Nos volvemos a juntar en busca de lobadas. |
Castillo Templario de Ponferrada, a orillas del Sil. |
Un nuevo reto conseguido con mis insaciables compañeros Tomás y Javi. Y con la, siempre agradable y placentera, compañía de nuestros amigos de Leganés.
Grupeta esperando la salida (MTB Leganés) |
El hotel Celuisma, próximo a la Torre de La Rosaleda, fue nuestro cuartel general. A las afueras de la ciudad pero muy próximo al recinto deportivo de El Toralín, donde se organizaba el evento.
Moderno y cómodo hotel. |
Las cerves que no falten nunca. |
Cena de la pasta, en el Toralín. |
A la mañana siguiente, un gran desayuno para cargar de energías nuestros cuerpos. A las 9:00 estábamos todos preparados en la puerta del hotel para ponernos de camino a la salida. 1500 ciclistas nos esperaban en los campos de El Toralín.
Preparados para la épica. |
Pincha aquí para ver la ruta.
El camino es ancho y con leve ascenso. Este primer tramo se hace muy tranquilo puesto que la multitud de ciclistas impide tomar tu propio ritmo. A uno y otro lado, podemos observar encajonados viñedos en la falda de esta colina.
"Rute", por los primeros kilómetros (MTB Leganés) |
El camino desciende a Toral de Merayo, primer pueblo de paso, por un precioso cortado a modo de trinchera ferroviaria que nos hace introducirnos en un espectacular túnel natural. La humedad de la tierra se siente en este inesperado tramo
Trincheras, Toral de Merayo. |
Atasco en las primeras rampas. |
Nueva rampa subida a pie. |
En la subida, estábamos adentrándonos en zona boscosa y los viñedos comenzaban a desaparecer. Priaranza del Bierzo quedaba a nuestros pies.
De nuevo un súbito descenso para llegar hasta el Arroyo del Val y comenzar una nueva ascensión, que en esta ocasión intentamos realizar subido en la bicicleta. Imposible. El camino se estrechaba y empezaban a llegar los marchadores que habían salido media hora más tarde. Increíble lo de esta gente. Evidentemente cedemos el paso en la subida que nuevamente se había convertido en "empujabike".
Una vez arriba, faldeamos levemente para descender hasta Santalla del Bierzo, donde encontramos el primer control y avituallamiento.
Gentileza de Tomás, gracias. |
Un sandwich y un poco de agua. En la anterior subida Pimpoyo se nos había unido al trío torrijeño. Los cuatro seguimos la marcha por un camino ancho en búsqueda de la ermita de la Virgen del Carmen.
Pasando este lugar de culto, llegamos al vadeo del Arroyo de Ferradillo indicándonos un nuevo ascenso, esta vez mucho más umbrío con la consiguiente aparición del barro en los caminos.
Mucha gente acumulada en los primeros kilómetros. |
En la subida, cruzamos a N-536, que llevamos paralela desde la salida, y continuamos con el pequeño, pero intenso, ascenso hasta una explotación minera de pizarra.
Una vez arriba, pisamos asfalto para descender hasta la localidad de Borrenes. Tramo que nuestras piernas agradecen y donde realizamos el pico máximo de velocidad de toda la jornada.
Nuevo avituallamiento en el que tomamos agua y frutas. Esta localidad tiene un interesante castro celta del s I a.C. que dejaremos a la izquierda de nuestra marcha a la salida de la localidad.
Antes de salir nos despiden dos juvenzuelos a punta de pistola de "juguete" como si de un blanco fácil nos tratásemos. Kilómetros más adelante hubiesen estado en lo cierto.
De nuevo camino ancho y adecentado con un tramo de leves y cómodas ondulaciones, pero siempre ganando altura.
Hitos del Camino de Santiago de Invierno nos acompañan en nuestro pedaleo para no olvidar el origen de esta marcha cicloturista.
