendo hacia el valle, pasaremos por la propia localidad de Viñales para adentrarnos en la región más afamada de la isla por sus cultivos de tabaco.
Fumando un habano en casa de un veguero
Visitamos campos de tabaco, que en esta época del año resultaron estar ya recolectados, pero pudimos entrar en la casona de un veguero para observar el secadero de sus hojas, así como de la formación artesanal de un puro habano, para su posterior degustación.

Tras esta demostración, tomamos rumbo al que dicen es el peor atractivo turístico de la zona. El Mural de la Prehistoria. Una pintura al fresco sobre una pared de uno de los mogotes que representa la evolución de la vida en la zona. Sin tener un criterio artístico considerado, al menos resulta impresionante ver la pintura sobre la montaña.
Mural de la Prehistoria
La comida, en el mismo lugar, amenizada con música caribeña en directo y con la grata sorpresa de la voz de un infante que parecía ruso, pero resultó ser cubano en cuanto abrió la boca.

Otro gran descubrimiento, en esta ocasión sobre la mesa, fue la del boniato, tanto frito como cocido que resultó ser uno de los grandes manjares del viaje.
Afri disfrutando de la comida con música en directo
Quedaba aún una última visita para completar este día rodeado de naturaleza. La Cueva del Indio nos permitiría comprobar lo que es un sobrexplotación de un yacimiento natural. Una cueva que debido a la adaptación turística casi ha perdido el interés original.

Un leve paseo a pie acompañado de otro en barco por las aguas subterráneas que se filtran en la cueva mientras juegas a imaginar formas en las piedras te hacen olvidar ese efecto turístico para disfrutar de la realidad del lugar.
Saliendo de la cueva, en barco.
VALLE DE YOMURÍ

El segundo viaje, fuera de la urbe, nos adentraría de nuevo en la naturaleza pero en esta ocasión de manera mucho más activa. Junto a la localidad de Matanzas.

El viaje hasta la ciudad de los puentes, no sería lo mismo sin pasar por el puente de Bacunayagua, el más alto de toda la isla. Puente que permite el acceso a Matanzas desde la capital.

Un leve paso por su bahía nos permite ver al menos cinco de sus diferentes puentes en busca del que permite el paso sobre el río Canímar.

Es en este río donde nos esperan las lanchas motoras para ser conducidas aguas arriba y observar la vegetación densa de sus orillas. Toda una experiencia la de poder dirigir la barca por este ancho cauce esquivando los diferentes meandros que el río dibuja antes de su desembocadura en el mar. Parecíamos estar en la Amazonia.
Afri navegando en el río Canímar
La siguiente parada de este día lo hicimos en Playa Coral. Snorkel en mano y aletas preparadas para disfrutar de un agua límpida y clara que nos guardaba gratas vistas bajo el mar. Un arrecife de coral que escondía entre sus recovecos infinitas especies de vistosos colores de peces.

Estrellas, corales, algas todos daban una sensación de paz y belleza digna de contemplar. Tan solo interrumpida por alguna ola traviesa que introducía el agua por el tubo molestando el momento de nirvana que ofrecía este rincón de la costa cubana.

Tras la bonita experiencia. Un refrescante CocoLoco bajo una lluvia que llegó de repente y que amenazaría al resto de la jornada. Dándola así un punto mayor a la aventura.
CocoLoco tras snorkel, bajo la lluvia.
El camino seguiría hacia el Cafetal de La Dionisia, por caminos y conduciendo el 4x4 hasta esta finca donde nos esperaban los caballos para continuar nuestra exploración por este bonito valle. Pero la tormenta quiso que no pudiésemos disfrutar de un tranquilo paseo sobre los equinos. Lo cual aprovechamos para comer en el propio cafetal con la opción de degustar el propio café que allí se cultivaba.

De nuevo en 4x4, ahora bajo toda una tormenta tropical, daría ese punto de aventura que se buscaba en la excursión. Limpiaparabrisas a toda velocidad, barro, ramas cruzadas, charcos. El Suzuki Jimmy se portó como debía para llevarnos hasta la Cueva de Saturno.
Cruzando el valle en 4x4, con lluvia tropical
En la Cueva de Saturno, una especie de cenote, nos bañamos en aguas con temperaturas casi gélidas. El paraje bien merece la pena forzar el baño, con una cúpula de estalactitas y rodeado de estalagmitas. Aunque el hecho de saber que la profundidad de las aguas llegaban hasta los 20 m, no ayudaban a la confianza como para moverse con soltura.


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