Hitos del Camino de Santiago de Invierno. |
Estábamos en lo cierto. La ruta nos sacaba al asfalto, creando un ascenso ahora cómodo que nos dejaría en este turístico asentamiento. Cantidades de restaurantes se agolpaban en esta localidad.
Un nuevo avituallamiento, en esta ocasión líquido y sin parar. Botella de agua en mano, el sol comenzaba a apretar. Tomás, unos metros por delante, me miraba como preguntándome qué hacer con la botella de plástico medio vacía. Ingenioso como siempre, se la ofrece a un chaval que pasaba por allí. El resto de los compañeros que marchaban por detrás siguieron su ejemplo y cuando llegué a la altura del crío, no abarcaba más botellas de agua entre sus brazos, pero eso sí, con una sonrisa radiante de oreja a oreja.
Dejamos el asfalto para rodar de nuevo por un camino ancho en un leve ascenso hasta llegar al paraje de las Lagunas Sumidas. Toda una sorpresa muy agradable e inesperada es la que se nos ofrece al oído primero, y a la vista después. Esta no era otra cosa que el intensísimo croar de cientos de ranas que habitan en estas lagunas.
Laguna Sumida, llena de ranas. |
Paraje de La Baluota. |
La senda acaba con una rápida, corta y breve subida para elevarnos de este encajonado valle y mostrarnos la impresionante vega del Sil a su paso por Salas de Rivera.
Otro descenso, ahora más ancho y algo roto, permite que algún descerebrado adelante con mucho peligro a todos los componentes de la marcha con el consiguiente enfado de más de un participante.
A las puertas de esta localidad, la organización nos desvía a un nuevo avituallamiento donde tomamos alguna barrita y rellenamos el bidón de agua. Por delante nos esperan seis curvas de herradura que nos harían tomar altura nuevamente de una manera repentina.
Veníamos mentalizados de que esto iba a ser un rompepiernas y ahora estábamos empezando a darnos cuenta. Qué ingenuos, aún no había empezado lo peor.
El realizar un ascenso con este tipo de revueltas, siempre me ha llamado la atención porque de alguna forma ves hacia arriba y abajo a los participantes a modo de serpiente multicolor y eres consciente de la altura que tomas en tan pocos metros.
Ascenso florido. |
En breve se desciende hasta la población que marcaría un antes y un después a la ruta. El Puente de Domingo Flórez.
En esta población se iniciarían las dos ascensiones más largas de la ruta. Además era el principio y fin del bucle que permitiría a los duatletas compartir su tramo a pie con los cicloturistas.
Avituallamiento en Puente de Domingo Flórez. |
Sería este el último punto donde coincidiríamos con Pimpoyo.
El río Sil, frontera natural entre comunidades. |
Pues sí señor, ahí teníamos "el ascensor" hasta la impresionante cantera de pizarra de San Pedro de Trones.
Unas pendientes iniciales bestiales, pero que a esta altura de ruta ya eran posibles de ciclar sin poner pie a tierra debido a la dispersión de ciclistas en estas alturas de carrera, allá por el kilómetro 38.
"El ascensor" hacia San Pedro de Trones. |
Cantera de pizarra, en San Pedro. |
Allí en lo alto me esperaban mis fieles escuderos, en un feo y explotado collado donde se arremolinaban máquinas bestiales utilizadas para la explotación de esta cantera. El lado opuesto al ascenso sería feo, industrial y polvoriento. Gracias a Dios que fue un descenso rápido que nos permitió llegar a San Pedro y reponer de nuevo líquidos en otro de los infinitos avituallamientos.
Tramo más feo de la ruta. |
Aquí era donde se situaba el porcentaje de desnivel mayor de descenso que la noche antes habíamos observado.
Un 40% de desnivel, decíamos en la habitación del hotel, tiene que ser una pared. Y lo fue.
Unos tres metros de desnivel a modo de cortado que nos obligó a bajarnos de la bici y descender con la máquina a modo de bastón para sujetarnos. Otros optaron por el lanzamiento directo de la bici al vacío y su paso posterior. Todo ello unido al paso de lo duatletas, crearon un cierto caos, ciertemente criticable para la organización. Pero esto es bicicleta de montaña, y con ello viene implícito la aventura y soluciónes ingeniosas a los inesperados problemas como este.
40% desnivel negativo, la pared. |
Previamente y conscientemtne de lo que venía, cargamos las baterias y repusimos por si acaso los bolsillos de comida. Iniciábamos la subida al Mirador de Orellana, con previo descanso al paso de la población de Yeres.
La salida del pueblo por una rampa de hormigón nos incitó a expulsar el ya conocido grito de guerra "¡¡¡El hormigón no engaña!!!" Que traducido al castellano significa; "rampón por delante, aprieta los dientes y sufre sobre la bici".
Salida de Puente de Domingo Flórez. |
Javi y Tomás tomaban de nuevo la delantera y yo mantenía mi marcheta. Sabía que era el ascenso clave durante el cual llegaríamos al ecuador de la ruta.
De nuevo la percepción recibida por los sentidos me traslada a nuestros vetustos Montes de Toledo. La flora, los caminos anchos y las redondeadas cumbres del lugar me hacían sentir como en casa.
Ascenso hacia el Mirador de Orellán. |
Pronto llega el descenso a modo de descanso para cruzar el pueblo de Yeres. En su avituallamiento tomamos unas refrescantes naranjas y meto mi cabeza bajo una fuente improvisada para la ocasión. El pequeño descenso hasta esta localidad no había sido suficiente para mis piernas y sentía que no había recuperado bien.
Avituallamiento de Yeres. |
Fue aquí donde me di cuenta que las piernas no iban bien. Tuve que bajar en un par de ocasiones de la bici para no sobrecargar los músculos. De nuevo Javi y Tomás por delante, esperándome bajo alguna sombra cada ciertos kilómetros. Gracias chicos, sois geniales. Pero ya intuía que mis piernas no iban a responder como yo esperaba. Los Montes Aquilanos estaban pudiendo con ellas.
Duras rampas a la salida de Yeres. |
Y es curioso como, a medida de que nos acercábamos a la cima, las piernas comenzaron a responder mejor. ¿Motivación? ¿Descanso? No lo sé. Pero así fue.
Durante este fatigoso ascenso, antes de llegar al Pico de Placias (1022msnm), junto al Mirador de Orellán, una lección de geografía por parte de un biker de la zona en respuesta a mi comentario "¡¡¡No vuelvo más al Bierzo con bicicleta!!!", matizando que los montes por donde estábamos rodando pertenecían la la comarca de la Cabrera y no de el Bierzo.
Montes Aquilanos, La Cabrera. |
Necesario y obligado descanso, Mirador de Orellán. |
Un breve paseo por el mirador, leyendo los carteles informativos de estas minas de oro romanas y sus sistemas hidráulicos para la extracción de las pepitas. Un breve descanso bajo la sombra para consultar el teléfono móvil y evadirme también del esfuerzo psicológico. A penas 10 minutos necesarios para mi musculatura.
Las Médulas. |
Salimos de nuevo bordeando las médulas, recordándome de alguna manera a las Barrancas de Burujón. Un rápido descenso nos obliga a pasar por el bonito pueblo de Orellán. A los pocos metros de cruzarlo, la pista nos dirige a un precioso sendero, técnico, acompañando en las profundidades al Arroyo de Isorea. Transitamos por un espectacular carrascal.
Todo era disfrute, pero nos habíamos olvidado de que estábamos en los 101 de Ponferrada y su afamado perfil de serrucho. De repente, la realidad se nos vino encima y casi literalmente, cuando el cambio de desnivel negativo a positivo pilló a más de uno con exceso de confianza levantándose la montura de manera incontrolable.
Bonito sendero, bonito paraje, pero de nuevo tocaba empujar la bicicleta para salir de este encajonado carrascal.
Camino roto para salir del carrascal. |
Podemos dividirlo en dos perfectas mitades. Una primera que nos adentra en una impresionante alameda rodando por un trazado compartido literalmente con el Arroyo de las Alamedas. La sombra se agradecía, al igual que la humedad.
Frondosidad y humedad en el camino. |
Tras ello, llegaría la segunda mitad, con una corta ascensión, con mayor pendiente que la primera, pero libre de humedades y vegetación mediante la cual llegaríamos a Paradela de Muces.
Cuado llegué, no podía creer lo que veían mis ojos. Tomás bebiendo de una bota de vino y Javi de una botella de cristal... Pensé de primeras que estaba alucinando debido al esfuerzo, pero nada más lejos de la realidad.
Según me aproximaba podía ver en la mesa, pulpo a la gallega, patatas guisadas, ensaladas y un sin fin de comidas típicas de la zona.
Me faltó tiempo para echar mano al botijo de agua, fresca y clara como se merece. Y depués a la botella de cristal con un licor dulce parecido al mojito... Era el avituallamiento "no oficial" como decían los responsables de la carpa. Todo un oasis dentro de este desierto de montañas calurosas.
Un avituallamiento especial. |
Con esta alegría para el paladar continuamos nuestra ruta. Ahora por un marcado sendero en medio de un precioso prado verde, faldeando y bordeando una ondulada colina que no nos permitía ver lo que escondía tras sus lomas. Impaciente por observar lo que aparecería al otro lado, me di cuenta de que el sendero comenzaba a desaparecer a favor de la hierba. El trazado marchaba sobre una pradera virgen únicamente marcada por las rodadas de los bikers antecesores y por pequeñas flechas de la organización que confirmaban el recorrido.
Y la espera mereció la pena. De repente un esbelto castillo situado sobre un promontorio rocoso que emergía de un profundo y recortado valle. El castillo templario de Cornatel. Toda una estampa. El verde del prado, el azul del cielo despejado y la ocredad de la roca hacían una imagen por la que verdaderamente se merecía haber sufrido.
En busca del Castillo de Cornatel. |
Un corto descenso hasta la escondida, rural y olvidada localidad de Villavieja nos permitió bordear el valle del Ferradillo y volver de nuevo hacia el castillo, ahora por su espalda y permitiéndonos así observar el espectacular cortado sobre el que se asienta esta obra templaria.
Castillo de Cornatel, a su espalda. |
Decidí escribir a mis compañeros para obligarles a que no me esperasen. Prefería ir a mi ritmo, solo, disfrutando de los paisajes y sin la conciencia intranquila de que estaba haciendo esperar a la gente.
Pero al llegar a Santalla, tras un largo y empinado descenso. Allí los vi a los dos, sentados a la sobra de unas casas y a Tomás, como no, con una sonrisa en la boca, y hablando con todos los paisanos que por allí se encontraban
"¡¡¡More lo que te has perdido, Tomás "robando" dulces a aquella señora!!!" Y es que había pasado una mujer con una bandeja de pasteles recién hechos y como este chico habla hasta con sus sombra, debió de hacer amistad con las gentes que le agraciaron con un par de dulces caseros de la zona.
Construcciones de Santalla. |
De nuevo el camino hacia la ermita de la Virgen del Carmen de esta localidad por la que habíamos pasado hacía ya bastantes horas. En esta ocasión, tomaríamos sentido hacia San Juan de Pazuelas. Un ascenso, primero por viñedos y más tarde por un frondoso bosque de hayas, nos dejarían a la altura de la ermita de la Estrella de esta localidad.
Ascenso a la ermita de la Estrella. |
En lo alto avituallamiento donde tan solo reponemo agua y nos lanzamos en un rápido descenso hasta llegar a la base de las Barrancas de Santalla.
Barrancas de Santalla |
¡¡¡Viva Santalla!!! ¡¡¡Viva!!! El pueblo era una fiesta. La calle principal con mesas en las puertas de las casas. Comidas y bebidas caseras para todos y todas las participantes, Caldos, vinos, pulpo, huevos, todo tipo de dulces caseros... ¡¡¡Viva Santalla!!!
¡¡¡Viva Santalla!!! |
Casa por casa, cada uno ofrecía lo que tenía, como si de unas fiestas populares se tratasen, banderolas y guirnaldas por las calles. De España, de León, de el Bierzo, de Santalla.
¡¡¡Viva Santalla!! Nuestros compañeros pepineros se quedaron durante más de una hora compartiendo este ambiente con los oriundos. Ofreciéndoles vinos de su propia cosecha e inclusos abriéndoles las puertas de sus bodegas para enseñarles orgullosos su producción casera. ¡¡¡Viva Santalla!!!
Por delante, nosotros dispuestos a afrontar las últimas cuatro tachuelas en estos kilómetros de la traición. Y sí, para mi fueron de la traición... En tres de las cuatro tachuelas, cortas pero empinadísimas, tuve que bajarme de la bici para poder terminar la jornada. Tan solo en la última, por orgullo o por testarudez, conseguí subirla montado sobre la bici en un a especia de órdago a mis propias piernas. Gané.
Priaranza del Bierzo, Villalibre de la Jurisdiccion y Toral de Merayo. Todas ellas visitadas en las primeras horas de la mañana, alternaban bosques con pequeños viñedos en las lomas que sitian al río Sil. Estábamos llegando. Al fondo veíamos la silueta de nuestro hotel.
Gregarios de lujo. Gracias chicos. |
Llegando a la meta, paralelos al río Sil |
Reto conseguido. |
Llamada a mi gran amigo Moly, esa era otra recompensa. Ocho años ofreciéndome su casa en Ponferrada y hasta hoy no había coincidido con él aquí. Le entrego su recado, nos lleva de cerves.
El centro de Ponferrada, peatonal y muy bonito. El Bombardier por favor, mítico Bombardier. Nos encontramos con Recamán. Compañero de fútbol en mis temporadas en el CD Toledo. De nuevo la bici y el fútbol volvían a unirse, en esta ocasión en Ponferrada. ¡Qué bonita es la vida!
Gran reencuentro. |
¡Qué bella es la vida!
Pero pronto al hotel. mañana habría que volver a casa.
Gracias a todos por compartir conmigo mi pasión. Gracias dragones. Gracias leones.
¡¡¡Va por vosotros!!! |
Me ha encantado tu crónica More. Me ha hecho volver a recordar cada tramo en lo alto de mi bici. Enhorabuena.
ResponderEliminarDe eso se trata... De dejar plasmado las sensaciones y poder recordarlo con el tiempo!!! Gracias!!!
ResponderEliminarI-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E =) !! Jamás podré decir que no disfrutas con esto, porque lo transmites en cada palabra, pero lo mejor de todo es cómo haces que llegue a todos lo que te leemos.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Gracias María!!!
ResponderEliminarAmigo Moreira...amigos Tomás y Javi. Gracias, por vuestro comportamiento...Eso es lo que se debe hacer...COMPAÑERISMO, DEPORTE Y RETO...PERO EN EQUIPO. More, recuerda al Cholo, lo que consiguió, el viernes pasado...Eran más fuertes...Si!!!, pero les derrotamos. Buena crónica, y un consejo...jamás los "caballos percherones", podremos en estas rutas, con los "galgos torrijeños"...léase Tomás y Javi, que entre los dos, pesan, lo que tú, pero me alegro de corazón, que los tres conquistáseis Ponferrada, y llevaráis el nombre del Club Ciclista Torrijeño, por toda la comarca de León. Como siempre, GRANDE DAVID MOREIRA...GRANDE MOREOCIO. Fdo ANGEL CARRILLO. Club Ciclista Torrijeño 2013
ResponderEliminarGrande Ángel y gracias por tus consejos. Se agredece que alguien con la experiencia y la cantidad de años que llevas sobre las dos ruedas comparta sus conocimientos con tres nuevos amantes de la bike!!! GRACIAS!!!
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